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Latinoamérica
 

Entrevista a Rolando Ames (ex coordinador de la Comisión de la Verdad)
  "Humala puede ganar, pero no es lo más probable tal como están las cosas"

La espera
Entre la veintena de candidatos que protagonizaron la primera vuelta de las elecciones peruanas el domingo pasado, sólo tres podían aspirar a pasar a la ronda final: Lourdes Flores (Unidad Nacional), el ex presidente Alan García (Partido Aprista Peruano) y el ex militar Ollanta Humala, líder del Partido Nacionalista Peruano, de poco más de un año de fundación.
 
Ivonne Trías y Mariana Contreras, desde Lima
Semanario Brecha
 
Para algunos, simplificando, se trata de la derecha, el centro y la izquierda respectivamente, aunque Humala es el más difícil de encasillar en esa definición. Después de una reñida votación, que mostró las preferencias electorales repartidas en tres tercios, Humala, que obtuvo el 30,2 por ciento de los votos y García que logró el 24,7 serán quienes finalmente se enfrenten el próximo mes de junio.

Quien asuma como presidente deberá lidiar con un país con 52 por ciento de su población bajo la línea de pobreza, un 66 por ciento de informalidad laboral y un 70 por ciento de personas que no acceden a la jubilación.

El primer lugar obtenido por Humala sorprende en varios sentidos. No sólo se trata de un recién llegado a la política (de hecho esta es la primera elección en la que participó como votante ya que los militares y policías tuvieron hasta ahora vedado el voto) sino que lo hace con una campaña en contra en la que participó prácticamente todo el espectro político, apoyado fuertemente por los medios de comunicación que durante toda la campaña electoral lo acusaron de autoritario, fascista, racista, antidemocrático y hasta de asesino. En la virulenta campaña se mezclan declaraciones de sus padres y hermano sobre la conveniencia de fusilar a homosexuales, políticos y generales, de las que el candidato nunca se distanció con firmeza, un nacionalismo exacerbado y acusaciones de complicidad con Vladimiro Montesinos. Ollanta Humala protagonizó un levantamiento militar en 2000, en Tacna, provincia limítrofe con Chile, mientras ese mismo día el ex asesor de Alberto Fujimori escapaba por la otra punta del país. En 2005, tras otro levantamiento que terminó con cuatro policías muertos, él y su hermano fueron encarcelados.

El domingo de la votación transcurría serenamente hasta que Humala concurrió a votar y fue recibido con insultos, piedras y gritos. El escándalo fue subiendo de tono al punto de dejar a Humala y a su esposa acorralados en el local de votación donde debieron permanecer durante una hora mientras los observadores internacionales presentes en el lugar solicitaban la protección policial para trasladar al candidato. Sólo la llegada de la policía antimotines permitió que la pareja saliera, rodeada por observadores electorales y cubierta por los escudos policiales, mientras la multitud le arrojaba piedras y le gritaba asesino, fascista y otros epítetos. La reacción de la mayoría de los medios fue la de minimizar y justificar el incidente, acusando al propio Humala de haber fabricado el asunto para aparecer como víctima y de aprovechar el episodio para hacer declaraciones violatorias de la veda electoral. "Quien siembra vientos cosecha tempestades", dijo Alan García. Aunque el mundo entero pudo ver en directo el asombroso acto de agresión al candidato a la presidencia, al día siguiente el tema en los diarios no era más que una anécdota electoral.

El estrecho margen de diferencia entre los otros dos candidatos impide afirmar sin dudas cuál será el que se mida con Humala en la segunda vuelta. Pero mientras se sigue con el recuento de votos los medios de comunicación ya suavizan sus comentarios sobre el candidato y muchos asumen como propia la idea de un frente democrático que una al APRA y a la UN contra el "autoritarismo y el violentismo" de Humala.

Una voz serena
 
En medio del coro de diatribas contra el candidato que resultó ganador, apareció en las pantallas de televisión un comentarista que, en soledad casi absoluta, criticó la agresión a Humala y el sectarismo torpe de la campaña electoral. Era el sociólogo Rolando Ames, ex coordinador de la Comisión de la Verdad, cuyo informe final produjera tan fuerte impacto en la sociedad. Entrevistado por BRECHA, Ames señaló que el resultado electoral era interesante y expresivo de realidades, porque "permite reconocer rasgos más profundos de nuestra sociedad". Aunque lamentó que se estuviera viviendo "este clima derechista, feroz, anti Humala, que a todos nos sesga".

—¿Cómo interpreta usted estos resultados electorales?

—Lo más fácil es reconocer las diferencias regionales: la sierra, el centro y el sur votan mayoritariamente por Ollanta Humala. Lima vota mayoritariamente a Lourdes Flores y la costa norte vota a Alan García. Otro dato es el desencuentro. En los años setenta y ochenta teníamos una política aparentemente más racional, más expresiva de conflictos de clase pero vía partidos, teníamos derecha e izquierda confrontadas y el APRA al medio. Ahora, con la aparición de Humala emerge un descontento social mucho más fuerte del que se quería reconocer, y mucho más fuerte en los sectores más pobres y marginados. Que se expresen a través de la candidatura de Humala es más circunstancial, pero lo que me parece más interesante es que se expresen.

