Latinoamérica
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Vientos de guerra
Nuestros pueblos han asimilado las agresiones y acumulado fuerzas y
conocimientos
Revista Resistencia-FARC-EP
Corren vientos de guerra en América Latina y El Caribe. Se mueven los
gigantescos portaviones repletos de naves de combate, escoltados por misileras
de última generación provistas de armamentos atómicos y nucleares; surcan los
amplios espacios las naves espías que despegan de diversos aeropuertos y en el
fondo de las aguas se mueven con pericia los submarinos imperiales, buscando
información electrónica.
Hacía muchos años no se presentaba semejante parafernalia militar dirigida por
el Comando Sur, que asume el control de la zona y mueve su equipo a discreción
tomando posiciones en diversos puertos y aeropuertos acondicionados para estos
fines y encubiertas las operaciones bajo nombres que ocultan su verdadero
objetivo: afianzar su poderío bélico que le permiten mantener el control
económico y político en el área.
A lo largo del siglo XX las incursiones militares similares a la actual contra
diversos países fue cosa común. Entonces nada nuevo hay bajo el sol. Somos
conscientes de la imposibilidad de enfrentar semejante poderío militar en una
guerra regular. Ningún país posee la tecnología ni las armas de largo alcance ni
la capacidad de obtener la victoria contra las fuerzas invasoras de EEUU en el
continente, mediante la guerra regular. Esto lo saben ellos y lo sabemos
nosotros.
Lo nuevo, lo extraordinariamente nuevo, es el enorme acumulado histórico que
recoge las experiencias de nuestros pueblos en el desarrollo de la lucha armada
revolucionaria, que muestran el camino y las posibilidades de enfrentar a los
imperialistas con éxito.
Estas experiencias tuvieron su punto culminante en algunos países, en presencia
de las dictaduras militares impuestas por EEUU. Recordamos, la guerrilla
organizada por el Partido Comunista del Brasil en la región del Araguaya; la de
Lamarca en Sao Paulo que finaliza en el nordeste con el asesinato de su líder;
la de Carlos Mariguela en la misma ciudad; la de Trombas en el centro del país,
organizada ésta por el partido comunista brasilero.
Hubo y hay todavía grupos guerrilleros en Perú, el MRTA y Sendero Luminoso; vive
en el corazón de los bolivianos la experiencia de la guerrilla de Ernesto Ché
Guevara; se mantienen los miles de guerrilleros indígenas del Amazonas
ecuatoriano, armados y entrenados para enfrentar las huestes peruanas en tiempos
de Fujimori, desarmados después de la firma de la paz, por temor a que
intentaran tomarse el poder, traicionados por Lucio Gutiérrez.
Desde Argentina, pasando por Uruguay, Paraguay y Chile todavía se siente en el
ambiente el accionar de los Tupamaros o el Manuel Rodríguez.
Por donde quiera que miremos, nos encontramos con quienes tomaron parte en estas
acciones y por consiguiente, en el imaginario popular de los obreros, campesinos
y pueblo que mantiene esta enorme reserva y los valiosos conocimientos en el
desarrollo de la guerra de guerrillas, con sus particularidades, su movilidad,
su enorme capacidad de creación y desarrollo de diversas acciones.
Todo lo anterior tiene su máxima expresión moderna en la guerra de guerrillas
que por más de cuarenta años se desarrolla en Colombia, cuyo destacamento de
vanguardia actual está representado por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC-EP), que desde su nacimiento en 1964 viene enfrentando con éxito
a la oligarquía y al imperio.
Lo extraordinariamente nuevo hoy, es el giro que va tomando la política
continental que se inclina hacia la liberación nacional, la democracia
revolucionaria y el socialismo, desafiando, como nunca antes al imperio;
mostrando la unidad de acción en la defensa de sus recursos naturales y
desarrollando planes de integración que apuntan al rescate de la soberanía
popular y en defensa de sus recursos naturales.
Estos dos factores, que se unen en el tiempo y el espacio y que brotan y se
mueven con fuerza buscando formas de defensa y desarrollo de la guerra de todo
el pueblo, impedirán que se consolide cualquier ocupación militar o que se logre
el éxito mediante golpes de estado, magnicidios u otras variantes.
Más le valiera a los estrategas del imperio tener en cuenta las reservas y
conocimientos adquiridos por los pueblos latinoamericanos y caribeños, en este
tipo de confrontación, porque con seguridad están dadas las condiciones, que no
había antes, para que en caso de agresión directa contra Cuba, Venezuela,
Colombia o Bolivia, por ejemplo, broten desde los confines de los Andes y desde
las profundidades de la amazonía o la Sierra Maestra, torrentes guerrilleros que
en guerra prolongada les hagan morder el polvo de la derrota como acontece en
Irak.
Nuestros pueblos han asimilado las agresiones y acumulado fuerzas y
conocimientos que les permitirán defenderse y a ello están dispuestos, así en su
accionar, se lleven también de calle las oligarquías que aspiran a mantenerse en
el poder o devolver la rueda de la historia, cuando ha cambiado la correlación
de fuerzas a favor de las clases populares.
El resultado final de esta confrontación así planteada, daría como resultado la
consolidación de la estrategia bolivariana de independencia y justicia social
que se encuentra pendiente de ser cumplida desde la muerte de Simón Bolívar y
que hoy renace con enorme fuerza en el continente a través de diversas
organizaciones y formas de lucha, armadas o no, dispuestas a imponerla.