Latinoamérica
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Un clima de terror conflicto con argentina
Sergio Israel
Brecha
La disputa entre Argentina y Uruguay continúa sin destrabarse. En el ambiente
de "unión nacional" que aquí reina, los opositores a la construcción de las
plantas de celulosa encuentran cada vez menos espacio.
Para peor, el gobierno prepara un ajuste a la ley de indeseables de 1936 que se
podría haber aplicado a los activistas de Greenpeace.
Todo indica que Argentina y Uruguay deberán encontrar una fórmula más o menos
digna que les permita salir de la espiral de enfrentamientos que tienen como eje
la instalación de las plantas de celulosa en Fray Bentos y como telón de fondo
los trancazos que padece la integración regional. Pero que sean los jueces del
Tribunal Internacional de La Haya, los obispos del Vaticano o incluso la
Academia de Ciencias de Venecia, como propuso en su momento el premio Nobel de
la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, los que decidan el conflicto, estaría
demostrando, entre otras cosas, que la integración regional está casi en coma.
Quienes consideran que la extrema tensión debería descomprimirse en algún
momento con un acuerdo entre ambos mandatarios (que deberían verse en Santiago
de Chile el 11 de marzo) apuestan a que, de este lado del río, operadores como
el secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, o la senadora socialista
Mónica Xavier puedan ir preparando el terreno para que la eventual cumbre tenga
éxito.
Pero por el momento cada uno se mantiene en sus trece. Uruguay no parece
dispuesto a suspender ni siquiera por un día la marcha de las obras de Botnia en
Fray Bentos, mientras en Argentina el gobierno nada hará para impedir que los
manifestantes de la provincia de Entre Ríos levanten el bloqueo de los puentes
entre ambos países (ahora no sólo está cortado el que une a Fray Bentos con
Gualeguaychú sino el de Paysandú-Colón).
El discurso que pronunció esta semana ante el Congreso de su país el canciller
argentino Jorge Taiana (véase nota adjunta de Fabián Kovacic) aclaró por
completo, por si aún había dudas, que la interpretación que hace Buenos Aires de
las negociaciones desarrolladas en los dos últimos años para la instalación de
las plantas es muy diferente a la uruguaya. El lunes 13 el presidente Tabaré
Vázquez envió una carta a su par Néstor Kirchner solicitando el levantamiento de
los piquetes que afectan seriamente a la economía uruguaya, aunque al cierre de
esta edición no se conocía respuesta alguna y en el gobierno tampoco la
esperaban.
En este contexto, trascendió ayer jueves que el gobierno uruguayo enviará al
Parlamento un proyecto de ley de ajuste de la vieja ley de indeseables (esa que
fuera aplicada por ejemplo contra activistas obreros europeos en los años
treinta) que permitiría expulsar a eventuales manifestantes extranjeros que
llegasen al territorio nacional para, por ejemplo, "alterar el orden público" o
entrometerse en los asuntos internos del país.
En declaraciones publicadas por el diario El Observador, el ministro interino
del Interior, Juan Faroppa, puso como ejemplo de "nuevas causales" de
"alteración del orden público" las manifestaciones contra las plantas de
celulosa realizadas por activistas de Greenpeace, esos a los que el 15 de enero
el presidente Tabaré Vázquez tratara de "patoteros". Según Faroppa, los detalles
de la norma serán definidos por la Presidencia de la República.
DISCURSO ÚNICO En un marco en el que el sistema político aparece casi como un
solo hombre detrás de Vázquez y los editoriales de la prensa conservadora lo
apoyan como nunca, a los ambientalistas y otros opositores a las papeleras y al
"modelo forestal" les cuesta cada vez más hacerse oír. Grupos como Guayubira o
el Movides de Fray Bentos se quejan de que ocupan cada vez menos tiempo de
antena o espacio en la prensa y sostienen que han comenzado a padecer las
presiones ejercidas desde el poder.
