Latinoamérica
|
Evo Morales llama a votar por el No a la autonomía de la burguesía
La ofensiva autonomista con Santa Cruz a la cabeza busca descentralizar el
poder de La Paz
Pablo Stefanoni
Página/12,
A menos de un mes del referéndum autonómico que se desarrollará en paralelo a
las elecciones de la Asamblea Constituyente, el oficialista Movimiento al
Socialismo (MAS) decidió elegir la boleta del "No" a las autonomías. "No vamos a
apoyar el planteamiento de Santa Cruz. Los movimientos sociales han definido que
votarán No", declaró a la prensa el diputado masista César Navarro, comentando
una posición que ganó terreno en el partido del gobierno y que cuenta con el
aval del presidente Evo Morales. La consulta autonómica fue habilitada el año
pasado mediante la ley de referéndum por iniciativa ciudadana, después de un
cabildo que reunió a unas 200 mil personas en el centro de Santa Cruz de la
Sierra.La información contenida en el boletín es de fuentes propias, sitios web,
medios periodísticos, redes alternativas, movimientos sociales y organizaciones
políticas de izquierda.
Según las últimas encuestas, el rechazo a las autonomías está creciendo en todo
el país, especialmente en el occidente boliviano. En el próspero departamento de
Santa Cruz –que comparte las riquezas gasíferas con Tarija–, su ciudad capital
resiste como reducto del Sí rodeada de un anillo campesino por el No, que se
opone a la hegemonía regional del Comité Cívico, autoconsiderado el "gobierno
moral" de la patria chica y fuertemente influenciado por organizaciones como la
poderosa Cámara de Industria y Comercio (Cainco) o la Confederación Agropecuaria
del Oriente (CAO). "No queremos reemplazar el centralismo paceño por el de las
elites de las capitales departamentales", dice una resolución indígena que
muestra que una gran parte de los cruceños y tarijeños se resisten a
identificarse con la imagen regional irradiada por las elites locales –Oriente
productivo y próspero, Occidente conflictivo y fracasado– y estos sectores
"excluidos" de la identidad cruceña "oficial", muchos de ellos migrantes collas,
le dieron más de un tercio de los votos a Evo Morales el 18 de diciembre pasado.
Las luchas autonómicas cruceñas emergieron intermitentemente en diferentes
momentos de la historia boliviana, país organizado bajo un régimen unitario cuyo
eje pasó de Sucre a La Paz después de la guerra Federal (1899). Uno de esos
conatos autonomistas fue el temprano levantamiento federal encabezado por Andrés
Ibáñez, líder del Partido Igualitario. Dice la historia que, al ser electo
diputado en 1874, Ibáñez arrojó su levita de doctor y los botines de charol, se
puso una chaqueta de artesano –la base de su partido– y marchó descalzo, bajo la
consigna "todos somos iguales". A fines de 1876, los igualitarios proclamaron la
federación desencadenando la reacción del gobierno central, que envió al
ejército a sofocar el movimiento y fusiló a su líder. Hasta mediados del siglo
XX esta región oriental se encontraba aislada del resto de Bolivia: un camión
necesitaba seis días para hacer los quinientos kilómetros que separan a Santa
Cruz de Cochabamba. Y fue recién en los años cuarenta que se puso en marcha el
denominado Plan Bohan, que muchos consideran el arranque del desarrollo cruceño.
En los años cincuenta, las violentas luchas por el 11 por ciento de las regalías
petroleras enardecieron los ánimos regionalistas y se mezclaron con las
actividades conspirativas de la Falange Socialista Boliviana (FSB) contra el
gobierno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) que encarnaba las
banderas de la Revolución Nacional del 9 de abril de 1952. El Comité Cívico Pro
Santa Cruz fue, de partida, un bastión falangista y en los años setenta un
refugio para los partidarios del general Hugo Banzer Suárez, quien derrocó
mediante un golpe de Estado al gobierno militar nacionalista del general Juan
José Torres y gobernó de facto hasta1978. Banzer retribuyó ese apoyo entregando
gran parte de las tierras que poseen hoy los grupos de poder locales.
En los últimos años, la otrora aldea cruceña se transformó en una de las
regiones más prósperas del país: produce el 30 por ciento del PBI boliviano y
recibe más de la mitad de la inversión extranjera que llega a Bolivia. Pero ello
no impidió que, desde la "guerra del gas" de 2003 y la pulverización de los
partidos tradicionales, las elites cruceñas perdieran sus espacios en la
política nacional. Por eso, la actual ofensiva autonomista tiene mucho de
"blindaje": salvar las tierras y controlar los recursos naturales (gas y
petróleo) frente a lo que se percibe como un renacimiento del "populismo
radical" encabezado por Evo Morales. Si en el occidente las penurias son
achacadas al neoliberalismo, en el oriente se apunta al centralismo paceño o "andinocentrismo".
"No queremos autonomía para la burguesía", repitió días atrás el mandatario
boliviano, que luego de sostener una posición favorable al Sí, se ha volcado
hacia el rechazo. Varios ministros y parlamentarios del MAS ya están haciendo
campaña por el voto negativo. "Votar Sí es como votar a Podemos (la oposición de
derecha encabezada por el ex presidente Jorge "Tuto" Quiroga)", declaró el
ministro de Obras Públicas, Salvador Ric Riera. Nos lo veníamos venir",
responden desde la trinchera cruceña y anuncian una intensificación de la
campaña por la autonomía, con apoyo de las estructuras del gobierno regional,
por primera vez elegido mediante voto popular el 18 de diciembre.
Sin duda, el No masista tensará aún más las relaciones entre el poder ejecutivo
y el gobierno cruceño, en un contexto de crispación por la "revolución agraria"
iniciada por Morales y la convocatoria de los latifundistas a conformar "comités
de defensa de la tierra". Para los movimientos sociales las autonomías son,
simplemente, una carta de las "oligarquías regionales" para debilitar al
gobierno indígena y bloquear el tránsito hacia un nuevo modelo económico
nacionalista.