Latinoamérica
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Cronopiando
Las huelgas y los medios en Latinoamérica
Koldo
Rebelión
Sólo cuando los profesionales de la medicina, del magisterio, del tráfico aéreo
o de cualquier otro sector productivo, cansados de escuchar las mismas
incumplidas promesas deciden ir a la huelga, es que algunos medios de
comunicación, como si de improviso reparasen en los consumidores, ellos que
tantas páginas y micrófonos dedican al consumo, muestran su preocupación por los
dolorosos perjuicios que el ejercicio del derecho a la huelga provoca a los
"desamparados" ciudadanos.
Mientras persistan las infames condiciones de trabajo de esos sectores, mientras
se mantengan los bajos salarios o el empleo precario, a ningún medio se le
ocurre, y bien que podría hacerlo, editorializar sobre los inconvenientes que
semejantes condiciones laborales provocan en la gente, pero basta que
trabajadores de cualquier área se declaren en huelga, para que, inmediatamente,
se llame la atención desde la prensa por los problemas que genera el paro a los
pobres y desprotegidos usuarios de los servicios en huelga. No hay informativo
de televisión en el que no se pregunte a algunos ciudadanos afectados por la
huelga su crítico parecer sobre la misma, y las emisoras de radio se
congestionan de sesudos contertulios que apelan a la razón y a la prudencia, a
la implementación de otras formas de protesta que no afecten a los pobres
consumidores, y al posible carácter político de lo que se pretende presentar
como mera reivindicación salarial. Se insiste, también, en que la huelga es un
derecho que, sin embargo, tiene sus reglas y que nadie escapa a su
cumplimiento…o casi nadie; se reitera lo inoportuno del momento, se recuerda la
escasa efectividad que tuvieron los últimos llamados a huelga; y, por supuesto,
se solicita a los huelguistas que no recurran a la violencia para no tener que
lamentar alguna víctima.
El peligro de que se suspenda el año escolar queda así como única
responsabilidad del magisterio; la salud de la ciudadanía se convierte en
exclusiva competencia de los médicos; la posibilidad de que haya incidentes
violentos e, incluso, muertos, va a depender de quienes impulsan y apoyan la
huelga.
El ejercicio de un derecho constitucional, como el derecho a huelga, pasa,
sutilmente, a transformarse en responsable de todas las diarias calamidades en
que se desenvuelve cualquier actividad laboral en el país.
Y es entonces que se invoca a esa legión de consumidores de salud, de educación,
de servicios, ese pueblo tantas veces engañado e ignorado y que, recobra su
protagonismo para los medios como víctima propiciatoria de los desmanes de
insensibles profesionales y despiadadas huelgas.
Mientras tanto, se sigue hablando de modernizar la educación sobre la base de
dotar de computadoras a todas las escuelas, pero la mayoría del profesorado, eje
fundamental en el desarrollo de la educación, hace años que, cansada de
incumplimientos, optó por irse del país, a trabajar como taxista en Puerto Rico
o a limpiar baños en Nueva York, dejando la enseñanza en manos de simples
bachilleres.
Se insiste en la modernización del sistema de salud porque se adquieren o se
reciben donaciones de equipos para algunos centros médicos, pero médicos y
enfermeras, cansados de esperar respuestas satisfactorias a viejas e
insatisfechas demandas, abandonan los hospitales camino del exilio, para que su
lugar lo ocupen estudiantes de prácticas o graduados "al vapor".
Cuando concluya la manida modernización y, como prometieran todos los
presidentes de esos Estados, no quede ningún hospital sin escaner; ninguna casa
sin nevera, ninguna escuela sin computadora, ninguna playa sin hotel, ningún
campo sin tractor, ninguna avenida sin túnel... ya no nos quedará tampoco ningún
maestro, médico, agrónomo, ingeniero o profesional que ponga a funcionar tanto
prodigio tecnológico.
Lo único que quedará, posiblemente, sean periodistas que, como en las huelgas
nunca faltan algunos muertos de sospechoso origen, algún incendio, algún saqueo,
consigan aportar las imágenes que no tuvieron antes, cuando la "normalidad"
también se cobraba sus cotidianos muertos, o prendía en candela la esperanza de
una vida digna o saqueaba los salarios de todos.
Pasada la huelga el país recupera su habitual calma y sosiego, su amenazada y
cotidiana paz.
Todo, absolutamente todo, vuelve a la normalidad.
Como es costumbre, los precios, hábilmente camuflajeados en las góndolas de los
supermercados y armados de guarismos de largo alcance y distintos calibres,
patrullan las estanterías y los aparadores vigilando de cerca los movimientos de
los consumidores.
Algunos precios, veteranos de otras alzas, practican allanamientos en las
registradoras de los centros comerciales decomisando salarios de fabricación
casera y esperanzas falsificadas, al tiempo que otros precios, efectúan normales
redadas en gasolineras provocando largos taponamientos de respingos e
improperios.
Se sabe de precios que, normalmente, forman piquetes y recorren colmados y
centros de expendio en los barrios populares, amenazando con violentas
represalias a quienes se niegan a especular aumentos.
Turbas de facturas, siempre encapuchadas, asedian y saquean domicilios
familiares, cargando con todo lo que de valor encuentran, desde expectativas
preciosas hasta confianzas en efectivo. Y se detectan numerosos dólares
vandálicos provistos de filosas alzas y subidas contundentes, sembrando el caos
entre los pesos y centavos locales, quemando enteros en la calle y provocando
fuertes disturbios en todos los presupuestos.
Miles de consumidores permanecen detenidos en el Destacamento de la Impotencia y
otros tantos ya han sido traducidos a la Fiscalía de Rebajas, Fiaos y Cobros
Compulsivos.
Fuentes de entero crédito aseguran que varios consumidores resultaron muertos,
en hechos ocurridos por separado en la capital y el resto del país, en los
llamados intercambios de tarifas. Dos más habrían resultado heridos al ser
arrollados por un aumento de precios repentino que no respetó una luz roja. El
aumento no fue identificado por haberse dado a la fuga tan pronto atropelló a
los dos infelices.
Para mayor tranquilidad de los alevosos y reincidentes ahorrantes, algunos,
incluso, con varias fichas en su historial, se informa que hoy no está previsto
que quiebre banco alguno y los medios celebran la buena nueva en nombre de la
ciudadanía.
koldocs@hotmail.com