Latinoam�rica
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Kofi Annan pudo quedarse en casa
Jorge
G�mez Barata *
Altercom*
Como para confirmar que las �pocas de crisis pueden ser tambi�n de
esperanzas, la ONU fue la criatura magnifica de una �poca terrible; un regalo
para los sobrevivientes de la �gran matanza�, un premio a la persistencia de los
que creyeron que el mundo pod�a funcionar sobre bases nuevas y un ment�s para
los excesivamente optimistas.
El per�odo llamado de "entre guerras" 1919-1939, ense�� que el Tratado de
Versalles, negociado por Woodrow Wilson, fue un error, entre otras cosas por su
naturaleza t�picamente imperialista. Lloyd George premier ministro de Inglaterra
y Georges Clemenceau, de Francia, asumiendo el papel de �vencedores�, cosa que
no fueron, despedazaron territorialmente y saquearon a Alemania, acus�ndola de
ser responsable de la guerra.
La rapi�a, la venganza contra Alemania y las pugnas entre lobos de la misma
camada, fueron el escenario de los esfuerzos de Wilson para negociar el Tratado
de Versalles, un macuto de m�s 400 paginas que, entre otras, estipulaba la
creaci�n de la Sociedad de Naciones, instrumento que no funcion� porque los que
ganaron la guerra perdieron la paz al creer que, imponiendo el desarme
unilateral de Alemania y quebrant�ndola econ�micamente, pod�a garantizarse la
paz.
Aquellos polvos trajeron otros lodos. El pueblo alem�n fue manipulado
haci�ndoles creer que su derrota no se produjo en los frentes, sino que fue
resultado de una conspiraci�n de liberales, jud�os y socialistas.
La ruina y las penurias alimentaron el revanchismo y abrieron el camino a la
demagogia, al fascismo, a Hitler y a la guerra.
Por su naturaleza brutal y esencialmente primitiva, su inconsistencia
ideol�gica, por la violencia y la criminalidad que auspici�, el fascismo obr� el
milagro de facilitar la plataforma unitaria sobre la cual: Roosevelt, Churchill
y Stalin, crearon el consenso para formar la coalici�n anti fascista, ganar la
guerra y formar la ONU.
Al dise�ar la arquitectura de la ONU, se trat� de evitar los defectos que dieron
al traste con la Sociedad de Naciones y, mediante la creaci�n del Consejo de
Seguridad, con capacidad militar para hacer cumplir sus resoluciones
relacionadas con el mantenimiento de la paz, se alberg� el sue�o de que la
guerra estaba conjurada.
Circunstancias adversas, la principal de ellas, la muerte de Roosevelt antes del
fin de la guerra, el inicio de la Guerra Fr�a y la confrontaci�n Este-Oeste,
impidieron que se legislaran los pormenores relacionados con la formaci�n de las
fuerzas militares de la ONU.
Sin esos esclarecimientos se lleg� a 1950 cuando ante el conflicto coreano, sin
la presencia de la Uni�n Sovi�tica que se ausent� voluntariamente, ni de la
Republica Popular China cuyo esca�o era usurpado por Taiw�n, Estados Unidos, por
primera vez impuso su punto de vista en materia militar al Consejo de Seguridad,
formando un contingente de tropas norteamericanas que oper� bajo la bandera de
la ONU.
El precedente fue funesto y la receta se ha repetido muchas veces m�s.
Los conflictos se sucedieron y ante la falta de precisiones, cada secretario
general improvis�.
As� hizo Dag Hammarskj�ld segunda personalidad en ocupar el cargo de Secretario
General de la ONU, al formar las fuerzas de mantenimiento de la paz para lidiar
con los primeros conflictos �rabe-israel�, con la Crisis del Canal de Suez y con
la situaci�n creada en �frica en torno a la independencia del ex Congo Belga.
Con ligeros cambios, las indefiniciones persisten. A falta de precisiones, en
situaciones de crisis, casi siempre Estados Unidos toma la iniciativa, auspicia
la adopci�n de la resoluci�n correspondiente, promueve el env�o de contingentes
de tropas, las organiza, fija sus misiones y las orienta sobre el terreno. Unos
m�s que otros, los secretarios generales, lo dejan hacer.
Excepto U Thant que lidi� brillantemente con la Crisis de los Misiles en 1962, y
estuvo a la altura de su investidura, ninguno ha afrontado crisis tan graves
como las que se han vivido en los �ltimos a�os en los que Kofi Annan ha sido tan
discreto, que muchos opinan que pudo haberse quedado en casa.
Jorge G�mez Barata
Profesor universitario, investigador y periodista cubano, autor de numerosos
estudios sobre EEUU.
Altercom
Agencia de Prensa de Ecuador. Comunicaci�n para la Libertad.
Fuente: lafogata.org