Latinoamérica
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Habla Rodrigo Granda, miembro de las FARC secuestrado en Caracas
Con el actual presidente colombiano, una salida negociada al conflicto es
imposible
Coordinadora Continental Bolivariana.
Argenpress
En sus primeras declaraciones a un medio de comunicación, tras su secuestro
en Venezuela el 13 de diciembre de 2004, el dirigente rebelde colombiano Rodrigo
Granda Escobar habla por primera vez de su captura, de su experiencia en prisión
y hace un perfil de la lucha guerrillera en Colombia, que en su opinión, está
lejos de ser derrotada, pese al modelo autoritario reinante.
Después de dos años de iniciado un proceso político en su contra, al que se le
han sumado otras causas judiciales, con el claro propósito de castigar su lucha
revolucionaria, el dirigente de las FARC Rodrigo Granda Escobar habló por
primera vez ante un medio de comunicación. Uno de nuestros periodistas logró
penetrar los filtros propios de una cárcel de alta seguridad y obtuvo la
primicia, en la que el dirigente rebelde, sin dejar de lado su optimismo y su fe
en las transformaciones democráticas que el pueblo colombiano reclama. Así
respondió Granda a las preguntas de Coordinadora Continental Bolivariana.
¿Qué valoración tiene usted de su detención, hace ya más de un año, y del
proceso que se le adelanta por el delito de rebelión?
-No fui detenido. Se produjo contra mí un secuestro del Estado colombiano en
territorio extranjero, en la República Bolivariana de Venezuela. Llama la
atención que hasta la fecha, ninguna autoridad colombiana adelante una
investigación seria sobre un delito tipificado por ellas mismas como de lesa
humanidad.
En este caso, el delito cuenta con el agravante de la posible participación de
altos funcionarios del estado y del gobierno. Hay serios indicios de que el
operativo para secuestrarme fue coordinado desde el Palacio de Nariño y que en
el grupo operativo participaron: el doctor Alvaro Uribe Vélez, Francisco Santos,
Jorge Alberto Uribe Echavarría (ex ministro de Defensa), Camilo Osorio (ex
Fiscal General de la Nación), el general Jorge Daniel Castro, Felipe Noguera (ex
jefe del DAS) y el hoy general Oscar Naranjo, director de la Dijín. De esta
última institución, dos altos oficiales estuvieron de cuerpo presente y
participaron con venezolanos en el plagio.
Con anterioridad, otros camaradas de las FARC-EP habían sido secuestrados por
autoridades colombianas en Venezuela, y sus prácticas de moderna piratería
internacional se extendían a Ecuador, Argentina, Panamá, Costa Rica. En
operativo anterior contra mí, intentaron secuestrarme en Quito el 21 de agosto
de 2004. La impunidad cobija a estos secuestradores, que han sido recompensados
generosamente con ascensos en sus respectivas fuerzas.
En cuanto al proceso por rebelión, en realidad es uno de los varios que
apresuradamente, y valiéndose de falsos testigos, ha abierto la Fiscalía contra
mí. Las acusaciones van desde rebelión, terrorismo, derribamiento de aeronaves,
toma de rehenes, homicidio, lavado de activos, testaferrato hasta
enriquecimiento ilícito. No me sorprendería que la Fiscalía esté intentando
hacerme responsable por las tragedias naturales que cause el "fenómeno del
Niño". Si no fuera por la gravedad del asunto, esto produciría risa. Es un
proceso con un típico sabor kafkaiano.
¿Cómo se produce entonces su secuestro en Venezuela?
-Lo realizan agentes de la Sijín colombiana en coordinación con personal
corrupto de la Guardia Nacional y la Disip de Venezuela, y la colaboración de
agencias gringas de inteligencia. Fui secuestrado en la Cafetería Razzetti, en
la estación del metro de Bellas Artes, en la ciudad de Caracas, a las cuatro
menos cinco minutos de la tarde, el día 13 de diciembre de 2004. Me subieron a
un vehículo, fui esposado y encapuchado. En las afueras de Caracas, ya de noche,
cambiaron de carro y me metieron dentro del maletero. Encima de mi cuerpo
colocaron hileras de icopor y maletines de mano con ropa. Así, esposado,
permanecí 14 horas viajando. Al cabo de este tiempo, me bajaron del vehículo en
una gran estación de la Policía Nacional, a las seis de la mañana. Ahí supe que
estaba en la ciudad de Cúcuta.
Durante el viaje, en varias oportunidades me cambiaron de vehículo y siempre me
metían en el maletero. Quienes en Cúcuta abrieron el baúl para sacarme, fueron
los mismos dos oficiales de la Dijín que participaron de mi secuestro en
Caracas. Uno de ellos tiene un marcado acento paisa (del departamento colombiano
de Antioquia). La Fiscalía Especializada contra el Secuestro sostiene que no es
de su competencia investigar este delito de Estado.
¿Considera que ha tenido, sin embargo, las debidas garantías procesales durante
la etapa de juzgamiento?
