Latinoamérica
|
Beatriz Merino: ¡a su casa!
Herbert Mujica Rojas
Señal de Alerta
No ocurre todos los días que un candidato presidencial ponga en su sitio a una
supuesta Defensora del Pueblo, como ha acontecido días atrás cuando Alan García
le dijo, clara y categóricamente, a Beatriz Merino que defendiera al pueblo y
produjera menos estridencias publicitarias. Equivale la situación a una bofetada
pública, al presagio de lo que puede ser, en el próximo Congreso, su inminente
desafuero.
La Premiaduría de Amigotes, digo la DP, ha tornado, gracias a Beatriz Merino en
una institución formal, baladí, politizada por los regalos que hace en forma de
medallas y por la tribuna que brinda a fracasados políticos para que vomiten
todas sus frustraciones y pretendan dar muestras de moralidad y gobierno. El
escritor español de origen peruano, Mario Vargas Llosa, se despachó con todo en
contra, específicamente de un candidato, Ollanta Humala, y lo caracterizó casi
como el nuevo heraldo negro del caos, el embajador de la ruina nacional y el
dínamo del retroceso acelerado en que, según él, puede caer el país.
¿Qué derecho le asiste a la DP Merino para regalar plataformas a quienes son sus
amigotes?: ¡ninguno! Por tanto, el consenso angustioso, conchabo infame y
conveniente, en que incurrieron los partidos políticos a fines del 2005, para
colocarla en la DP empieza a mostrar las fracturas y debilidades ínsitas que
siempre tuvo pero que fueron mañosamente ocultadas.
Llegó Merino con promesas extrañas y se refirió a misteriosas gestiones que
había estado haciendo para planes de saneamiento. Pregunté entonces, apenas tres
meses atrás: ¿qué es esto? ¿no entiende Merino que ya no es funcionaria del
Banco Mundial y que tiene que trabajar por el Perú y no por una de las
organizaciones más corruptas y corruptoras, vía préstamos y sujeciones
políticas, del mundo? Nadie sabe hasta hoy de qué hablaba.
Más adelante firmó un acuerdo de "seguimiento" de las conclusiones de la
Comisión de la Verdad, cuyos asertos no son ni ley ni de obligatorio
cumplimiento para nadie. Apenas si llegan a la calidad de propuestas, pero las
organizaciones involucradas fabrican un muñecón mediático para dar por hecho la
inminencia que tienen sus resoluciones que, en muchos casos, chocan con la
verdad verdadera para dar paso a embelecos armados y maquillados pro domo sua.
¿Por causa de qué la DP Merino está metida en este esperpento? ¿O hay una
retroalimentación de todas las ONGs que ponen personal, juegan al alimón y
persisten en ser los únicos vectores en términos de derechos humanos? Maniquea y
grosera impostura.
Todo indica que la expresión dada por la DP en el caso Camisea fue un saludo a
la bandera. Después de lo que era predecible por las anomalías del gasoducto
fraude, no le quedaba otra a la DP que hacer acto de presencia. Pero ¿qué más ha
hecho? ¡Mil perdones, sí hizo! ¡Propuso que TGP pagara la auditoría y que con
ello legitimara el tremendo robo en materiales, tecnología y daño al medio
ambiente que ha perpetrado esta empresa tramposa! ¿O cree la graduada en Harvard,
Beatriz Merino, que existe en el mundo alguna firma que sufrague veredictos
pronosticados en contra?
A Beatriz Merino le acaban de espetar duramente que defienda al pueblo. Ergo, a
tenor de la expresión, NO lo está haciendo. ¿Para qué le paga el pueblo el
equivalente de más de 5 mil dólares? Ella tiene derecho a hacer su proyecto
político y a mantener en este propósito a cualquiera de estos burócratas
caviares que ganan muy bien en nombre del pueblo, pero a lo que no tiene ni el
más mínimo derecho es a gastar en un plan particular el dinero de los
contribuyentes. Para eso tiene que irse, lo antes posible, de la Defensoría del
Pueblo.
A no dudar, una de las primeras acciones del próximo Establo, será la de
contemplar con lupa y en riguroso como exhaustivo escrutinio, la enorme gama de
errores que en tan poco tiempo de gestión ha protagonizado Beatriz Merino. Darle
las gracias, algún diploma formal y ¡sanseacabó! Perú está harto de
aprovechadores que en su nombre hacen cualquier cosa, menos lo que se les
encomienda. ¡Y este es un caso flagrante!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!