Latinoamérica
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Un examen del poder de la insurgencia y de los cargos recientes de Estados Unidos contra la dirigencia de las FARC-EP
James J. Brittain y R. James Sacouman
Red Resistencia
Traducción de Sami Nahuel
Numerosas instancias en medios populares, periódicos académicos, o informes con
base en reportes de Estado han expresado la fortaleza táctica y militar de las
FARC-EP. Mientras que algunos estudios han examinado la capacidad de la
insurgencia para impedir el avance de crecientes esfuerzos contrainsurgentes de
EE.UU./Colombia, otros han señalado la capacidad de las FARC-EP de ampliar su
área geográfica aumentando simultáneamente su número de combatientes por medio
del reclutamiento. Dentro de este espectro de análisis, sin embargo, muy pocos
estudios han expuesto cuantitativamente la aserción del estado EE.UU./Colombia
de la dependencia de las FARC-EP de la cocaína o, en cuanto a eso, de su
relación directa con la industria de la coca. Esta excusa, utilizada para
implementar la ‘guerra contra las drogas’ de EE.UU./Colombia vía el plan
Colombia, es como demostraremos, una mentira.
Durante la guerra fría fue ampliamente reconocido a través del mundo que los
movimientos insurgentes de base Marxista y Marxista-Leninista podrían ser
parcialmente sostenidos a través del apoyo objetivo y subjetivo de la URSS*.
Sin embargo, con el fin de ambas, la guerra fría y del bloque soviético,
observamos una decadencia precipitada e inmediata de importantes luchas y
movimientos revolucionarios de orientación clásicamente Marxista, especialmente
dentro de América Latina. Algunos analistas fueron más allá al decir que
"después de la caída de los Sandinistas y del muro de Berlín, la revolución
desapareció nuevamente del léxico de la izquierda" (Castañeda, 1994: 68). Dentro
de esta presunta desaparición, no obstante, se mantuvo una organización
político-militar, reivindicando una ideología Marxista-Leninista y una
estrategia hacia la autodeterminación revolucionaria de/por/para las clases
obreras y los aliados campesinos dentro de Colombia. Las FARC-EP no solamente
sobrevivieron a la guerra fría y el fracaso del comunismo al estilo Soviético,
sino que la guerrilla ha crecido notablemente tanto en su tamaño numérico como
en extensión geográfica (Brittain, 2005).
Las explicaciones anteriores con respecto a la fortaleza de las FARC-EP, no se
han basado en una apreciación crítica de la posición ideológica de la
insurgencia, ni se han arraigado en un análisis de la economía política y de las
devastadoras condiciones materiales de la gran mayoría de la población rural.
Por el contrario, los informes han retratado a menudo que el poder de las
FARC-EP "es mantenido abrumadoramente por las ventas de cocaína y de opio desde
el territorios controlado por las FARC" (referencia). De hecho, el poder de las
FARC-EP ha sido directamente relacionado y subordinado a la intrincación de la
insurgencia con la industria de narcóticos. Desde el inicio del Plan Colombia
varios académicos y muchos funcionarios de Estado de EE.UU. han afirmado que la
creciente fuerza de las FARC-EP era hipotéticamente plausible "siempre y cuando
sus agendas estén apoyadas por las actividades ilícitas altamente provechosas...
de beneficios de la droga y de demandas de rescate relacionadas con secuestros"
(Steinberg, 2000: 264).
Otros han expresado una posición similar argumentando que los pasados logros
militares de las FARC-EP han sido proporcionales al incremento de la industria
de la coca en áreas bajo control de la insurgencia. Alain Labrousse (2005: 179)
escribió que los éxitos más decididos de la guerrilla "contra el ejército
colombiano entre 1996-1998" fueron atribuidos únicamente "al Bloque Sur de las
FARC, el cuál opera en dos de los más grandes departamentos productores de coca,
los departamentos de Caquetá y Putumayo". Para examinar si esto es correcto, es
necesario un análisis contemporáneo de los números.
Desde que los Estados de EE.UU./Colombia comenzaron la 'guerra contra las
drogas', el cultivo de la coca dentro de las regiones donde se extienden las
FARC-EP, de hecho ha descendido significativamente . Por ejemplo, las FARC-EP
han mantenido un poder consistente al igual que apoyo por más de tres décadas en
Putumayo. Por supuesto, el Plan Colombia apuntó específicamente hacia Putumayo
basándose en el razonamiento de que la extensa mayoría del cultivo de la coca
dentro del país era producido en este solo departamento (UNODC, 2005: 15, 28).
Dentro de un período de cinco años, el cultivo de la coca demostró una
disminución precipitada en Putumayo y en el resto de las regiones de principal
extensión de las FARC-EP (tales como Caquetá, Cauca, y Guaviare) la cuales
sostenían en un tiempo cerca del 95% del cultivo total de la coca dentro del
país (O'Shaughnessy y Branford, 2005: 32). Sólo en el 2003, el cultivo de coca
disminuyó un 21% (Crandall, 2005b: 182).
Así entonces, según los argumentos hegemónicos que ligan el desarrollo
revolucionario a los narcóticos, es que las FARC-EP deberían estar
increíblemente debilitadas por la pérdida de un recurso de ingresos tan
importante. En realidad, sin embargo, tal premisa demuestra ser incorrecta.