-No he contado con las mínimas garantías procesales. Se ha negado la
confrontación de pruebas, se ha manipulado otras. Se me aplica la figura del
derecho penal de enemigo, se recurre a falsos testigos y testimonios; a agentes
del estado que reciben ascensos por su infamia. Emplean desertores y
reinsertados que buscan beneficios, e incluso a desequilibrados mentales. Todo
es grotesco. Las audiencias son virtuales, vía satélite: el juez, la fiscalía,
el ministerio público en Cúcuta, y yo respondiendo desde una fría celda de la
cárcel de Cómbita, habilitada como sala de audiencia. Allí le hablo a una pétrea
cámara de televisión. Se me niega la audiencia pública a la cual hasta Sadam
Hussein ha tenido derecho.
¿A dónde cree usted que van a conducir estos procesos en su contra?
-Primero, a imponer largas condenas, como expresión del revanchismo de clase y
en segundo lugar, a entregarme a la "justicia" de los Estados Unidos. Sé que la
embajada gringa y el FBI están trabajando para ello.
¿En su reclusión, alcanza a valorar los cambios políticos ocurridos en América
Latina en el último tiempo?
-Somos respetuosos de los procesos que se desarrollan en cada uno de nuestros
países. Las fuerzas del cambio, de acuerdo a la situación particular, escogen su
propio rumbo, las formas y vías para avanzar en el desarrollo social. Esto no
impide dar la visión propia, para estimular el debate ideológico, que algunos "neoizquierdistas"
tratan de invalidar trastocando conceptos y valores que los teóricos
neoliberales califican de peligrosos y añejos.
Ya no se habla (aunque existe en todas las sociedades) de la lucha de clases; de
la concepción del Estado; del papel de los partidos políticos; de las diferentes
formas de lucha; de las vías de la revolución; de la revolución misma y de la
viabilidad del socialismo.
Nos tragamos el cuento de Fukuyama sobre el fin de la historia y el último
hombre. Nos hemos dejado narcotizar por la abundante propaganda difundida por
los medios masivos de comunicación; desde la universidad, centros de
investigación social, la literatura y el cine, sobre la imposibilidad de una
sociedad que no sea la que ahora conocemos, con sus profundas desigualdades, y
que nuestra única posibilidad es "mejorarla", reduciendo el hambre y la miseria,
sin cambiarla en profundidad, sin siquiera soñar que el socialismo es más justo,
y que el avance de la humanidad ha creado las bases materiales y tecnológicas
para globalizar la felicidad de la humanidad.
Que a pesar del período de regresión, las camarillas gobernantes y un puñado de
multinacionales, han agotado su momento histórico, y es en ese contexto donde
América Latina comienza su búsqueda. Procesos de diverso signo y contenido
recorren el continente. No todos estos procesos tienen la misma dosis de
antiimperialismo, pero todos enfrentan, de una manera u otra, a los organismos
financieros internacionales, rechazan la política guerrerista de Bush, buscan la
defensa de sus recursos naturales y medio ambiente; miran hacia la integración,
poseen sensibilidad social y muchos otros aspectos altamente positivos.
Pero se patina en cuestiones fundamentales: ¿será sostenible una economía cada
vez más dependiente del imperio? ¿Tolerarán los Estados Unidos la profundización
de los cambios en Venezuela? Estos cambios que hasta ahora han logrado una
correlación de fuerzas que ha paralizado la reacción interna, ¿no sufrirán la
agresión militar externa? La vía pacífica para la toma del gobierno se viene
respetando, aunque a regañadientes, ¿pasará lo mismo con una nueva forma de
poder? Estos interrogantes tenemos que hacérnoslos a diario e ir buscando la
forma de resolverlos en la actividad práctica.
En cuanto a la integración, está la política monitoreada por Estadas Unidos con
el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y los tratados de libre
comercio, que nos convertirán en neocolonias y que muchos gobiernos, en contra
de las mayorías nacionales, han firmado, sin antes haber sopesado la Alternativa
Bolivariana de las Américas (ALBA), como una mejor manera de integración, que
daría la oportunidad a nuestro continente de responder en bloque, frente a otros
bloques de poder en el mundo.
La medida de los nuevos gobernantes nos la dará lo que hagan y no lo que digan,
y el alcance de los cambios estará signado por la presión popular de un
continente que no nació para ser esclavo.
¿Qué perspectivas ve a la izquierda en América Latina?
-Existe la tendencia a calificar de izquierdista determinado discurso, sin
observar la práctica como criterio de la verdad. Hace poco tiempo, Lucio
Gutiérrez era percibido por algunos analistas como un hombre de izquierda, y el
pueblo ecuatoriano votó por él en esa creencia. Resultó ser un farsante, alguien
muy allegado a la embajada norteamericana, y una vez ungido presidente, se
autoproclamó: "el mejor amigo de los Estados Unidos".
No es raro que se repitan los Lucios en el continente. Lo importante es que los
pueblos tengan la suficiente sapiencia y grado de organización que les permita
desenmascarar y deshacerse de estos personajes y "movimientos" que tratan de
torcer la voluntad de cambio y que pueden representar una enorme frustración en
el inmediato futuro, sumiendo a las masas en la desilusión y la desesperanza.
