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Caso Berríos suprema corte concedió extradición de militares a
chile
El pueblo pagará a sus abogados
Comcosur al día
En la noche de ayer se conoció la decisión por unanimidad de la Suprema Corte
de Justicia uruguaya de conceder la extradición a Chile de los tres militares
implicados en el secuestro del bioquimico y agente de la DINA pinochetista
Eugenio Berríos, asesinado en nuestro país en 1992.
Se trata de el coronel retirado Tomás Casella, el coronel Wellington Sarli y el
capitán Eduardo Radaelli (estos dos aún en actividad), quienes son reclamados
desde Santiago por "asociación ilícita" y "secuestro". Los tres ya fueron
procesados en rebeldía en Chile en diciembre de 2003.
En el día de hoy el abogado de los militares, Amadeo Ottati, será notificado de
la resolución, la que posteriormente pasará al Tribunal de Apelaciones que
otorgó la extradición en segunda instancia, y luego al Juzgado penal que la
otorgó primera. Cuando el juez Gustavo Mirabal sea notificado del fallo,
ordenará la detención inmediata de los militares, que deberán aguardar en
prisión el momento de viajar.
De todas maneras, nadie descarta que su abogado presente algún otro recurso para
dilatar ese momento, ya que no para impedir la extradición, pues la resolución
de la Suprema Corte es inapelable.
Las fuentes militares del diario El Observador aseguraron que -como no podía ser
de otra manera- "el fallo será acatado y no existen riesgos de insubordinación".
También informaron que el Ejército Nacional (el pueblo uruguayo, en definitiva)
se hará cargo de los gastos derivados de la defensa de los tres militares ante
la Justicia chilena.
AYUDAMEMORIA En octubre de 1991, Eugenio Berríos (bioquímico y agente de
la policía secreta pinochetista) es sacado clandestinamente de Chile para evitar
su citación por la justicia en la investigación del asesinato de Orlando
Letelier. En noviembre la justicia chilena dictó su auto de procesamiento por
homicidio. El 12 de ese mes, ya se encontraba Montevideo, primero en un hotel,
luego en un departamento. Exactamente un año mas tarde, Berríos llamó a la
embajada chilena solicitando un salvoconducto para volver a Chile y declarar
ante la justicia, pero fue ignorado. Tres días mas tarde, se presentó en la
comisaría del balneario Parque del Plata (en el departamento de Canelones, al
este de Montevideo), y denunció estar siendo secuestrado por militares chilenos
y uruguayos y que "Pinochet me quiere matar.
Mientras los policías tomaban su denuncia, la comisaría fue rodeada por
vehículos militares, de uno de los cuales descendió el coronel Tomás Casella y
reclamó a Berríos, alegando que era un amigo suyo y "estaba mal de la cabeza."
El oficial policial a cargo ordenó una pericia psiquiátrica somera e inmediata,
durante la cual Berríos se desdijo de sus denuncias y dió como resultado que el
chileno estaba en sus cabales. Puestas así las cosas, se solicitaron directivas
al Jefe de Policía de Canelones, el coronel del ejército Ramón Rivas, quién
ordenó anular la denuncia asentada por Berríos arrancando la página del libro de
partes diarios. Finalmente, Casella se llevó a Berríos a la casa del coronel
Eduardo Radaelli, lugar del que había escapado.
El 24 de marzo de 1993, el general Augusto Pinochet visitó Uruguay, y Tomás
Casella fungió como su edecán, acompañándolo en su periplo por Montevideo,
Piriápolis y Punta del Este. Hacia fines del mes de mayo, un policía de la
comisaría de Parque del Plata envió cartas a varios parlamentarios relatando lo
sucedido allí con Berríos. Juan Andrés Ramírez, el ministro del Interior del
presidente Luis Lacalle (Partido Nacional) se manifestó sorprendido por los
acontecimientos, y el 6 de junio destituyó al jefe Rivas. Dos años más tarde, el
14 de abril de 1995, se encontró un cadaver semi enterrado en las dunas del
balneario El Pinar. Seis días después, un estudio antropométrico estableció que
el esqueleto era el de Eugenio Berríos. Desde entonces hasta hoy, la justicia
uruguaya no pudo averigüar quién cometió el crimen.
Sin embargo, y a pesar de que hasta hace pocos meses nunca pudo contar con la
colaboración de su par uruguaya -que negó reiterados pedidos de compartir
información basándose en el secreto del presumario- a 1.400 kilómetros de
distancia del lugar de los hechos, la justicia chilena esclareció el caso.
Hoy día, los asesinos de Berríos están presos en Chile, y la justicia de ese
país ha solicitado la extradición de sus cómplices uruguayos, los coroneles del
ejército Tomás Casella y Wellington Sarli y el capitán Eduardo Radaelli.
Según se pudo determinar en la investigación efectuada en Santiago de Chile,
estos tres oficiales tuvieron activa participación en mantener a Berríos
secuestrado, y -por lo menos- facilitaron las condiciones para el crimen.