Latinoamérica
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Los que no están
Gonzalo Abella
Fray Bentos está de fiesta. Blancos y colorados a la cabeza, intendente
conservador al frente, comerciantes y fuerzas vivas detrás. Sindicatos de
memoria gloriosa, como furgón de cola. Una gran multitud proclama el derecho de
los trabajadores a participar, con salarios decorosos, en la construcción del
inmenso templo de nuestros verdugos.
Junto a los poderosos y a los lacayos de las trasnacionales desfila gente que,
hace unos meses no más, revisaba basura en Mercedes y hoy tiene un salario
botniano. Gente de familias buenas que viven en asentamientos dolorosos, donde
entre tablas y nylons, se decoloran banderas rojas, azules y blancas de la
esperanza todavía reciente. Las promesas resultaron una realidad de trabajo para
dos años, dignidad laboral ahora y muerte anunciada del Río de los Pájaros
después, pero ¿a qué otra alternativa prenderse? Bien: la gente acepta por ahora
la única opción laboral que el gobierno neoliberal y las trasnacionales les
ofrecen, y cierran los ojos para no ver el estupor y el desencanto en los ojos
de los jóvenes entrerrianos, de esos estudiantes provincianos que renuncian al
baile del sábado para pintar pasacalles y relevar a sus orgullosos abuelos en
los cortes de rutas.
Esos jóvenes que se sentían en su casa en las termas y los boliches de este
lado, que tienen tíos y primos orientales, a veces novios o novias orientales, y
que hoy, con una canción de Sampayo en sus labios, se preguntan cómo puede
manipularse y aterrorizarse a un pueblo tan de ellos mismos, como lo es el
pueblo fraybentino. Cómo puede acusarse de patotero, o de seguidor de políticos
corruptos, al que ama el río y lo defiende... y cómo tantos pueden creer la
mentira acunada en millones de euros y crecida en conciencias compradas.
Los camiones chilenos, sirvientes de las mismas trasnacionales que exterminan a
los mapuches, esperan como buitres al acecho el desgaste de las asambleas de
ciudadanos. Y allí en Fray Bentos está esa inmensa columna laflufosa -
sanguinettiano - lacallo - astoriano - vazquense, para contribuir a desanimar a
los compatriotas que levantan banderas artiguistas del otro lado del río. Para
que además, la clase política argentina, embretada y temerosa que la lucha
popular se salga de control, respire más tranquila.
Ah, pero falta gente en la columna del lado oriental. Faltan los héroes y
heroínas que siguen resistiendo desde su solar fraybentino y mercedario, a pesar
de que la prensa burguesa opositora y la prensa burguesa oficialista los pinta
como traidores a la Patria (¿la patria son las trasnacionales?).
Faltan en la columna laflufiana los desalojados del campo por la forestación,
los que malvendieron a las forestales su último pedacito de tierra cuando el
pozo se secó, los que vieron cerrar la última escuelita rural. Los que quedan en
su casita semiderruida, entre lechos rocosos y resecos de antiguos arroyos,
esperando el camión cisterna de la Intendencia que les trae el agua potable cada
quince días. Los apicultores, tamberos y operadores turísticos arruinados por el
latifundio gringo monocultivado, que es el alimento de las voraces superfábricas;
faltaron con aviso los niños enfermos por agrotóxicos.
A la cola de esta inmensa manifestación en pro de las trasnacionales, detrás de
su último destacamento que son los trabajadores desesperados por seguir siéndolo
(porque el gobierno niega una inversión mil veces menor que daría mil veces más
puestos de trabajo, porque se los empuja a la marcha botniana por la
desesperación) Detrás de esta columna falta gente, pero llegarán nuevos
contingentes. Sí, se irán sumando, para pedirle cuentas a los laflufianos, los
fantasmas de los muertos en el trabajo esclavo tercerizado de los monocultivos,
los expulsados del campo, los niños con cáncer y malformaciones, las víctimas de
las mafias que trae la llegada del dinero fácil cuando el flujo inicial se
corta, los dueños de los pequeños hoteles envueltos en el aire nauseabundo de
las chimeneas, los nuevos tugurios y asentamientos que inevitablemente crecerán
porque en poco tiempo las promesas se desvanecen y la gente que llegó de todos
lados ya no tiene qué hacer.
Crecerá la columna cuando los fantasmas de los pescadores artesanales, que ya no
pueden serlo, aúnen su grito en un lamento que no cesará aunque los débiles de
hoy se tapen los oídos.
Entonces habrá que hacer renacer al Río Padre. Estoy seguro que la mano generosa
de los entrerrianos no nos fallará.
Gonzalo Abella Investigador, escritor y amante de su tierra.
Clamor de angustia que transmite el sentir y el desgarro de miles de orientales
que -como él- no se han dejado engañar ni comprar y sienten la misma decepción
por haber votado a sus verdugos.
Hacemos nuestras cada palabra del amigo/hermano de aquella Banda Rosa Albariño
Vocera. Comunidad Charrúa del Entre Ríos.
Unión de Mujeres del Pueblo Charrúa (UMPCHA)