Vicky Peláez vpelaez@eldiariolaprensa.com
La Prensa, NY
Kobeni, kobeni, narotari, obambaroataka, narotari,
niavagitacharina, okasanka, gitetapakira kobeni (qué será de
nosotros si no existiera la naturaleza, moriríamos, no
existiríamos).
Canto machiguenga.
Le ha tocado nuevamente al Perú, ser víctima de los crímenes de la globalización
dirigida por el grupo de los más ricos y poderosos de los países más
desarrollados. Estos en su afán de apoderarse de los recursos naturales, no
escatiman esfuerzos para corromper gobiernos, engañar pueblos, acallar o
"neutralizar" a los críticos y opositores, pero lo peor, dejando a su paso
destrucción, muerte y desolación, tal como está sucediendo con lo que fuera
hasta hace dos años un paraíso verde de vegetación en la zona de Camisea.
El Perú tiene la suerte y al mismo tiempo la desgracia de tener uno de los
yacimientos más grandes del gas en América Latina después de Venezuela y
Bolivia. Lo trágico es que este reservorio de 13 millones de millones pies
cúbicos de gas y 600 millones de barriles de gas líquido está ubicado en un
lugar de Amazonía de espectacular belleza y singular biodiversidad en medio de
un deslumbrante bosque tropical y cerca de un cañón de creación mística: el
Pongo de Mainique, donde, de acuerdo a las creencias de machiguengas, que
habitan la zona siguiendo el ritmo de la naturaleza, fue creado el mundo por el
dios del bien, Tasurinchi. Con su ayuda, los nativos sobrevivieron el avance de
los caucheros y después la violencia de los hacendados que quisieron convertir
sus bosques en tierras de cultivo y esclavizar a los nativos.
Sin embargo, después de cinco derrames de gas del gasoducto de Camisea y sus
trágicas consecuencias para la naturaleza que empezó a esconder su fauna,
huyendo los peces, pájaros y animales, ahora saben que el dios del mal,
Kientibakori finalmente venció a Tasurinchi por haber enviado sus emisarios, uno
de los cuales es el actual primer ministro del Perú, Pedro Pablo Kuczinsky de
nacionalidad norteamericana, para exterminar a los machiguengas. Tienen sus
razones para pensar así. Desde el gobierno de Fernando Belaúnde, este banquero
ligado al gran capital estadounidense hizo todo lo posible para entregar, bajo
la consigna de "privatización como el único camino para el desarrollo", la
riqueza nacional a las transnacionales, a precio de ganga.
El proyecto de gasoducto de Camisea evaluado en mil setecientos millones de
dólares fue financiado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en 2002
cuando P.P. Kuczynski era el Presidente de la Comisión del Sector Privado de
esta entidad, que le daba autoridad en la selección de las corporaciones que
finalmente formarían el Consorcio Upstream para la explotación del gas y el
Consorcio Transportadora del Gas del Perú (TGP) para la construcción del ducto
del transporte, compuesto por PlusPetrol de Argentina asociada recientemente
Repsol española con 22.2 % de acciones; Techint (Argentina -23.4%); Hunt Oil (EEUU
- 22.2%); Sonatrach (Argelia-11%) ; SK (Corea del Sur- 11%)); Tractebel (Bélgica
- 8%) y Grana y Montero (Perú - 2%). En realidad, tanto el Upstream como la TGP
están representados por las mismas corporaciones.
En este período 2002-2004 Kuczynsky fue el director de la compañía Tenaris
perteneciente a Techint. Fue la Tenaris la que vendió tubería corroída para el
gasoducto, de acuerdo al informe de la compañía consultora E-Tech International
con sede en Washington. El autor del informe, que fue presentado al BID el 27 de
febrero de este año, un reconocido especialista en gas y oleoductos, Carlos
Salazar Tirado constató que el gasoducto fue construido por personal sin
experiencia violando normas y requisitos de construcción; la ruta elegida
representa un alto riesgo geofísico trazada sin estudios adecuados de la
estabilidad del suelo y sin hacer pruebas hidrostáticas; y un 40 por ciento de
los ductos utilizados, estaban corroídos.
Pero allí no termina la historia. P.P. Kuczynski también era amigo del dueño de
Hunt Oil, Roy Hunt y asesor de su empresa. Para acelerar la realización del
proyecto, porque Venezuela con Hugo Chávez y por el avance de la movilización en
Bolivia, estos países se salían del control norteamericano, lo único que le
faltaba era el poder oficial en el Perú. Y lo logró como por 'magia' al ser
nombrado por el presidente Alejandro Toledo, primer ministro.
Pocos saben que la explotación del gas de Camisea en actuales condiciones no
solamente implica la destrucción de la naturaleza, sino un robo descarado al
pueblo peruano. Según el acuerdo firmado por el presidente Alejandro Toledo, el
Perú recibirá en los próximos 42 años 8 mil millones de dólares, sin mencionar
que el Consorcio Upstream ganará más de 200 mil millones de dólares. Es decir,
que por el rubro de regalías el país obtendrá, si el precio actual de gas no
sube de lo que es ahora, 5.6 por ciento de todo lo que gana el Consorcio
internacional y en el caso de aumentar el precio, 3.8 por ciento. Un verdadero
"regalo" a los extranjeros. Para que las fuerzas armadas "no se den cuenta" del
robo, Toledo firmó en diciembre de 2004 la Ley 28455 que les destina el 40 por
ciento de esta miserable dádiva.
El gobierno peruano dice que con el gas de Camisea se produce la energía más
barata. Sin embargo, ni el mismo departamento de Cusco, donde está ubicado el
yacimiento, hasta ahora no tiene ningún beneficio ya que las tarifas del gas
siguen subiendo. En el colmo de la estafa, la compañía argentina PlusPetrol que
vende a los peruanos su propio gas (GLP) a precio más alto que al resto de
América Latina: una garrafa de gas cuesta en el Perú 10 dólares, mientras que en
Chile la misma garrafa cuesta US$ 6.30; en Argentina - US$5.70, en Bolivia - US$
2.77 y en Venezuela - US$ 1.40. Todo esto parece una broma de mal gusto si
tenemos en cuenta que un 50 por ciento del gas de Camisea irá a EEUU después que
Toledo y Bush firmen el 7 de abril próximo el Tratado de Libre Comercio.
También está en discusión el proyecto de mandar los otros 50 por ciento del gas
peruano al puerto Tocopilla, Chile desde el cual se distribuirá a Argentina,
Brasil y Uruguay. ¿Y el Perú, con qué se queda? Es un robo abierto y a plena
luz, sin que nadie o ningún candidato a la presidencia dé un grito de protesta o
alarma. Si revisamos lo que pasó en los años 1980, cuando la Corporación Shell
quiso apoderarse del gas de Camisea, nos daremos cuenta que fue Sendero Luminoso
el que no permitió este fraude. Después de su derrota, la corrupción y el robo
de los recursos naturales se convirtieron en el modus vivendi de todos los
gobiernos "democráticos" elegidos por el sumiso pueblo.
"Oregaga Tanaka" - todo está malogrado y estamos muriendo, dicen las 22
comunidades de machiguengas. Los pájaros, animales y peces están desapareciendo
y nosotros estamos muriendo de gripe, enfermedades respiratorias ,
gastrointestinales y de sífilis que trajo el gasoducto de Camisea".
Pero ahora no hay quien les escuche, les tienda la mano o proteste, la
ciudadanía peruana está adormecida y ni se molesta por el robo del siglo de su
propia riqueza. Está dominada por Kientibakori
Fuente: lafogata.org