Latinoamérica
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¿Estado libre asociado del Zulia?
Luis Britto García
Rebelión
El Libertador escribe a Francisco de Paula Santander el 8 de enero de
1823: "¡'Coro primero' y pronto Adícora primero. Eso es lo que quieren los
bochincheros: gobiernitos y más gobiernitos para hacer revoluciones y más
revoluciones. Yo no; no quiero gobiernitos; estoy resuelto a morir entre las
ruinas de Colombia peleando por su ley fundamental y por la unidad absoluta".
Los cinco virreinatos y cinco capitanías del Imperio español se fragmentan en 25
países; las trece colonias estadounidenses se unen y forman la nación más
poderosa de la tierra. Divide, y vencerás; únete y reinarás.
En 1678 el Cabildo marabino y el capitán general don Francisco de Alberró
desconocen la Real Cédula de 1676 que une las provincias de Maracaibo y Mérida.
El corsario Grammont aprovecha el pleito para saquear e incendiar Maracaibo,
Gibraltar y Trujillo. En 1869 el gobernador del Zulia, Venancio Pulgar, se alza
para desconocer al Gobierno Nacional. El presidente José Ruperto Monagas declara
al Zulia "en sublevación a mano armada contra las instituciones políticas que se
ha dado la nación", reconquista Maracaibo y pone en fuga a Pulgar, quien se
refugia en el navío de guerra británico Cherub, que como por casualidad
observaba el alzamiento. En 1902 acorazados alemanes bloquean el Lago y cañonean
el castillo de la Barra. En 1916, el gobernador Vincencio Pérez Soto derrota
otra intentona secesionista, al parecer promovida por las petroleras. Jorge
Olavarría denuncia que en 1928 el financista estadounidense William Buckley
promueve otro complot aceitero para separar el Zulia. El secesionismo zuliano no
es chiste ni exageración: es plan constante de las oligarquías que sueñan
engrandecerse empequeñeciendo su Patria.
Repite Jerónimo Pérez Rescaniére que Colombia era el país más rico de
América Latina porque tenía a Panamá, pero separada Panamá, no fueron ricas ni
Panamá ni Colombia. Recalco que en 1999 en Foreign Policy, la revista del
Departamento de Estado, David Henríquez avizora posibles secesiones del Norte de
México, el Sur de Brasil y Guayaquil. En 2005 los medios divulgaron sangrientos
incidentes "autonomistas" en Guayaquil y en la provincia gasífera boliviana de
Santa Cruz. En mayo de ese año el embajador de Estados Unidos William Bromfeld
declara en Maracaibo que "Hace 25 años viví dos años en la República
Independiente y Occidental del Zulia y por eso sé perfectamente lo que significa
estar en un clima de calor" (Lista Redial Simón Bolívar). El diplomático se hace
ver constantemente en actos de caridad en la región, y, según el semanario
Qué pasa, habría cancelado un millón de dólares por un inmueble para un
Consulado (17-23-2-2006). Todo plan secesionista se traza en las mesas de las
grandes potencias.
Durante la arremetida golpista de 2002 gritaba Víctor Manuel García en
televisión: "¿Por qué no? ¡Bolívar Independiente, Cojedes Independiente, el
Zulia Independiente!" En 2005 la Directora de la Escuela de Ciencias Políticas
de la Universidad del Zulia (LUZ) Lucrecia Morales, exhorta a "deslindar al
Estado Zulia de este Gobierno y hacerlo por la vía de la emancipación
definitiva, es decir, la autonomía total". Carlos Morales Manssur, director del
acervo Histórico del Estado Zulia, advierte para Prensa Latina que
"estratégicamente a Estados Unidos le convendría la independencia del Zulia. que
(además de sus riquezas y virtudes) pertenece a un país cuyo gobierno a ellos no
les gusta", con el fin de "establecer (dentro de él) una importante base del
Plan Colombia en la Región... que se enfile en retomar los planes de
recolonización de América Latina". Vallas publicitarias anuncian "Rumbo propio
para el Zulia", camisetas estampadas presentan mapas con una República
Independiente del Zulia, artículos de prensa y páginas web diluvian llamados a
la "autonomía", la "soberanía" y la "independencia" que el gobernador Manuel
Rosales reitera hasta la confusión el 28 de enero en la celebración del Día de
la Zulianidad. Cuando los medios suenan, secesiones traen.
