Desencuentros
Mújica, los cañeros y la ocupación de tierras en Artigas
Sergio Israel
Brecha
El jueves 16 la justicia de Bella Unión continuará sus actuaciones en el caso de
las 36 hectáreas de tierras ocupadas en Colonia España. Ese día se habrá
cumplido un mes desde que allí se instalara un grupo de "peludos", trabajadores
del ingenio de CALNU (ahora en manos del Estado a través de Alcoholes del
Uruguay, ALUR) y pequeños productores interesados en recibir tierras para
plantar caña de azúcar.
Ayer, jueves, el directorio de ALUR, la nueva empresa a cargo del ingenio, se
reunió a los efectos de adoptar las primeras decisiones operativas que incluyen
un proyecto definitivo de inversiones (entre ellas un llamado a licitación para
adquirir una destilería que permita producir biocombustibles) y otras medidas
organizativas para realizar el mantenimiento de la vieja planta procesadora de
caña de azúcar.
El presidente de la Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas (UTAA), Luis
López, dijo a BRECHA que, independientemente de la lucha por la tierra, el
sindicato planteó a las autoridades de ANCAP y ALUR la necesidad de una
instancia tripartita entre el Estado, los plantadores y los trabajadores. Hasta
ahora la única forma de participación se reduce a un consejo consultivo
instalado por ALUR para determinar las grandes líneas de trabajo.
El jueves 2 los ocupantes del terreno de Colonia España esperaron en vano la
visita del ministro del ramo, José Mujica, que estuvo en la zona pero no se
trasladó al ingenio ni a la zona ocupada. Mujica sí tomó parte –junto a
dirigentes del PIT-CNT y trabajadores del sector, entre ellos ocupantes de las
tierras– de una reunión que se realizó en la sede del sindicato de trabajadores
de CALNU. Pero allí se limitó a repetir un discurso similar al que formuló el 25
enero en el Edificio Libertad cuando se firmó el traspaso del ingenio a manos
del Estado.
"Estamos en un Estado de derecho; no puedo salir con una bayoneta a meter
pechera inútilmente", dijo el ministro, en lo que se interpretó como una crítica
a los ocupantes de tierras y a los que exigen una intervención mayor del
ministerio, que en un principio se había planteado llegar a un acuerdo social en
Bella Unión pero luego desistió a ello.
Después del choque que tuvo lugar a fines de enero con los directivos de CALNU,
que pretendían recibir un crédito extraordinario de 500 mil dólares como
condición para firmar el arrendamiento del ingenio por diez años, Mujica se
presentó en Bella Unión interesado en dejar claro que necesita antes que nada el
compromiso de los plantadores para aumentar de 3 mil a 10 mil hectáreas el área
de caña cultivada y lograr al mismo tiempo una productividad adecuada (al menos
siete toneladas por hectárea). El ministro hizo hincapié en la necesidad de
elevar drásticamente la productividad y dejó entrever que entregar tierras a los
peludos podía ser contraproducente.
El gobierno se propone fomentar desde el próximo otoño el cultivo de 2.800
nuevas hectáreas de caña de azúcar como parte del denominado proyecto
sucroalcoholero. Para ello está entregando créditos a los plantadores que tienen
tierras y estén dispuestos a volver al cultivo de caña.
Los representantes de los peludos y otros trabajadores de la caña sostienen que
si el gobierno no adopta medidas para salvaguardar a los cortadores, esos nuevos
créditos que recibirán los beneficiados de siempre servirán para perpetuar las
pésimas condiciones de trabajo y la superexplotación de los cortadores de caña.
Mientras Mujica considera que la ocupación de tierras es "un palo en la rueda"
del gobierno, los peludos estiman que la medida sirve para llamar la atención
acerca de sus demandas que están siendo olvidadas por las autoridades.
Por otra parte, fuentes del gobierno confirmaron a BRECHA que, desde antes de la
ocupación de Colonia España, el Instituto Nacional de Colonización tenía
dispuesto entregar unas 170 hectáreas a los cañeros que quisieran convertirse en
plantadores. Si bien la mitad de esas tierras, que quedaron en manos de UTE, son
inundables, la otra mitad podrían ser explotadas. Los trabajadores se negaron a
recibirlas porque, a diferencia de las de Colonia España, que estaban
improductivas, éstas eran explotadas por un pequeño plantador que las perdió por
deudas con la empresa eléctrica.