Latinoamérica
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La ira mediática se traduce en exaltación nacionalista
Vale tudo al hablar de Evo y el gas
Las elites informativas y empresariales de Brasil radicalizaron sus
posturas en contra de la nacionalización de Bolivia
Darío Pignotti
desde San Pablo Página/12
"Indio nao quer Petrobras." De tan elocuente, la frase en portugués no necesita
traducción al español. Lo llamativo (o prosaico) es que fue así como se tituló
un artículo publicado por Veja, la revista de mayor circulación en Brasil, y el
"indio" de marras era Evo Morales. Es evidente el sesgo racista del texto
aparecido en diciembre luego de que los bolivianos eligieran como presidente a
un indígena. Ya por entonces el semanario avizoraba la amenaza que el ex "pastor
de llamas" representaba para las inversiones brasileñas a estar por su "discurso
populista y nacionalista". La profecía se hizo realidad la semana pasada cuando
la ideología "radical" de Morales lo llevó a nacionalizar los hidrocarburos.
Conforme la crisis del gas fue cobrando más intensidad una suerte de desprecio
racial y excitación nacionalista fue tomando cuenta de importantes medios de
comunicación locales.
En una de las radios más oídas de San Pablo, la Joven Panamericana, el
periodista José Neumanne Pinto resumió la crisis en pocas palabras: "esto es
guerra" dado que Bolivia "invadió" militarmente instalaciones de la petrolera
Petrobras. Seguidamente recomendó al presidente Lula da Silva cortar relaciones
con su "compañerito indígena". En radio Bandeirantes la inflamación patriótica
no fue menor. El conductor José Paulo de Andrade consideró que lo de Morales fue
una "afrenta" a la "nación" y recomendó una respuesta no sólo diplomática.
"Ellos nos invaden" mientras "nosotros" continuamos impasibles, gritó.
El verbo "invasión" es uno de los que más se lee y escucha en los últimos días.
"Morales invade Petrobras y nacionaliza el gas" tituló a seis columnas el diario
Folha de San Pablo en su sección Dinero, el martes pasado. Dejando las formas
diplomáticas de lado el canciller Celso Amorim le preguntó al enésimo reportero
que le pidió mano dura: "¿qué es lo que usted quiere, que invada Bolivia y los
obligue a pagar el precio que yo deseo? Ese no es nuestro método".
La cólera mediática, salvo excepciones como la del columnista de Folha Clovis
Rossi ("Evo tiene derecho hasta a errar"), fue en línea con el estado de
espíritu de la mayor corporación patronal, la Federación de Industriales de San
Pablo, Fiesp, que, por lo demás, congrega al grueso de los consumidores de gas
boliviano. San Pablo es destinatario del 75 por ciento de los casi 30 millones
de m3 de fluido importados cada día. Paulo Skaf, presidente de la Fiesp,
calificó a la nacionalización como un "show de pirotecnia y una demostración de
populismo".
El gobierno brasileño montó un dispositivo de doble mano ante el "supremo
decreto" de Morales, del que no fue noticiado con antelación. Mientras el
presidente Lula da Silva asumió el carril negociador a la estatal Petrobras le
cupo ir al choque, amenazando llevar el caso a una corte arbitral de Nueva York.
El doble juego diplomático demuestra que el Estado brasileño no está dispuesto a
regalar nada a Bolivia. Más: luego de que Lula y Morales dialogaron
personalmente y acordaron pactar los precios, Petrobras reforzó la línea
confrontativa y emplazó a Bolivia para que resuelva el valor del gas en 45 días.
Pero las elites informativas y empresariales no consienten ningún tipo de
diálogo con La Paz. Para ellos es inconcebible que la administración Lula haya
reconocido a Bolivia el derecho "soberano" de retomar la propiedad de sus
recursos energéticos, algo que Brasil hizo en los años ’30.
Para la Fiesp, al gobierno le falta "firmeza" en la "defensa del interés
nacional" y le sobra tolerancia hacia Morales. En el diario Estado de San Pablo
opinan igual. "El vejamen de Puerto Iguazú" es el título del editorial principal
del sábado que evalúa la cumbre del jueves pasado entre los presidentes Lula,
Kirchner, Chávez y Morales. "A Lula sólo le faltó pedir disculpas a Morales (por
lo que éste hizo)" observa el diario y remata el "Jefe de Estado escogió el
camino de la rendición".
Aunque no hay un relevamiento sistematizado, es fácil advertir que en la prensa
brasileña predomina la idea de que Morales se volvió un personaje antipático, un
"cuervo" según un artículo de Folha de San Pablo, que tiende a alcanzar una
reprobación similar a la de Hugo Chávez. La foto de Morales montada sobre una
garrafa ilustra la tapa de la revista IstoE de esta semana en la que se lee "El
hombre que puede parar Brasil. (Morales) Humilló la diplomacia de Lula y trajo
de vuelta el fantasma del desabastecimiento de gas". La revista Veja toca en la
misma tecla al decir que la nacionalización fue un "robo", pero culpa tanto al
presidente boliviano como a su colega Chávez, acusándolo de ser quien "tramó" el
golpe. En rigor el venezolano, más que Morales, es el bicho de siete cabezas de
los formadores de opinión. En ese sentido es reveladora la retórica del
principal columnista de la TV Globo, cabeza del principal multimedio brasileño.
Arnaldo Jabor confiesa que nada lo eriza tanto como la "demagogia" y el
populismo", atributos que en su opinión encarna Hugo Chávez, al que suele
comparar con "un portero de prostíbulo gay".