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Mirabal
Un juez en la mirilla militar
El magistrado Gustavo Mirabal fue alertado unos diez días antes de que su
vida corría peligro. Un abogado relacionado con integrantes de las Fuerzas
Armadas fue el portador del mensaje amenazante. El jurista será interrogado en
sede penal.
Walter Pernas
Brecha
"Usted es un objetivo militar inminente", le dijo el abogado al juez Gustavo
Mirabal en los días previos a la Semana de Turismo. El domingo 16 el magistrado
penal de segundo turno sintió el zumbido de una bala que pasó a centímetros de
su cabeza.
Al percibir el sonido del proyectil, le pareció que el aire de la rambla del
Buceo se cortaba, y en ese preciso instante se acordó de las más que sugestivas
palabras del abogado. Sentado junto a su cuñado en un muro bajo, y de espaldas
al mar, Mirabal se quedó callado.
—¡Eso fue una bala perdida! ¡O no perdida...! –dijo su cuñado. No hablaron más,
se levantaron y caminaron nerviosos hasta la casa de la suegra del juez.
Cuando llegaron, los ravioles estaban servidos. El magistrado se sentó a la
mesa, pero no comentó nada. Su cuñado tampoco. Ni siquiera hablaron entre ellos.
Mirabal comió y se retiró del lugar. Luego telefonearía a la casa del ministro
de la Suprema Corte de Justicia (SCJ) Daniel Gutiérrez para informarlo del
hecho.
Este ministro, que es enlace formal del máximo órgano judicial con los jueces
penales, ya había mantenido un contacto con Mirabal. Unos diez días antes del
disparo el juez le había informado a Gutiérrez acerca de la extraña conversación
con el jurista.
Gutiérrez –tras el primer informe de Mirabal– le había preguntado al juez si
quería que el caso fuera presentado ante el Ministerio del Interior y el juzgado
penal de turno. Mirabal prefirió dejar el caso por sentado ante la SCJ y no ir
más lejos. Pero el zumbido de la bala cambió las cosas.
La SCJ informó al ministro del Interior, José Díaz –que ordenó vigilancia
personal para el juez–, y la sede penal de décimo turno, a cargo del magistrado
Rolando Vomero, abrió una investigación.
En esa indagatoria, el abogado portador del mensaje amenazante se transformó en
un testigo calificado. Ayer, jueves 20, la Policía procuraba ubicar al jurista a
fin de interrogarlo, dijeron a BRECHA fuentes del Ministerio del Interior.
El nombre del abogado se mantiene en reserva por parte de las fuentes judiciales
y gubernamentales consultadas por BRECHA, pero el relato de los hechos
denunciados fue verificado por fuentes independientes.
Testigo calificado. Según denuncia relatada por la SCJ ante las autoridades del
Ministerio del Interior, y ahora que es parte del expediente penal, los hechos
sucedieron de la siguiente manera:
Mirabal había accedido a mantener un encuentro con el jurista luego de que éste
insistiera reiteradamente: "Tengo información muy importante para usted; es
urgente". Cuando el hombre llegó, se sentó frente al juez y le contó que en una
reunión de amigos a la que había asistido surgió una discusión sobre el tema de
las investigaciones por violaciones de los derechos humanos durante la
dictadura. El jurista precisó que en el grupo que polemizaba había "militares" y
que en determinado momento la charla se centró sobre "el juez Mirabal".
El abogado comentó entonces en la ronda que "conocía" a Mirabal y que lo
consideraba "un buen tipo", tras lo cual un militar dijo: "¿Mirabal? Mirabal es
un objetivo militar inminente; si es su amigo avísele que se cuide".
Y eso hizo. El abogado logró reunirse con el juez y le trasmitió el mensaje,
pero además esgrimió algunas acciones que Mirabal "podría realizar" para tratar
de "calmar los ánimos".
En la extraña charla el abogado dejó traslucir que mantenía contactos fluidos
con militares cercanos a Tomás Casella, Eduardo Radaelli y Wellington Sarli,
para quienes la justicia había habilitado la extradición a Chile a fin de ser
indagados por el caso del asesinato de Eugenio Berríos, ex agente de
inteligencia de la dictadura de Augusto Pinochet.
Mirabal fue el juez que concedió la extradición en primera instancia, y su fallo
fue ratificado por el tribunal de apelaciones y por la SCJ.
El abogado le sugirió al juez que la mejor forma de aquietar las aguas sería
elevar un escrito al Poder Ejecutivo en el que –sin dar marcha atrás en su
decisión– precisara que el gobierno tenía la potestad de aplicar el artículo 7
del tratado de extradición con Chile, a fin de impedir el envío de los militares
a los tribunales trasandinos. El contenido del escrito sería interpretado como
una forma de invitación o apoyo tácito a la medida gubernamental pretendida por
los integrantes de las Fuerzas Armadas.