Que Humala haya planteado un rechazo radical a la política de Fujimori –que tenía un apoyo popular mucho mayor al que se admite, incluso en materia de ajustes–, que luego se haya moderado y que haya tenido un apoyo fuerte de esas regiones ayuda a ver, a quien quiera leer de buena fe, que esa población no ha tenido ninguna mejora en la situación.

—¿Y por qué tantos votos en una región tan castigada por los militares?

—En la provincia de Ayacucho, Humala obtuvo el 62 por ciento de los votos. Es una población que se siente maltratada al máximo. En Ayacucho los promotores de ong que trabajan ahí sin ser ayacuchanos cuentan que pasan dos o tres años antes de darse cuenta de que prácticamente todas las familias tienen uno o dos muertos producto del enfrentamiento entre Sendero Luminoso y el ejército. Es una población igualmente frustrada de Sendero, de los militares y el Estado. Al principio Sendero discriminaba mejor los atentados, entonces en estas zonas decían: si no te metes con Sendero no te pasa nada, mientras que los militares pueden venir en cualquier momento y atacar o llevarse presa a gente inocente. Pero luego la fuerza de los atentados de Sendero logró que la gente se fuera cansando.

—¿Se puede hablar de derecha, centro e izquierda con relación a los resultados de la votación?

—Derecha y centro es más claro, pero izquierda es más relativo. Humala tiene un entorno más impreciso. Tiene alguna gente seria, capaz, honesta, de procedencia socialdemócrata. Pero también tiene militares –él es un militar– y no es clara su relación con el grupo de Montesinos. No se puede probar, y puede ser falso, pero lo que no es falso es que hay amigos comunes.

—¿Cómo prevé las alianzas para la segunda vuelta?

—Tanto Alan García como Lourdes Flores tendrán que enfrentar a Humala pero no pueden enfrentar a los sectores que están con Humala. Lo que pueda pasar después de la elección es una incógnita. Lo más interesante –y desgraciadamente no es lo más probable– sería que Humala pudiera representar a esos sectores, que pudiera ayudarlos a generar algún tipo de organización política, pero eso, que es lo que más necesita esta sociedad, es muy difícil.

—¿Un gobierno bolivariano?

—Creo que esta sociedad peruana no soportaría un gobierno al estilo Chávez. Acá hay sectores medios, liberales, en una proporción cualitativamente mayor que en Venezuela. El APRA no tiene el grado de desprestigio que tiene el grupo de Carlos Andrés Pérez y creo que hay –incluso por la lucha contra Fujimori– una conciencia democrática en sectores medios...

Un gobierno al estilo Chávez tendría que enfrentar a sectores abiertamente conservadores y a los que se oponen por razones económicas, pero también tendría la oposición de sectores medios liberales de buena fe. ¿Cómo manejar eso?

Si Humala fuera gobierno sin duda podría organizar el apoyo popular. El otro reto sería organizarlo sin excluir totalmente a lo otros. Eso es un proceso.
 
—¿Usted considera que hay algún fundamento en las acusaciones contra Humala?

—Humala se hace conocido a partir del levantamiento de Moquegua. También por el trabajo de su hermano Antauro, por el periódico, por este movimiento etnocacerista. Y ahí hay una ideología que no llamaría fascista pero que es sin duda autoritaria, de un nacionalismo con elementos racistas y al mismo tiempo con demandas de justicia. Humala tuvo en su comportamiento político reciente un paso por posiciones muy autoritarias. Lo segundo es su condición militar, un componente muy fuerte de su identidad. No afirmo que sea una persona autoritaria, yo estaría abierto a ver qué pasa, cómo hace las cosas.

Ojalá la segunda vuelta le dé la oportunidad de darse a conocer mejor. Si uno pudiera formarse una imagen clara de él, podría ganar. Porque el desprestigio de Alan García es muy fuerte y Flores es vista claramente como de derecha. Pero Humala tiene una prensa feroz en contra, absolutamente primitiva, irracional, sectaria.

Hay que verlo actuar. Tengo amigos que lo están apoyando. El vicepresidente de Humala forma parte de un mundo progresista, de las ciencias sociales. Humala puede ganar, pero no es lo más probable tal como están las cosas.

Creo que le sería más fácil vencer a Lourdes que a García, que es muy odiado, pero en un debate García puede decirle "yo comparto su furia, toda su crítica, pero sé hacer mejor esto que usted". En cambio con Lourdes la cosa sería más fácil.
 
—¿Por qué?

—Porque resulta muy difícil organizar una segunda vuelta entre un candidato cercano a los pobres y una candidata identificada con los ricos.      


Fuente: lafogata.org