Latinoamérica
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TLC, burros y esquiroles
Señal de Alerta
Herbert Mujica Rojas
Con la excepción del ex presidente del Congreso, Antero Flores, la doctor Martha
Hildebrandt, Mercedes Cabanillas y Javier Diez Canseco, este último en firme y
enérgica oposición a ratificar el TLC firmado por el presidente Toledo en
Gringolandia, no son muchos más los miembros del Estado que han dicho esta boca
es mía con respecto al polémico tema.
No es posible, bajo ningún punto de vista, olvidar la mayestática
grandilocuencia intelectual de la legisladora Doris Sánchez cuyas luces sobre el
TLC, sus obligaciones y la autoridad de este Congreso, son fanales meridianos
para cualquier interpretación histórica que se haga, de ahora en adelante, de
estas épocas tumultuosas y veloces.
Si el principal argumento es que el Establo ha "seguido" de cerca y ha
acompañado, a través de los legiferantes, las múltiples "rondas de negociación"
-en castellano se dice agachadas serviles- ¿cómo es que quienes viajaron a hacer
turismo y a hacer gala de sus dotes polémicas y conocimientos comerciales y
políticos, no salgan al frente de quienes se oponen a esta ratificación? ¿Dónde
están o dónde se esconden? ¿bajo qué piedra, de las tantas que hay en Costa,
Sierra o Selva, se guarecen para no dar la cara ni poner el pecho ante las balas
múltiples "pagadas" por el presidente venezolano Hugo Chávez o frente a las
campañas financiadas por políticos y líderes sindicales?
Si no aparecen los muchachos y muchachas del Establo y en cambio sí lo hacen
economistas, abogados, especialistas en marketing, no pocos vendepatrias y
serviles orgánicos que no sólo subastan su alma al diablo sino que negocian el
precio, con el único propósito de salmodiar la piedra filosofal en que ha
trocado el TLC con EEUU porque si no es así, entonces adviene el diluvio
universal y las siete plagas del Egipto bíblico, hay derecho a preguntar ¿qué
está ocurriendo en Perú?
Nadie, ni los que han "seguido" las "negociaciones" o los compañeros de ruta
bien pagados, se ha cuestionado en voz alta, la simultaneidad, de suyo
sospechosa, entre la firma del TLC con Gringolandia y la inusual propuesta
chilena que quiere suscribir con Perú otro TLC y con absoluta prescindencia de
quién sea el próximo presidente tema que se dilucidará entre Ollanta Humala y
Alan García. ¡Qué raro! ¿O hay aquí un gato encerrado peludo y bien gordo?
Los esquiroles pro domo sua del TLC apuestan por sus puestos de capataces,
delegados o representantes de las firmas que llegarán con el dicho tratado. En
criollo: están defendiendo sus frijoles y los de sus camarillas minúsculas y
tecnocráticas. El Perú es un pretexto vulgar y nada más que eso. Los burros
ignorantes que dicen tener autoridad para el ejercicio de ratificaciones
claudicantes, brillan por su mediocridad y limitación palurda. Unos y otros
forman parte de esa sinfonía trágica que atenaza desde decenios al Perú de abajo
y profundo.
Nótese que los candidatos se han sentido felices de decir lo poco que han dicho.
Y ninguno profundiza en razones fundamentales e ineludibles de definir. Al ser
el TLC un tratado internacional del Perú y sólo un acuerdo comercial más para
EEUU, este convenio está por encima de la Constitución y además existe la
habilitación para contenciosos entre las empresas y el Estado peruano de
tribunales ad hoc que nunca darán la razón al Estado sino a los inversionistas
de dólares abundantes, contantes y sonantes. ¡Total, aquí se compra a jueces por
kilogramos, se alquila economistas o abogángsters u ONGs ad hoc y los burros
también se los encuentra por decenas en el Establo!
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!
Fuente: lafogata.org