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Entrevista al economista Manuel Riesco, vicepresidente de
CENDA
"Es absurdo el criterio que asume que la educación es un capital"
Raúl A. Rivera
La Nación
El vicepresidente de Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo
(Cenda) y uno de los integrantes de la instancia creada por la Presidenta
Bachelet, es claro respecto a los planteamientos que expondrá en el Consejo. A
su juicio, es necesario reconstruir el sistema educacional público y cree que
"es una locura pensar que el mercado puede resolver todos los problemas".
Su intención de unirse a la denominada "mesa paralela" que formarán los
estudiantes secundarios y las organizaciones sociales dentro del Consejo Asesor
Presidencial para la Educación manifestó el vicepresidente de Centro de Estudios
Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda), Manuel Riesco, uno de los 66
integrantes que nombró la Presidenta Michelle Bachelet.
Pese a ello, Riesco indicó que "su mirada será amplia" ya que en esta materia
"el 90 de la población concuerda en que se deben realizar transformaciones".
En su opinión, esta instancia oficial "es una oportunidad de diálogo para
resolver el problema del fondo, que es derogar la Ley Orgánica Constitucional de
Enseñanza (LOCE) y liberar al Estado de las amarras dejadas por la dictadura y
que se han mantenido durante estos 16 años".
-¿Los problemas de la educación son sectoriales o son consecuencia de problemas
que existen en diferentes ámbitos?
-Es un problema sectorial en el sentido de que efectivamente el legado de la
dictadura hasta ahora no se ha tocado, y esa es la causa principal de la crisis
educacional. Lo que ocurre es que existe un correlato en otras esferas de la
vida nacional, donde hay amarres similares, donde se está llegando a un punto
que es necesario enfrentarlos. El caso más importante es el del cobre, porque no
es posible que cinco empresas mineras privadas se lleven el equivalente al
presupuesto del Estado en un año. Es una locura.
Otra área es el sistema previsional, que en lo fundamental no es otra cosa que
un mecanismo de traspaso de inmensos recursos desde los bolsillos de los
trabajadores y del fisco a un puñado de grupos empresariales y una industria
parasitaria de administración y seguros previsionales.
-A su juicio, ¿cuál es el principal problema del sistema educacional en nuestro
país?
-Todo Chile sabe que los problemas de educación son muy complejos, pero que en
realidad se pueden reducir a unos cuantos temas centrales. El principal de ellos
es derogar la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza. Es la traba principal
que hasta ahora impide al Estado asumir como corresponde la reconstrucción del
sistema público, que constituye la principal herramienta con que cuenta el país
para dotarse de un sistema educacional de calidad
-¿Por qué la LOCE es una traba a una educación pública de calidad?
-El sistema de financiamiento, consustancial a la LOCE, impide al Estado
transferir recursos a los colegios públicos, si al mismo tiempo no entrega
montos equivalentes a los colegios particulares subvencionados. Para qué decir
de la posibilidad que el Estado plantee un plan nacional de reconstrucción del
sistema público de educación, aportando para ello los recursos que sean
necesarios. Esto queda descartado de plano por la LOCE. El Estado simplemente no
puede hacerlo. Incurriría, según esta ley, en competencia desleal con la
industria privada de educación.
Rol del Estado
-¿Desde qué punto debe comenzar la discusión dentro del Consejo Asesor
Presidencial?
-Lo principal es dejar de lado la ideología extremista que ha prevalecido hasta
el momento, donde lo prioritario es garantizar la educación privada. Terminar
definitivamente con la locura de que el mercado puede resolver todos los
problemas y que la educación es un negocio. Desde luego, terminar con el absurdo
criterio que asume que la educación es un capital que genera ganancias, por lo
cual hay que someterlo a las reglas de los créditos bancarios.
Al educarse, la fuerza de trabajo no adquiere un capital, sino simplemente mayor
calificación. De esta mayor capacitación obtienen ganancias comerciales no las
personas que se educan, sino los capitales que luego los contratan. Los mayores
salarios simplemente retribuyen exactamente el mayor costo de la fuerza de
trabajo calificada. El capital no les paga ni un peso de más y, generalmente,
harto menos.
-Desde su perspectiva, ¿qué rol debe jugar el Estado en el tema de la educación?
-Volver a la idea que lo central es garantizar a todos educación de calidad.
Para ello, evidentemente, el Estado debe priorizar lo que es más importante, que
es la urgente mejoría del sistema público en todos los niveles. Lo primero es
asumir sencillamente que el sistema público existe. Actualmente, bajo la
ordinaria denominación de sostenedores se pretende la ficción que todos los
colegios y universidades son iguales
La clave es iniciar un gran programa de reconstrucción del sistema educacional
público y destinar a ello todos los recursos materiales y humanos que sean
necesarios.
Desde el punto de vista del presupuesto, se trata de volver, al cabo de algunos
años, a los niveles de gasto público previos a la dictadura, o sea, a niveles
del 7% del PIB. Desde el punto de vista de la distribución del financiamiento,
terminar con la tontería de los ‘vouchers’ (subvención) de (Milton) Friedman, y
volver a la asignación presupuestaria de los recursos.
-¿Y qué pasa con la educación privada y los colegios subvencionados?, ¿en qué
lugar quedan?
-Nada de lo anteriormente expresado implica el desmantelamiento de la educación
particular. Solamente, implica que el Estado prioriza la educación pública.
Además, se debe terminar con la idea que los recursos públicos sólo son para los
más pobres. Esto es propio de mentalidades que parten de la base que los
recursos públicos deben ser muy escasos y que el Estado no debe preocuparse del
desarrollo, puesto que eso es asunto de los mercados.
El Estado debe continuar promoviendo y subsidiando los colegios particulares
subvencionados que se dediquen por entero a la educación, sin fines de lucro y
que posean probada calificación académica.