Latinoamérica
|
Asesinatos, medios y políticos
Alexis Arellano
En lo personal me gustaría estar seguro de que la muerte de los hermanos Jhon,
Yeison y Keivin Faddul, así como la de su chofer Miguel Rivas, la del reportero
Jorge Aguirre y la del industrial Filippo Sindoni nada tienen que ver con los
planes de una oposición enloquecida que busca de cualquier manera contrarrestar
la creciente popularidad del gobierno venezolano. Sin embargo, la historia me ha
demostrado que con esa gente nadie puede estar seguro de nada.
Sería triste, vergonzoso y muy doloroso para el país que políticos de oficio y
empresarios devenidos en dirigentes opositores, hubiesen planeado el asesinato
de unos inocentes, sólo para lograr su objetivo de desestabilizar el gobierno
venezolano, pero la tesis no puede ser descartada a la ligera.
Allí está, para que siempre lo tengamos presente, como los medios intentaron
mostrarnos a Danilo Anderson como un perverso y corrupto fiscal, sólo con el
objetivo de que el caso fuera cerrado, pues varios de sus dueños formaban parte
del criminal complot.
Sería irresponsable, de mi parte, afirmar que los líderes de la oposición o sus
financistas participaron en tan despreciables hechos, pero descartarlo sería un
acto de inocencia.
Algunos pensarán que he ido demasiado lejos con esta teoría, pero el picao de
culebra se asusta cunado ve bejuco.
Nadie hubiera pensado antes del 11 de abril de 2002 que los dirigentes de la
oposición serían capaces de convocar a una marcha y asesinar a sus propios
simpatizantes, sólo para justificar un golpe de estadoS pero lo hicieron.
Nadie habría pensado que los trabajadores de la industria petrolera se
prestarían un día para sabotearla salvajemente, sometiendo a grandes penurias al
pueblo venezolano y ocasionando pérdidas millonarias al paísS pero lo hicieron.
Nadie sería capaz de creer que algunos ricos y ³respetados² terratenientes
venezolanos recurrirían al sicariato para resolver sus diferencias con los
dirigentes campesinosS pero lo hicieron.
Nadie se habría imaginado como posible que la Iglesia venezolana avalaría una
dictadura y guardaría silencio ante el asesinato de cientos de venezolanosS pero
lo hizo.
Hoy, nadie puede afirmar, responsablemente, que los abominables asesinatos
cometidos contra las personas ya mencionadas, son parte de un plan de un sector
enloquecido por el odio, pero es sospechoso que los mismos que ayer exigían
respeto para la Policía Metropolitana y marchaban bajo la consigna ³con mi
policía no te metas² en ocasión de su intervención; hoy intenten mostrarla como
una guarida de delincuentes creada por Hugo Chávez y Jessie Chacón para asesinar
niños y honrados venezolanos.
Usted tiene el derecho a calificar como descabelladas mis sospechas, pero no
puede afirmar que carezco de argumentos para dudar de la moral, los escrúpulos,
la honorabilidad y la sensibilidad de esos políticos, dueños de medios y
periodistas que no desaprovechan ocasión y no respetan dolor, para tratar de
sacarle partido político y económico a cualquier desgracia que ocurra en el
país.
Tampoco creo no le resulte grotesca la forma como esos individuos han
manipulado estos casos y como incitan a través de sus medios a la guarimba y la
violencia. El sólo hecho de que todos los periodistas de las emisoras de
televisión se hayan vestido de negro para reportar y comentar la muerte de los
desafortunados hermanos Faddoul evidencia que hay consistencia y acuerdos en el
accionar.
Definitivamente, prefiero pasar por desconfiado que por iluso y nadie que
carezca de valores puede inspirarme confianzaS amanecerá y veremos.