Diversas organizaciones sociales y de derechos humanos lo vienen denunciando.
Ollanta Humala habría estado involucrado - bajo el seudónimo de "capitán Carlos"
- en graves violaciones a los derechos humanos durante la guerra
contrainsurgente que masacró a miles de guerrileros y campesinos. (ver
Correspondencia de Prensa Nº 9361, febrero 17, 2006) Otras fuentes acusan a
Humala de contar entre sus partidarios a antiguos colaboradores de Montesinos.
Más allá de la veracidad de tales denuncias, un manto de sospecha cae sobre el
candidato "nacionalista". El artículo que pubicamos a continuación, no se
pronuncia sobre las acusaciones, pero hecha luz en torno a un "fenómeno
político" que ha obtenido apoyos políticos y electorales que van desde el
chavismo hasta una buena parte de la izquierda peruana. (Redacción)
Ollanta Humala que luego de su plausible levantamiento contra Fujimori
estuvo de funcionario gubernamental en Francia y Corea, entró en la política
electoral propagandizado por su hermano Antauro, quien organizó a los
reservistas que vendían su periódico Ollanta, muy bien confeccionado para
lectura popular y mostrándose anti-sistema. En su prédica reivindicó al
movimiento indígena. Eso atrajo a la gente pobre que está harta del sistema. Por
lo tanto la corriente "humalista" tiene mucho de positivo.
Una cosa es la corriente "humalista" formada por Antauro y otra los Humala.
Los Humala se llaman apropiadamente "etnocaceristas". ¿Qué es eso? Es la
reivindicación de Andrés Avelino Cáceres que dirigió las guerrillas indígenas de
resistencia contra las tropas invasoras chilenas y los abusos que ellas
cometían. Naturalmente que aplaudimos esa actitud.
Pero ahí no termina la historia, cuando los guerrilleros indígenas continuaron
su lucha contra sus enemigos peruanos, los hacendados, Cáceres los traicionó.
Eso le dije a Antauro, él me contestó textualmente: "No sólo los traicionó, los
hizo fusilar" (¡). Le pregunté si sabía que durante el gobierno de Cáceres los
hacendados disfrutaron muy bien. Me dijo que sí, porque "todavía no era tiempo
de luchar contra ellos".
En mi opinión desde el asesinato de Atawallpa ya era tiempo de luchar contra los
invasores y sus herederos, como lo hicieron Tupac Amaru I, Manco Inca, Juan
Santos Atawallpa, Tupac Amaru II. Esas rebeliones fueron correctas aunque no
hayan sido exitosas.
El triunfo contra los hacendados con la recuperación de la tierra fue logrado en
forma pacífica por nuestra lucha indígena de los años 1958 en adelante,
iniciándose en la zona semi-tropical del Cusco. Esa reforma agraria democrática
y pacífica fue respondida por la agresión represiva armada, ante ello decidimos
democráticamente practicar la autodefensa, también armada, para defender lo
conquistado al grito de "¡Tierra o Muerte!". Aunque el gobierno militar de
Lindley logró disolvernos, comprendió que si el campesinado indígena había
resistido en forma armada a los inicios de la represión, la zona se iba a
incendiar si le arrebataban la tierra obligándole a trabajar nuevamente para las
haciendas en forma gratuita, lo que ya no hacía durante meses; para evitar ese
levantamiento sacaron una "Ley de Reforma Agraria" sólo para esa zona,
legalizando con ello lo que el campesinado había hecho.
Luego, en varios lugares del Perú se produjeron tomas de tierra de las haciendas
por parte del campesinado; esto fue contestado a balazos por el gobierno de
Belaúnde, a pesar de los muertos las tomas de tierra continuaron.
Ante este panorama los militares comprendieron que el Perú se iba a incendiar si
el gobierno continuaba defendiendo a balazos el régimen semifeudal de las
haciendas. Por lo tanto decidieron tomar ellos el Poder y extender a todo el
Perú lo que habían hecho en la zona semi-tropical del Cusco. Entró Velasco
Alvarado y decretó la "Ley de Reforma Agraria" para todo el país.
Naturalmente nos parece positiva la liquidación del latifundio, sin embargo
debemos señalar los aspectos con los que no concordó el movimiento campesino.
A diferencia de la reforma agraria hecha por el campesinado en una zona del
Cusco que se hizo en forma democrática, la reforma de Velasco se hizo al estilo
militar, verticalmente. Esto trajo muy malas consecuencias:
- Se programó un calendario que el campesinado no aceptó, por eso se dieron
acciones campesinas que fueron violentamente reprimidas como en Andahuaylas. En
Huanta se produjo una masacre inmortalizada por la canción "Flor de Retama".
- No se respetó la cultura indígena del ayllu o comunidad campesina y en muchas
zonas en lugar de devolver la tierra usurpada a los ayllus se fabricó
gigantescas cooperativas superburocratizadas que resultaron beneficiando sólo a
un puñado de funcionarios. El campesino comunero indígena se levantó y a pesar
de la represión recuperó la tierra para las comunidades.
- Haciendas de la costa fueron parceladas dejando los pozos de agua en manos de
algunos privilegiados y a la mayoría de los parceleros sin agua.
Repito, considero positiva la liquidación de las haciendas por Velasco, pero
junto con el movimiento campesino, he luchado contra sus limitaciones.
Me he extendido en esto al tratar sobre Humala porque ellos no reivindican al
movimiento indígena democrático y de acción directa, como el del Cusco, las
tomas de las haciendas en la época de Belaunde o el movimiento comunero que
recuperó las tierras de las falsas cooperativas creadas por Velasco.
Sus emblemas son Cáceres y Velasco, dos militares que dirigieron a los indígenas
y cuando ellos querían aplicar su democracia indígena, contestaban abaleandolos.
El comandante dirige a los indios, y cuando estos se pasan de la raya, los
fusila.
Por eso no debe extrañarnos que en el partido de Humala se desconozcan los
dirigentes o los candidatos elegidos por las bases democráticamente, no se
permite que manden las bases, manda "el comandante". Hay coherencia en el
etnocacerismo
Nosotros estamos por el movimiento indígena democrático, donde el movimiento no
es guiado por ningún comandante ni caudillo, sino por sí mismo.
Reivindicamos la lucha de los guerrilleros contra las haciendas, traicionados y
fusilados por Cáceres. Reivindicamos la reforma agraria hecha por el propio
campesinado en el Cusco. Reivindicamos las tomas de tierras de la época de
Belaunde. Reivindicamos a los comuneros que en Puno recuperaron la tierra de las
cooperativas fabricadas por Velasco. Reivindicamos al movimiento indígena de
Anta que maneja directamente su municipio.
No nos extraña que cuando un candidato de la derecha pidió la amnistía para los
militares masacradores de gran parte de los 70,000 indígenas asesinados durante
la guerra interna, Ollanta Humala se indignó, pero no por el pedido de amnistía
para los asesinos, sino porque no debía ser tratado en forma electorera ese
"asunto tan delicado para la familia militar".
Puestos en una balanza los miles de indígenas muertos, frente a sus asesinos de
la "familia militar", él está con la "familia militar".
Si no es así, que declare públicamente que está contra la amnistía a los
masacradores.
* Dirigente histórico de la izquierda revolucionaria y de la Confederación
Campesina del Perú.