Latinoamérica
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La Premiaduría de Amigotes
Herbert Mujica Rojas
Señal de Alerta
Nadie puede negarle a la señorita Beatriz Merino el hacer política y apisonar
cualquier futuro: ¡pero necesaria y obligatoriamente, tiene que hacerlo con su
dinero! ¡De ninguna manera con los fondos que le paga el pueblo peruano para que
como Defensora del Pueblo, premie a sus amigotes, y les regale tribuna para que
despotriquen de cualquier candidato a la presidencia de la república! Sólo la
habitual y cómplice pusilanimidad de los partidos políticos que pusieron a BM en
ese cargo, fleta un silencio frente al escandaloso mal uso de los recursos del
Estado. El escritor español de origen peruano, Mario Vargas Llosa, puede decir
cuanto le venga en gana, pero no estoy muy seguro que sea oráculo o intérprete
del pueblo peruano. En 1990, la gente le negó abrumadoramente su apoyo.
¿Por causa de qué la DP está al servicio de quienes están contra una
candidatura, la del señor Ollanta Humala? Nadie descarta que mañana podrían
llevar a cualquier rábula con tal que brame su animadversión. ¡Y encima le
premian, como ocurrió con el señor Vargas! La Defensoría tiene que defender al
pueblo de los atropellos en que incurre el Estado. Esa frivolidad obscena de
estar premiando a los amigotes no hace sino repetir lugares comunes de la más
ridícula e inaceptable camandulería hipócrita.
A tenor de los acontecimientos, de las reacciones tardías y sofrenadas, como en
el caso de Camisea; nulas como en el álgido tema de Choropampa en Cajamarca;
burocráticas como cuando la titular dice que sus empeños están enfilados en
conseguir más recursos para pagar sueldos o cuando firma "seguimientos" de
conclusiones de una Comisión de la Verdad demasiado polémica, sesgada y
orientada a la santificación de unos y a la condena de otros, en maniquea y
repulsiva intención; no hacen sino sugerir que nada ha cambiado en la DP. Antes
existía un criticadísimo borrachín de aptitudes intelectuales casi inexistentes
que se gestionaba premios y diplomas de todos los tamaños y motivos. Hoy, para
variar, en peruanísmo giro, es lo mismo.
Se arriba a la deprimente realidad que la Defensoría del Pueblo, a cargo de
Beatriz Merino es una Premiaduría de Amigotes que funcionalmente agreden a
quienes no son partidarios de sus sabias ideologías defensoras del status quo,
de los altos sueldos, de las comodidades oficinescas y del auto-bombo mediático
que llega fácil porque para eso sí hay dólares pro domo sua.
Si la Defensora del Pueblo Beatriz Merino no puede demostrarse capaz de
convertir a la Defensoría en una legítima institución, alejada de premiaciones
serviles; divorciada de pandillas políticas; capaz de echar a la calle a decenas
de vividores resabios de malas gestiones pasadas; entonces, no tiene mejor
camino que ¡irse a su casa! Y que desde allí continúe con la forja de su
movimiento u organización. El Perú requiere de nuevas opciones, acaso, ella
tenga alguna ya en dinámico envión. Pero ¡nunca! bajo la sombrilla que fleta una
institución que mantienen con sus impuestos los contribuyentes.
La democracia de juguete tiene sus morisquetas aparentadoras. Es como para decir
que algo se está haciendo y acometiendo. La realidad, que es más dura que
cualquier onanismo pseudo-intelectual o "sociológico", nos dice que el pobre
está menos defendido que antes y más sólo en la consuetudinaria soledad de que
es poseedor tradicional.
¿Hasta cuando callan quienes deben opinar sobre temas tan comprometidos como es
el inequívoco buen funcionamiento de una Defensoría de muy reciente data? El
silencio no constituye alternativa sino madriguera y la mudez una cobardía y no
estrategia. En el Perú disfrazamos todo con castillos huecos de palabrería
gárrula.
¿Agarrará el rábano por las hojas el próximo Congreso o persistirá siendo el
Establo aquel del que hasta el caballo de Calígula se avergonzaría de ser parte
como recordaba caústicamente Manuel González Prada?
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
¡Ataquemos al poder; el gobierno lo tiene cualquiera!
¡Hay que romper el pacto infame y tácito de hablar a media voz!