"Eso jamás lo voy a hacer. Puede estar Sarli o quien sea esperándome abajo con
una metralleta...", respondió el juez al abogado.
No fue una metralleta lo que se utilizó el domingo 16 en la rambla del Buceo.
Probablemente el atentado se realizó con un arma tan o más poderosa que una
pistola nueve milímetros, pero la presunción más fuerte de la Policía es que se
usó un caño con silenciador.
El arma. El miércoles 19 la Policía inspeccionó el lugar del atentado junto al
cuñado de Mirabal. Los oficiales verificaron que el proyectil probablemente se
haya "perdido en el mar". Además, los especialistas policiales indicaron que no
se usó un revólver calibre 38 o 22, porque "para que se escuchara el zumbido, el
tirador debía estar a menos de 25 metros de distancia" y la zona estaba
despejada en ese radio, según la denuncia. Una pistola nueve milímetros puede
producir el zumbido a 50 metros de distancia, y cualquier otra arma de mayor
calibre, a más distancia, según entiende la Policía. Si se empleó un silenciador
en un arma potente, el francotirador pudo apretar el gatillo incluso desde los
edificios erigidos en la rambla y Luis Alberto de Herrera.
La sede penal de décimo turno recibirá en los próximos días la declaración
–probablemente por oficio– del juez Mirabal. Comparecerá el cuñado del
magistrado, y fundamentalmente se buscarán pistas a partir del interrogatorio
judicial al abogado portador del mensaje amenazante.
El juez Vomero y la fiscal Olga Carballo solicitarán naturalmente al jurista que
identifique a las personas que participaron de la reunión donde surgió el dato
sobre el peligro para Mirabal. Y fundamentalmente procurarán obtener el nombre
del integrante de las Fuerzas Armadas que calificó al juez como "objetivo
militar inminente" a fin de indagarlo.
Casualmente, Vomero fue el primer magistrado que estuvo al frente de la
investigación por el secuestro de Berríos. Era el titular de la sede de Pando
cuando se produjo un atentado a balazos contra ese juzgado. Corría el año 1993 y
la efervescencia militar en aquel momento surgió porque los militares Casella y
Radaelli eran indagados por el caso.
Instigación. Por otra parte, la indagatoria por el atentado a Mirabal no estará
ausente del contexto de la interna militar en que se produjeron los hechos.
Además del expediente de extradición por el caso Berríos, Mirabal está a cargo
de varios juicios por detenidos desaparecidos durante la dictadura
cívico-militar, incluido el caso de María Claudia García, nuera del poeta Juan
Gelman.
En los últimos meses –y sobre todo en las últimas semanas– el Centro Militar y
el Círculo Militar esgrimieron que las acciones judiciales contra los militares
constituían una "amenaza a la paz pública". El ex jefe de Inteligencia del
Ejército durante la dictadura Iván Paulós advirtio en varias oportunidades que
él "actuaría con hechos" ante esta situación, pero que ahora no tiene "el mando"
para llevar adelante esas prácticas. Amenazas de ese tipo fueron expuestas a
viva voz ante la prensa e incluso, en diciembre de 2005, ante un grupo de
cadetes del Ejército que presenciaban una conferencia del ex jerarca militar en
el Ateneo de Montevideo.
Ni el Poder Ejecutivo ni el Judicial adoptaron medidas respecto de estas
amenazas, que además pueden constituir atentado contra la Constitución e
instigación al delito. nRespaldo y repudio
La Suprema Corte de Justicia declaró su "total respaldo y solidaridad" hacia el
juez Gustavo Mirabal, del que destacó sus "excelentes condiciones técnicas y
morales que le han prestigiado en el ejercicio de la judicatura".
La corporación sostuvo su "profunda convicción de que actos intimidatorios de
cualquier tipo ejecutados con la intención de amedrentar a los jueces de la
República (...), no afectarán en lo más mínimo la independencia de este poder
del Estado y de sus integrantes, base fundamental del Estado de derecho y de la
institucionalidad democrática". El máximo órgano judicial indicó que tiene
"confianza" en que las autoridades encargadas de la investigación del caso
"extremarán los esfuerzos encaminados al esclarecimiento del hecho y la
aprehensión de sus autores".
Por su parte, la Asociación de Magistrados declaró su "más enérgico repudio ante
cualquier interferencia contra el cumplimiento de las decisiones
jurisdiccionales". Y confió en que "se trate de un hecho aislado, que no altere
la cultura de respeto a las instituciones democráticamente constituidas y a las
reglas básicas de la convivencia pacífica". La asociación brindó un mensaje de
"total solidaridad y apoyo" a Mirabal, "un juez de probada rectitud y
honorabilidad en el ejercicio de su función". Y apeló a la "sensibilidad del
cuerpo social para desalentar todo intento de incidir o de afectar el normal
desempeño de la administración de justicia".
Fuente: lafogata.org