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El fracaso de Uribe en las elecciones
José María Carbonell
ANNCOL
Los corifeos del régimen narcoparamilitar -entre ellos el vocero oficioso El
Tiempo- nos quieren hacer tragar la píldora de que Uribe Vélez fue el gran
triunfador de la jornada electoral del pasado domingo 12 de marzo.
Nada más reñido con la realidad si analizamos los resultados sin ningún
apasionamiento y sin interés de ningún tipo. En primer lugar hay que señalar que
la abstención aumentó en relación con los comicios del 2002, pasando del 58% al
69% en el 2006, es decir aumentó 11% en cuatro años. Si sumamos los votos nulos
-882.703-, las tarjetas no marcadas -251.463- y los votos en blanco -218.778-,
lo cual representa el 5% del padrón electoral, este porcentaje aumenta.
PARTIDO COMUNISTA CLANDESTINO COLOMBIANO, PCCC
Ahora bien, si sumamos las votaciones de los opositores a Uribe Vélez, el
Partido Liberal -1'392.805 votos- y el Polo Democrático -867.185 votos-, lo cual
representa el 9% del padrón electoral y le sumamos el 5% anterior, tendríamos
14%, que restado al 32% de los electores que participaron en la jornada de ayer,
entonces tendríamos que solamente el 18% del padrón electoral "apoya" la
política uribista. Resultado pírrico si lo comparamos con las últimas elecciones
en Venezuela, en Bolivia y en Chile.
Entonces, ¿de qué triunfo hablan?
Si lo anterior lo analizamos a la luz de la exhortación del presidente Uribe a
los colombianos de votar masivamente para "vencer al terrorismo", comprobaremos
que la capacidad de convocatoria del presidente realmente deja mucho que desear.
Las grandes masas no le comen cuento al discurso uribista y no se volcaron a las
urnas como pretendía el presidente.
El pueblo colombiano está cansado de la politiquería, de la política de miseria
y hambre que se adelanta desde la Casa de Nariño, de la guerra traducida en
masacres, asesinatos selectivos, desapariciones forzadas, detenciones
arbitrarias, y cansada de los abusos y tropelías que cometen diariamente los
"aliados naturales" del presidente, es decir, los narcoparamilitares de todos
los pelambres.
Por otra parte, mirando las "toldas" uribistas, verificaremos que el narco-candidato-presidente
carece de base política propia y sólida.
Ya no pertenece al Partido Liberal y su contendor por este partido será Horacio
Serpa, reconocido dirigente con gran capacidad oratoria, de la cual carece
precisamente Uribe que con su vocecita a-paisa-nada a nadie convence.
Germán Vargas Lleras y el "aguacate" Juan Manuel Santos -el otro Santos de El
Tiempo, el primero es Facho- son aliados de conveniencia y politiquería.
El Partido Conservador es también un aliado de ocasión, es decir, que ante la
carencia de un proyecto propio se "arrima" al presidente, pero ante un eventual
"candidato propio" podría dejar en la estacada al "aliado" ocasional. Quizá la
única base que tiene Uribe en estos momentos sean los grupos conformados por
políticos con nexos profundos con el narcoparamilitarismo o que son
narcoparamilitares directamente.
También ha quedado develado el cuento de la "democracia profunda". En Colombia
no hay democracia ni es profunda, a menos que se mida la democra-tadura por la
profundidad de las fosas comunes de los desaparecidos por las fuerzas militares-narcoparamilitares
o por la profundidad de las tumbas de las víctimas de masacres y asesinatos
selectivos. No se puede hablar de "democracia" en un país en que sólo el 18% del
padrón electoral "apoya" el proyecto político del narco-candidato-presidente.
De igual manera se demuestra el profundo desinterés que a los colombianos le
causa la elección de parlamento -senado y cámara-, quizá por el convencimiento
de que independiente de su sentir la maquinaria estatal impondrá el resultado
que más convenga a la oligarquía tradicional y mafiosa. Por ello el accionar
político de las grandes mayorías colombianas se da por fuera de la participación
electoral y se manifiesta en forma de paros, marchas campesinas, marchas
indígenas, manifestaciones estudiantiles, paros obreros y, claro está, en el
accionar de la insurgencia armada.
Quizá lo verdaderamente trascendental que muestran los resultados de las pasadas
elecciones es la significativa votación obtenida por el Polo Democrático con
867.185 sufragios -escrutadas el 90% de las mesas- y la elección de 11 senadores
y 8 representantes, que son evidencia de los profundos deseos de los colombianos
por un verdadero cambio que aboque la solución al conflicto económico, político,
social y armado que padece Colombia por cuenta de la oligarquía -tradicional y
mafiosa- y del imperio estadounidense.
Igualmente es necesario enfatizar que fue derrotado el proyecto de guerra en
Colombia. Las grandes mayorías abstencionistas y los electores del Partido
Liberal, del Polo Democrático y de los votos en blanco y no marcados, han
manifestado con sus diferentes posiciones que no apoyan el proyecto guerrerista
de Uribe y el Pentágono, el cual pretende lanzar a los colombianos por el
despeñadero de la guerra fratricida y demencial. Ayer los colombianos mostraron
su inmenso sentir por la Paz sin condicionamientos ni cortapisas.
Es también una falacia difundida desde los voceros oficiosos de la mafia de la
Casa de Nariño, lo de la "derrota a las FARC". Que se sepa, la organización
insurgente no declaró un saboteo a las elecciones del 12 de marzo. Lo que sí
hubo fue la continuidad de su operatividad militar la cual se reanudó con
inesperado ímpetu desde el año pasado, después de enfrentar durante más de dos
años la arremetida de las tropas oficiales y gringas del Plan Patriota, y todos
los planes de guerra del gobierno colombiano y estadounidense, incluída la
"seguridad democrática", planes en los cuales invierten 17,5 millones de dólares
diarios.
Por todo lo anterior, la propuesta de un Nuevo Gobierno de Reconstrucción y
Reconciliación Nacional trascendió las elecciones -como ya lo habíamos
planteado- y se convierte en base de encuentros para ir tejiendo las redes
sociales y políticas necesarias para las ansiadas transformaciones que exige el
pueblo colombiano.