Latinoamérica
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Pedro Casaldáliga, obispo de los pobres:
José Manuel Vidal
La Revista
[Casaldaliga] El obispo de los pobres acaba de conseguir el Premi
Internacional Catalunya en su XVIII edición. Y, como buen profeta, no se anda
con paños calientes, sino que apuesta por la esperanza. Asegura que "en la
Iglesia también hay espacio para la libertad" y que "a los cristianos nos toca
esperanzar a un mundo desesperanzado". Y asegura que "el imperio USA se está
tambaleando".
Español de nacimiento, brasileño de adopción, latinoamericano de honor, africano
de corazón, Pedro Casaldáliga es ya un mito. El obispo de los sin voz. Un
referente social y eclesial. Santo y seña de la Iglesia levadura en la masa,
despojada de poder, que huele a Evangelio y rezuma amor y esperanza. Un simple
obispo del Mato Grosso brasileño que con sus poemas, sus libros, sus gestos y su
vida ejerce de profeta. Los católicos progresistas le adoran. Los conservadores
le temen. Y la sociedad civil le ha convertido en un icono mundial de la
solidaridad. Un santo laico.
-Un premio más. El mundo sabe reconocer a los profetas.
-Es un premio a la causa de los derechos de los indígenas, de la liberación de
los pobres, de la justicia y de la paz para todos. Causas que creo sagradas, por
humanas.Cada vez quedan menos defensores de esas causas.
-¿El presidente de Brasil, Lula da Silva, ha traicionado a los pobres de Brasil
y de Latinoamérica?
[Lula] -El gobierno de Lula ciertamente ha traicionado las expectativas de los
pobres reales de Brasil, sobretodo de aquellos pobres más conscientes, que no
pueden conformarse con las migajas que el neoliberalismo sabe echar a los
lázaros tumbados a la puerta de un progreso que excluye sistemáticamente. Era de
esperar que Lula no pudiera transformar Brasil de la noche a la mañana. Ningún
país vive hoy autónomamente independiente de ese mundo globalizado. Sin embargo,
se le podía exigir un cambio de rumbo, una atención realmente eficaz a grandes
reformas sociales, como la Reforma Agraria, el combate al desempleo, una
relativa contestación al FMI y al Banco Mundial y que evitara alianzas corruptas
y corruptoras.
-¿Le ha decepcionado Lula?
-Sí. El gobierno de Lula ha hecho del poder, de la re-elección, el gran objetivo
del gobierno... Un fin proclamado electoralmente –que sería el pueblo de las
mayorías pobres– ha justificado unos medios injustificables. Y se ha
desmoralizado el Presidente, su gobierno, el partido que lo eligió y en buena
parte la misma política democrática. Lula hace demasiado caso a las
multinacionales. Necesitamos una verdadera reforma.
-¿Evo Morales, en cambio, es un símbolo del renacer indígena?
[Evo] -Que un indígena como Evo Morales llegue a presidente de Bolivia es un
paso histórico, como, en su momento, el que un obrero como Lula lo consiguiese
en Brasil. Si alguien tiene derecho a mandar en estos países son los pueblos
indígenas, con los que tenemos una deuda de 500 años.
-¿Juan Pablo II, santo súbito y monseñor Romero, también?
-La beatificación y canonización deberían ser reestudiadas. Primero, suprimiendo
de un tajo los gastos fabulosos que ellas suponen. Segundo, presentando
públicamente figuras ejemplares en las respectivas regiones o sectores de la
sociedad. Algunas figuras serían presentadas, por su mismo peso simbólico, en un
nivel más universal. Desde luego, convendría examinar la santidad integralmente:
un testimonio de vida personal, familiar, social, político. Y sin miedo de
presentar aquellos santos y santas que escandalizan a los poderosos, como
nuestro san Romero, por ejemplo.
-¿El futuro de la Iglesia está en los pobres?
-Evidentemente, el futuro de la Iglesia está en los pobres, porque el mismísimo
Jesús de Nazaret proclamó a todos los vientos que de los pobres es el Reino; y
ya sabemos que la Iglesia sólo existe por el Reino. A los católicos, como a
Pilatos, habría que recordarnos siempre la palabra contundente de Van der
Meersch: "La verdad, Pilatos, es estar del lado de los pobres".
-¿Le sigue doliendo la más que pobre África?
-Africa es el calabozo del mundo, un Holocausto continental. Sigo conservando en
mi capilla una talla de madera con el mapa de África crucificada. Es el mayor
desafío de la humanidad. Y su pecado más grande. Ni el mundo ni la Iglesia
pueden abandonar a este continente condenado. Fue mi sueño morir en África.
Pero, enfermo y débil, no me atreví a irme allá para convertirme en una carga
para los demás.
-Ellacuría decía que "hay que ir a una civilización de la pobreza que se
enfrente a la de la riqueza".
-Hay que repartir la tierra, la ciencia, la comunicación, acabar con las armas,
con la OTAN y similares, transformar la ONU. Hay que caminar hacia la
intersolidaridad, porque sólo habrá justicia y democracia, cuando haya igualdad
entre las personas y los pueblos. El neoliberalismo capitalista es la
marginación fría de la mayoría sobrante. Hoy, para algunos, ser explotados es un
privilegio. El neoliberalismo es la negación de la utopía y la mentira
institucionalizada.
-El Papa denuncia continuamente la dictadura del relativismo.
-Y está bien que lo haga, pero también habría que rechazar la dictadura del
dogmatismo.
-¿Es el Papa de la continuidad que esperaba?
[Papa] -Como no podía ser de otra manera. Durante 20 años fue el principal
teórico de Juan Pablo II. Es menos publicitario, pero más intelectual que el
Papa Wojtyla.