Sobre el período de los últimos tres años, las FARC-EP han demostrado un aumento
notable tanto en poder como en reclutamiento, con mayores ofensivas militares
realizadas especialmente en los últimos dos años (Rangel, 2004). Desde febrero
de 2005, las FARC-EP han demostrado una ofensiva militar constante a través de
diferentes sectores del país, especialmente dentro del sur, todos los cuales se
han traducido en ataques récord contra fuerzas de estado/paramilitares (Brittain,
2005; Restrepo y Spagat, 2004). En el 2003, los ataques de las FARC-EP
aumentaron en un 23%; en el 2004 se vio un incremento del 101% de las ofensivas
realizadas contra infraestructura de gobierno y un aumento del 21% en ofensivas
contra corporaciones multinacionales privadas a través de ataques realizados
contra oleoductos (Fundación Seguridad y Democracia, 2006; Vieira, 2006;
Crandall, 2005: 177). Interesante a su vez, es que también durante este período
varios medios noticiosos hacían pública información que ilustraba que las
FARC-EP han estado mucho menos implicadas en actividades de narcóticos que lo
previamente sospechado (Semana, 2005; Miami Anuncia, 2005; EL Tiempo, 2005).
En nuestra opinión, las FARC-EP han ilustrado una importante realidad
organizacional y objetiva a la extensa comunidad internacional. Todo el
argumento de que el liderazgo revolucionario de las FARC-EP es dependiente de la
industria de narcóticos para entrar en un conflicto revolucionario con el estado
colombiano es drásticamente incorrecto. Lo que ha sido observado en los pasados
últimos años, todavía con extrañeza ignorado, es que las FARC-EP son mucho menos
dependientes de las drogas y/o secuestros que lo que se ha ilustrado en el
pasado u hoy en día. Por el contrario, la estrategia y tácticas de las FARC-EP,
según lo reconocido por James LeMoyne de la O.N.U, se delinean alrededor de una
ideología revolucionaria de auto-emancipación de trabajadores y campesinos.
Quienes integran las FARC-EP comprenden que están conduciendo una lucha por los
sectores explotados y empobrecidos de la población colombiana (LACIC, 2004; vea
también Coghlan, 2004: 10; O'Donoghue, 2003). El decline de la narco-industria
dentro de las regiones de extensión de las FARC-EP ha tenido muy poco efecto en
la posición y aptitud ideológica de las FARC-EP.
En nuestra opinión, las FARC-EP es tan profundamente consecuente precisamente
debido a su organización Marxista-Leninista. Es seguramente clásico M-L para las
FARC-EP apoyar la demanda del campesinado y del semi-proletariado para encontrar
una manera de sobrevivir en Colombia rural permitiendo y regulando la producción
y la comercialización de la coca en sus zonas de influencia mientras que
intentan encontrar alternativas. Es seguramente clásico M-L que las FARC-EP
estén en guerra contra los criminales-capitalistas de las AUC (Autodefensas
Unidas de Colombia), con el que claramente argumentan es un estado fascista
colombiano, y con el imperialismo de los EE.UU.
Es importante tomar en cuenta esta información cuando se consideran las
recientes acusaciones traídas contra la dirección de las FARC-EP por el
Ministerio de Justicia de Estados Unidos (USDOJ). ¡El USDOJ, sin presentar
ninguna evidencia, ha declarado que las FARC-EP han importado más de $25 mil
millones (Dólares Americanos) de drogas a países a través del mundo?! Tal
aseveración deja dos preguntas importantes por contestar: 1) ¿Cómo son capaces
los Estados Unidos (DEA, CIA, etc.) y el estado colombiano de interceptar o de
rastrear (la supuesta) cocaína de las FARC-EP cuando el cultivo de la coca ha
caído en forma significativa dentro de regiones de extensión de las FARC-EP?; y
2) ¿Cómo puede el estado colombiano tan fácilmente interceptar o rastrear (la
supuesta) cocaína de las FARC-EP cuando el arsenal combinado del ejército
colombiano, de los Estados Unidos (Fuerzas Especiales, CIA, DIA, DEA etc.),
cuatro firmas contratistas privadas importantes, y todos los paramilitares no
pueden encontrar siquiera a la dirigencia de las FARC-EP?
En el medio de estas acusaciones contra la dirigencia de las FARC-EP, 6+
toneladas (cerca de $1,5 mil millones) de cocaína cultivada y procesada por el
estado/paramilitares AUC han sido objetivamente encontradas en el puerto de
Cartagena sólo en los últimos 100 días. Los autores reconocen que es en los
mejores intereses de los imperialistas y capitalistas de Estados Unidos, del
estado colombiano, y de sus socios de las AUC el trabajar juntos para distraer
la atención del mundo real urdiendo "la acusación de narcotráfico más grande que
se haya archivado en la historia de ESTADOS UNIDOS" contra las FARC-EP. El
principal narcotraficante dentro de Colombia, en la última década por lo menos,
ha sido el principal socio de los EE.UU. y del estado colombiano actual, el
estado-terrorista AUC. A fin de sostener el estado no-democrático de Uribe e
intentar tener en jaque si no destruir los avances de la revolución socialista,
el Ministerio de Justicia de Estados Unidos y la Corte de Distrito de Estados
Unidos están forzados a mentir.
* James J. Brittain, University of New Brunswick y R. James Sacouman, Acadia
University.
Artículos Citados
Brittain, James J. (2005) "The FARC-EP in Colombia: A revolutionary exception in
an age of imperialist expansion:" Monthly Review 57(4): 20-33.
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March 15, 2006.
*
Nota de La Fogata: Aclaración, en Latinoamérica nunca existió apoyo a organizaciones politico/militares por parte de la Unión Soviética, diríamos que fue al revés, se trato a través de los distintos partidos comunistas de la época, frenar, calumniar, a las distintas organizaciones revolucionarias del continente que habían decidido la toma del poder por la vía armada.