El jueves 2 el maestro Gonzalo Abella, que rechaza la construcción de las
plantas de celulosa, fue invitado a hablar por segunda vez en radio Imparcial
sobre temas ambientales. En una de las tandas, la periodista Lilián Gallup
volvió con la cara desencajada y le dijo que la directora de la emisora le había
reprochado haber llevado a "ese hombre que habla contra las plantas de celulosa
cuando el gobierno había pedido expresamente colaboración en las radios en una
cruzada nacional". Luego fue muy difícil hablar del tema, y cuando entraron
llamadas del público la periodista hacía largas introducciones tomando
distancia.
Otro episodio: la "proscripción" de que fue objeto el ingeniero, productor rural
y periodista César Vega, animador del programa Del agro en 1410 am Libre. Vega,
conocido opositor a las plantas de celulosa y al "modelo forestal", había sido
invitado a participar de una charla sobre el tema que se desarrollaría el
miércoles 14 en la Coordinadora B del Frente Amplio (Juan Paullier y Maldonado).
La charla tuvo lugar, pero a Vega se lo "desinvitó" y no hubo debate ni
preguntas en voz alta.
El Partido Socialista tiene previsto para este fin de semana un encuentro
regional titulado "Cumpliendo con el país productivo". Uno de los temas
centrales será el de las plantas de celulosa, pero sólo fueron invitadas
autoridades de gobierno nacionales o locales. Cuando BRECHA le preguntó al
secretario general del ps, Eduardo Fernández, si se escucharían opiniones
críticas, éste contestó extrañado: "¿Acaso debemos invitar al enemigo a nuestra
casa?".
De este marco chovinista no pudo escapar siquiera el pronosticador del tiempo de
Canal 10 quien, en una de sus bromas habituales, dijo esta semana que en el río
Uruguay apareció una especie nueva, el "ambientalitus rompecocus". En el
oficialismo algunas voces -tibiamente- críticas intentan hacerse paso. Esta
semana se conoció un informe del Centro Artiguista por los Derechos Económicos,
Sociales y Culturales, vinculado al mpp, que estaba sepultado debajo de otros
papeles, en el cual se formulan moderadas observaciones al "modelo forestal"
definido años atrás y no cuestionado por el actual gobierno.
LA CLASE OBRERA ENTRE EL AMBIENTE Y EL LABURO Los sindicalistas de la
construcción y de la metalurgia no la tienen fácil.
En dos industrias fuertemente golpeadas por el desempleo y la crisis, el anuncio
de la llegada de empresas de producción de celulosa que en los momentos pico de
labor podrían emplear hasta a 6 mil personas, y durante 30 meses, fue recibido
con alborozo. ¿Cómo abordar, en ese contexto, el tema de las consecuencias
ambientales de estos emprendimientos, un tema en el que otros sindicatos ponían
énfasis? Antes de adoptar una posición al respecto, en 2003, los dirigentes de
ambos gremios discutieron el asunto. Según explicó a BRECHA Carlos Rossi, del
sunca, se estudió la seriedad, el grado de compromiso, la tecnología disponible
y las posibilidades de control social que presentaban ambos proyectos, el de
Botnia y el de ence. En diciembre de 2005 recibieron la visita de representantes
de los sindicatos finlandeses. Luego, por amplia mayoría, el Consejo Directivo
Nacional del sunca resolvió respaldar los proyectos que tendrían lugar en Fray
Bentos.
El representante del sindicato en el plenario departamental de Río Negro del pit-cnt,
Carlos Maneyro, que a su vez lo presidía, no estuvo de acuerdo. El dirigente
local interpretó que había que aplicar la resolución del VIII Congreso de la
central, que se había pronunciado, en uno de sus documentos, en contra de la
instalación de las plantas. A diferencia de la mayoría de los fraybentinos,
Maneyro adoptó un punto de vista contrario a la instalación de las fábricas de
celulosa.
La dirección del sunca le envió una carta anunciándole que no lo consideraba más
su representante. Los directivos del gremio dicen que tienen una buena relación
con Botnia. El 80 por ciento de los 1.200 trabajadores que laboran en la
construcción de la obra son afiliados al sindicato, explicó Rossi. Una posición
similar a la del sindicato de la construcción fue tomada el año pasado por los
metalúrgicos del UNTMRA.