Los venezolanos compartimos orígenes indígenas, africanos y europeos; un
castellano americanizado y tres decenas de idiomas indígenas, una cristiandad
dominante sincretizada con infinidad de cultos populares y originarios y en
armonía con todos los credos del mundo; un mestizaje étnico y cultural que nos
amalgama; una Historia que nos hermana; una literatura, una plástica, una música
que nos enorgullecen, unas costumbres perennes, una tradición de tolerancia y
comprensión hacia todos los pueblos y migraciones del mundo y una dinámica
movilidad geográfica y social que transita una Naturaleza de variedad asombrosa
eficazmente intercomunicada. Ninguna insalvable diferencia de idioma, religión,
tradición ni costumbres separa a un venezolano de otro. Ni una sola divergencia
propone otros límites que los negociados por los burócratas en los mapas
parroquiales. No sabríamos sentirnos venezolanos sin las novelas de Laura
Antillano y de César Chirinos y los poemas de Blas Perozo Naveda. No siento que
el voseo o los huevos chimbos o la pasión por el aire acondicionado excluyan de
la gran nación latinoamericana: mucho menos exilian de la venezolanidad ni
justifican el fratricidio asimétrico de un país. San Benito de Palermo vive en
una sola parranda desde los pueblos del Sur del Lago hasta la cordillera andina
y Margarita, sin que una sola frontera limite su reino del tambor, la fiesta y
la igualdad.
Durante dos décadas la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado
impuso una descentralización extrema bajo cuyo signo los estados crearon
ejércitos propios llamados policías, bloquearon rutas nacionales con peajes,
enviaron misiones diplomáticas propias al exterior y se reunían en Asociación de
Gobernadores distinta de la República de Venezuela. Compendio del plan de
desintegración nacional fue la infame Ley Orgánica de
Hacienda Pública Estadal, promovida por el diputado Rodrigo Cabeza
previa consulta con medio centenar de organizaciones zulianas. Aparte de
privatizar lagos, ríos y lagunas, dicha Ley arrebata a la República el control
de sus minerales y de las vías de comunicación para traspasarlo a los estados,
los faculta para desconocer papel sellado y timbres fiscales de otros estados,
les atribuye la potestad de imponer y guardarse tributos y de exonerar por
contrato a los ricos de su pago. Vetada dicha Ley por Hugo Chávez Frías, Cabeza
la reintroduce en estratégica coincidencia con el discurso de Rosales. Maldita
mil veces la mano que se alce para sancionarla: con ella aprueba la Constitución
del Estado Libre Asociado del Zulia. El camino de las secesiones se pavimenta
con piedras de leyes suicidas.
Imaginémonos en marcha el plan secesionista legitimado en la Ley Orgánica de
Hacienda Pública Estatal. No necesitamos esforzarnos mucho: la Historia nos
presenta numerosos modelos. Una Asamblea Legislativa inventará graves razones
para separar a los venezolanos de los venezolanos. Al pie del acta se
consignarán las coartadas mucho más importantes que obligan a separar a los
zulianos de su petróleo y de sus aguas. El subsuelo, los hidrocarburos, el Lago
de Maracaibo, la educación, la salud y la seguridad social serán privatizados.
Inversionistas de Haliburton y de las restantes firmas que se reparten el botín
de Irak firmarán el acta repartiendo tajadas con la oligarquía colombiana;
desplazarán en pocas horas a la ingenua oligarquía zuliana y anularán las
Misiones Sociales del proyecto bolivariano. Una llovizna de bombas inteligentes
alegrará a los estúpidos. El MACZUL será saqueado, como el museo de Bagdad. La
imagen de La Chinita será ultrajada, como la de Mahoma. Una división de marines
y otra de paramilitares colombianos al mando de Henry López Sisco custodiarán el
acto solemne en el cual George W. Bush declarará concluida la guerra. En
realidad ésta apenas comenzará, para no terminar. Tres sencillas operaciones de
comando cortarán por años el suministro de hidrocarburos sin los cuales Estados
Unidos no puede funcionar. El pueblo que dio a cinco países su independencia no
perderá la suya.
En el Zulia ganó mayoritariamente el NO bolivariano. Maracaibo, capital
del Zulia y segunda ciudad del país, tiene por ello un alcalde bolivariano.
También son bolivarianos la totalidad de los diputados de origen zuliano de la
Asamblea Nacional, de la cual sería conveniente un pronunciamiento contra la
ventolera secesionista. Pero en las elecciones regionales para gobernador, se
autodesignó a dedo un candidato sin consultar a las bases populares y contra la
expresa voluntad de éstas. Los mayoritarios bolivarianos votaron divididos, y un
estado bolivariano tiene ahora un gobernante opositor soñando con protectorados
imperiales asesorado por Henry López Sisco. La autoreelegida Nueva Clase
Política también desdeñó presentar candidatos para las juntas parroquiales,
quizá porque éstas no reportan espléndidas dietas parlamentarias, y también se
perdieron dichos organismos, los más cercanos a las organizaciones populares. El
dedo que nombra no debe meterse en el ojo propio. Perder las bases es perderlo
todo.