-¿Cómo se lleva con Roma?
-Estamos en paz y me dejan en paz. En la Iglesia también hay espacio para la
libertad, aunque debería crecer más el respeto al pluralismo.
-El Papa acaba de negar el acceso de la mujer al sacerdocio. Es increíble.
-¿Cómo puede hablar de derechos humanos la Iglesia, cuando es la única
institución que sigue discriminando a la mujer? Con esta actitud, la Iglesia
corre el riesgo de perder a la mujer, como ya perdió la clase obrera.
-¿Hay demasiados miedos en la Iglesia?
-Sí. La Iglesia tiene miedo de tener miedo. Le falta confianza en el Espíritu.
Hay miedo al marxismo, al mundo moderno, al diálogo ecuménico, a la colegialidad
episcopal, a los laicos, a la mujer y a los teólogos. A las comunidades de base,
a las sectas, a la vida religiosa y a la Teología de la Liberación.
-¿Sigue siendo válida para hoy la Teología de la Liberación?
-Es cada día más necesaria. La Teología de la Liberación nació por el clamor del
pueblo oprimido y del propio Evangelio que nos habla de fraternidad, de libertad
y de vida. Mientras haya pobres y oprimidos, habrá Teología de la Liberación.
-¿Qué aprendió de los pobres?
[Casaldaliga] -A ser agradecido por el don diario de la vida y sus pequeñas
sorpresas, a no dramatizar los supuestamente grandes problemas personales, a
confiar más en Dios, a tomarme más en serio las Bienaventuranzas y a vivir en
una cierta pobreza.
-¿Valió la pena tanta lucha?
-Para despertar las conciencias, sí. Ahora los indígenas saben que pueden
luchar. Por lo demás, nadie borrará nuestra palabra. Soy una criatura de
esperanza.
-¿El presidente de Estados Unidos, George Bush, es un peligro para la paz?
-Bush no es sólo un peligro para la paz, está siendo el artífice y promotor de
una guerra y un belicismo ciego y universal. Tristemente, en nombre de Dios.
-¿Sigue creyendo que, como todos los imperios, también el de USA caerá?
-Vamos hacia ello. Se está ya tambaleando. En gran parte por su culpa, hoy hay
más pobreza en el mundo, pero también más conciencia, más agitación y más
solidaridad. La Humanidad siempre camina hacia delante.
-¿Y el capitalismo, también fracasará?
-No puede triunfar, porque es imposible que triunfe la muerte, la exclusión, la
opresión y el imperio del dinero.
-Le recriminan que sea amigo de Fidel Castro.
-Soy amigo de Fidel y de Cuba, cuyo bloqueo tenemos que condenar abiertamente.
Es algo totalmente injusto e inicuo. Un gesto de prepotencia y de orgullo
imperial de Estados Unidos. Pero Castro y su pueblo también tienen que ir
abriéndose a la democracia.
-También le reprochan que admire al Ché.
-Le tengo un gran respeto y un enorme cariño. Tanto es así que creo que debe
estar codeándose con san Pedro.
-Vuelve a renacer la posibilidad de paz en Euskadi por una solución negociada al
conflicto. ¿Qué debería hacer la Iglesia?
-Claro está que en Euskadi o en Catalunya o en cualquier región, nación o país
del mundo, la Iglesia y cualquier religión deben respaldar la paz, el diálogo,
la identidad étnico-cultural, la solidaridad y ayudar a hacer de las diferencias
una riqueza complementaria de la radical condición humana. En muchas ocasiones
la Iglesia, la religión, podrá hacer de negociadora intermediaria.
-¿Es partidario de que se enseñe la religión en las escuelas públicas?
-El respectivo catecismo, la respectiva religión, se debe aprender sobretodo en
la familia, en la propia Iglesia y en sus organizaciones. Yo pienso, con
muchísimos, que en la escuela pública se debería enseñar cultura religiosa, la
historia de las religiones... bien macroecuménicamente, sin radicalismos ni a
favor ni en contra.
-¿Cómo vive su jubilación?
-Como en una planicie de discreción, de humor escarmentado, de relativización
sapiencial. Experimentando la pobreza biológica con sus limitaciones.
-¿Le asusta la muerte?
-En absoluto. La sentí muy cerca en varias ocasiones. Ha sido la compañera de
toda mi vida. Desde mi infancia. Vi cómo los comunistas asesinaban a mi tío Luis
Plá, un sacerdote de 33 años. Y en Latinoamérica, estamos ya acostumbrados al
martirio. He vivido tensiones fuertes, pero nunca odié, aunque sí sentí una
rabia fuerte y profunda ante muchas injusticias.
-¿Dónde quiere descansar para siempre?
-En el cementerio de los indios karajás, donde enterramos a los peones sin
nombre, a los asesinados.
-¿La poesía es su refugio?
-Me sirve para respirar y para poner alegría en la vida. Es el fondo musical de
mi trabajo diario. Me ayuda a realizar mejor la síntesis de mi vida. Es mi pan
de cada día.
-¿Quiere dedicar a nuestros lectores una pequeña estrofa sobre la esperanza?
-Sobre la esperanza, como cristiano, claro, el mejor poema es una palabra sola:
PASCUA. Hablando de la esperanza a los que tengan fe religiosa no cristiana, les
recordaría que Dios es el Dios de la vida. Y a los que no tengan ninguna fe, les
recuerdo, con un abrazo fraterno, que vamos hacia la vida, que venceremos hasta
a la muerte. A nosotros nos toca esperanzar a ese mundo desesperanzado.