Latinoamérica
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El gobierno lo tiene cualquiera
Señal de Alerta
por Herbert Mujica Rojas
Si los trascendidos que musitan -y más que musitan, denuncian- que apenas se
tenga el resultado del próximo comicio del 4 de junio, ya está pactado o
convenido que el Establo congresal apruebe el TLC (Tratado de Libre Comercio)
con Gringolandia, Perú y su pueblo, quedan a merced de unos grilletes cuyos
primeros efectos nocivos se sentirán en los campos de salud y agricultura. A
unos y otros afecta directa y letalmente. Pero conviene reiterar la pregunta que
debía lacerar conciencias y alertar contra claudicaciones: ¿vale el gobierno un
TLC traidoramente "negociado"?
La desesperación mediática del ministro del TLC, oficialmente de Comercio
Exterior, Alfredo Ferrero, de su alfil Pablo de la Flor, representante directo
en Perú de los que hicieron el TLC de Chile con EEUU, el estudio de Eugenio
Tironi, y de toda la pandilla bien pagada para "convencer" al Perú que el "sí o
sí" que alguna vez -y será recordado de por vida- dijera el presidente Toledo,
es abrumadora como desvergonzada. Es como si tuviéramos en los altos cargos a
gringos pro domo sua y aberrantemente descarados. ¡Cómo si nadie supiera que
todos ellos ya tienen puestos de capataces, flageladores y ojos y oídos de las
empresas que se asienten en Perú luego que se firme aquel TLC!
A propósito del presidente Toledo y su defensa "gallarda" de Graña y Montero que
ha invertido en Bolivia. ¿Por causa de qué en el 2002, cuando pulverizaban en
Chile, vía ajuste bancario, judicial y a través de una prensa convenientemente
agresiva, a Aerocontinente, no reaccionó igual? La aerolínea había capturado en
buena lid y excelente servicio no menos del 15% del mercado del país sureño.
Pero no sólo no dijo nada, sino que parecía que el asunto era totalmente ajeno a
los peruanos. El infeliz que hacía de canciller, Niño Diego García Sayán, el zar
de las ONGs, condecoraba a su par chilena Soledad Alvear ¡por esos mismos días!
en Lima.
¿Un lavado de rostro, desde la puerilidad vanidosa del gobierno, confiere
validez a un antimperialismo marchito que no cuestiona la clarísima y concesiva
pretensión de ser como país, apresados por un tratado internacional -para el
Perú- y apenas un pacto comercial para Estados Unidos? Conozco cientos de
militantes apristas honestos. A ellos la pregunta.
El poder que manda y determina qué se hace y qué no en Perú y en el mundo, nunca
está en Palacio. Está en los memos, llamadas telefónicas, emails y gritos
desaforados de los guardianes del gran capital que sólo consideran que los
hombres y mujeres de este país son guarismos fríos y que la productividad vía
inversión importa más que las muertes por desnutrición, ignorancia y
envilecimiento de 26 millones de peruanos. Para el capitalismo salvaje lo único
válido son los réditos que se consiguen. El resto es basura. Sólo que esa
"basura" son seres humanos, fundamento y base de cualquier proceso
revolucionario.
Hoy, puestos en el abismo de grandes claudicaciones que hundirán en el basurero
de la historia a quienes se conviertan en cómplices gonfaloneros de estas
acciones, hay que llamar a la conciencia nacional antimperialista para que
critique, piense, reflexione, perfeccione tratados lesivos que están por
firmarse por un Establo congresal carente de cualquier representatividad o
respetabilidad política. Que cada quien asuma su responsabilidad y que conteste
por ella. Y a los traidores habrá que perseguirlos y fusilarlos moralmente por
calles y plazas. Las leyes no los sancionan ni castigan.
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!