Latinoamérica
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Haití en perspectiva histórica
Ángel Guerra
La Jornada
La elocuente
entrevista concedida por el popular presidente electo de Haití, René Preval, a las periodistas Rosa Miriam Elizalde y Arleen Rodríguez Derivet en su reciente visita a Cuba, es un buen motivo para mirar la realidad haitiana de hoy desde una perspectiva histórica. Preval puso el dedo en la llaga sobre dos temas cruciales: el precio que le han hecho pagar a su pueblo a lo largo de dos siglos por su revolución atiesclavista, y qué pasa en realidad con la ayuda internacional al país más pobre de nuestra región, dos asuntos que están estrechamente interrelacionados. Haití, dijo el mandatario, "ha sido víctima desde su nacimiento de un complot internacional porque resultaba un mal ejemplo para los poderes internacionales, interesados en que nos quedáramos tranquilos como esclavos". El notable intelectual de Trinidad-Tobago C.L.R. James en su imprescindible libro Los jacobinos negros sintetiza así el significado de la revolución haitiana: "La transformación de los esclavos, de temblar por cientos ante un solo hombre blanco, en gente capaz de de organizarse a sí misma y derrotar a las más poderosas naciones europeas de su día es una de las grandes épicas de la lucha y las conquistas revolucionarias". La prima revolución social triunfante en América Latina, hizo de Haití un faro de la libertad a fines del siglo XVIII y principios del XIX. No sólo conquistó la emancipación de los esclavos, sino que lo convirtió en el primer Estado independiente de la región y el primero en aplicar una radical reforma agraria. Napoleón, que había restaurado la esclavitud después que esta fuera abolida por la Convención, definió de esta manera el peligro que entrañaba el movimiento antiesclavista en la colonia francesa: "La libertad de los negros, si es reconocida en Saint Domingue y legalizada por Francia, será por todos los tiempos un punto de unión para todos los que buscan la libertad en el Nuevo Mundo" y acto seguido envió contra ellos al mariscal Leclerc al frente del mayor contingente militar que había atravesado hasta ese momento el Atlántico. Leclerc murió en Haití, y como antes el comandante británico Maitland y sus quince mil hombres, llamados por los señores esclavistas de la más rica dependencia colonial de entonces, los franceses terminaron rindiéndose a los haitianos. Haití fue bloqueado, aislado y hostigado sin piedad por las potencias de la época, pero aún en esas circunstancias, el presidente Petion entregó a Simón Bolívar refugio, amistad, armas, navíos y sabios consejos políticos que le permitieron reiniciar con éxito su epopeya suramericana.