Esta táctica ha sido empleada por los dueños del poder, para demostrar que
alguien, que ellos mismos bautizaron de "izquierdista", no fue capaz de sacar
"el proyecto" adelante, y que en estas condiciones no tiene sentido la lucha por
los cambios sociales.
¿Cómo ve, en este marco de cosas, el futuro del movimiento popular
colombiano?
-El movimiento popular democrático colombiano viene de sufrir la más violenta
arremetida del terrorismo de Estado por la cual haya pasado movimiento alguno en
la historia reciente del continente, y creo que es un caso único en el mundo. La
entrada en escena de la motosierra para descuartizar seres humanos, las masacres
colectivas, los crímenes selectivos contra la Unión Patriótica, sindicalistas,
dirigentes agrarios, abogados, maestros, etc. La desaparición forzada, la
tortura, la cárcel, el desplazamiento, diezmaron la capacidad de combate, pero
no la resistencia.
La contrarrevolución preventiva se empleó y se emplea a fondo contra nuestro
pueblo. Es la insurgencia armada quien asume el peso decisivo de la lucha,
porque la dirección legal del movimiento popular fue exterminada. Hoy vemos que
el movimiento popular resurge, retoma la protesta, se expresa en el referendo,
en las huelgas y en la lucha contra el TLC, y busca nuevas formas de expresión,
pero todavía muy cohibido y temeroso por la transición que se va dando, en medio
de la lucha, a formas de fascismo que el gobierno Uribe trata de imponer, y que
el movimiento popular trata de contener.
Si el movimiento popular logra encontrar formas unitarias de expresión, y
derrota los prejuicios anticomunistas y la fobia de algunos de sus líderes
contra la insurgencia, sobre todo de aquellos que creen verse desplazados de sus
pedestales por la guerrilla, es indudable que este movimiento popular dará una
gran sorpresa en el inmediato futuro.
No es atacando la guerrilla la manera de construir unidad. El enemigo está al
frente y el problema es: fascismo o democracia de nuevo cuño. Y las FARC-EP son
parte integrante del movimiento popular en Colombia.
¿Tiene perspectivas una salida negociada al conflicto colombiano?
-Es lo deseable, y las FARC-EP siempre han estado dispuestas a ello. Con el
actual presidente, tal cosa es imposible. Nuestro pueblo es sabio y atará las
manos a los "dioses" de la guerra. Obligará a un nuevo gobierno a dialogar con
las FARC-EP y entonces se podrá retomar la agenda abierta en El Caguán, que fue
unilateralmente cerrada por Pastrana, para que en 18 meses Uribe acabara
militarmente con la guerrilla; de ello van cuatro años y la guerra es cada vez
-y lo será más- intensa, mientras el Estado siga soñando con la derrota militar
de la insurgencia.
Pero a la guerrilla los medios la acusan de haber perdido sus ideales políticos,
su norte ideológico. ¿Qué opina de esto?
-Nuestros contradictores confunden sus deseos con la realidad. Ellos mismos
saben que nos nutrimos del marxismo leninismo (al cual no renunciamos) y que
hemos agregado los postulados bolivarianos a nuestro ideario ideológico. Fíjese
que mucha gente nos critica por el "exceso" de ideología. Quisieran que
renunciáramos a nuestros principios, y se duelen que pensemos en una profunda
revolución en Colombia, que convulsionaría el continente. Preferirían vernos de
legisladores o de ministros, apuntalando la explotación. Cuando nos negamos a
ello, los epítetos llueven.
Hemos venido trabajando por un nuevo gobierno de reconciliación y reconstrucción
nacional, que se oponga al modelo neoliberal, genere empleo y riqueza, pero la
distribuya en forma equitativa. Con reforma agraria integral, un reforma
política que liquide el elitismo y las formas de corrupción en la política y la
administración pública. Una reforma a las Fuerzas Armadas, que ponga fin a la
doctrina extranjera de la seguridad nacional.
Abogamos por la defensa de la soberanía nacional y relaciones internacionales en
un plano de igualdad con todas las naciones del mundo. Luchamos por la
integración latinoamericana y caribeña, la defensa de nuestros recursos
naturales, mayor inversión en la investigación científica. Por el pago de la
cuantiosa deuda social, teniendo como fundamento al hombre y a la mujer
colombianos, sus necesidades, su felicidad. Mal haría el enemigo en halagarnos.
Cuando las metas son claras, el tiempo borra la infamia.
Con las acusaciones que nos hacen sobre narcotráfico, ocurre algo similar. Desde
las narcodemocracias estatales anteriores, hasta el narcoparamilitarismo
fascistoide de Uribe Vélez, todo en su seno está impregnado del polvo blanco.
Esto me hace acordar del refranero popular: cuando el ladrón presume que lo van
a atrapar, y ve que a su lado pasa una persona corriendo, comienza a gritar:
"Ahí va el ladrón, ¡agárrenlo!", para desviar la atención de sus captores. El
que las hace se las imagina. A la clase dirigente colombiana le quedan
pendientes por abrir todavía muchos procesos ocho mil. Samperes hay por
montones. A nosotros en cambio, el lodo no nos salpica.