Latinoamérica
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America latina: semi colonia y teorias politicas de cloroformo.
Luis Arce Borja.
Imagínese que estamos en plena época de la dominación colonial en América
Latina. Diríamos antes de la derrota militar española en 1824 cuando los
pueblos se levantaron en armas contra el conquistador. Imagínese también que
mientras el invasor mataba de hambre y miseria a millones de personas, un grupo
de individuos, que ruidosamente se declaran anticolonialistas y protectores de
los pobres, inducen a los pueblos a buscar reformas en el Estado colonial y a
dejar de lado cualquier solución violenta para liquidar el sistema de
explotación colonial. ¿Bastante extraño no?.
¿Qué hubiera hecho usted en esas circunstancias políticas?. ¿Y cuál habría sido
su posición frente a los postulados de esos apologistas de la paz y reformas en
el sistema colonial?.
El dilema se hubiera planteado entre la solución militar, es decir la guerra,
para liquidar definidamente la dominación española o mendigar reformas que nunca
hubieran llegado. La historia y los acontecimientos han demostrado
implacablemente que todos esos discursos y tratados humanistas, cristianos,
democráticos, y de reformas pacíficas con el Estado virreinal tuvieron un
propósito fundamental: salvar el sistema de opresión colonial y proteger los
intereses de reyes, virreyes, castas militares, comerciantes y grandes
propietarios de tierras.
Ahora estamos en el siglo XXI y más precisamente en el año 2006 cuando el
dominio mundial ya no es de las viejas potencias coloniales, sino más del
imperialismo moderno y del sistema de explotación y acumulación capitalista
mundial. En esta época no hay nada que imaginar ni inventar. El drama salta a la
vista y para ver el cuadro desolador de hambre y miseria en América Latina
basta abrir los ojos y constatar que los modernos invasores son tan brutales
como aquellos del siglo XVI. El sistema de explotación y el saqueo de ahora son
tan mortales como en la época de los reyes católicos de España.
Si en la época del oprobio español había grupos e individuos que utilizaban
argucias para salvar el sistema colonial, ahora no faltan aquellos que se
proclaman antiimperialistas y hasta socialistas, pero que en la práctica hacen
todo lo posible para proteger el sistema y el Estado imperialista. Los intentos
de conciliar los intereses de opresores y oprimidos sobreviven sin límites
en el tiempo histórico. Como método contrarrevolucionario se utiliza desde los
albores de la humanidad. Su aparición y desarrollo, como fenómeno político
social, se relaciona a las etapas de agudas crisis de la sociedad y alza
creciente de la lucha de clases. En medio la lucha social, los grupos de poder,
que ven peligrar su sistema de dominación, favorecen y propician el surgimiento
de profetas y salvadores que como el Mecías de hace 2000 años aterrizan en la
tierra para aportar la paz, el camino salvador, el bien y la felicidad eterna.
Así en la década del 50 y del 60 América Latina estaba convulsionada por una
extraordinaria explosión social atizada por el hambre y la miseria. La lucha de
clases estaba al tope. Su expresión mas acabada fue el estallido de la
revolución cubana y la lucha guerrillera en diversos países del
continente. Para detener este fenómeno social en pleno auge que amenazaba con
traerse abajo el andamiaje de opresión imperialista, las potencias y en
particular los Estados Unidos fomentaron, instituciones, partidos políticos, y
personajes de todo tipo adverso a la lucha de clases y a la revolución.
Fue el inicio de las "nuevas teorías sociales", presentadas como superiores al
socialismo y sobre todo al marxismo. Surgió la teoría desarrollista que se
impulsó desde CEPAL (Comisión Económica para América Latina), cuya formula casi
mágica era proponer reformas en el sistema capitalista para aliviar la tensión
social y dejar sin efecto la lucha contra el sistema de opresión. Surgieron
tambi
én los "militares patriotas, antiimperialistas y revolucionarios", que
proponían una sociedad ni capitalista ni comunista. En menor escala se hicieron
famosas las corrientes indígenas que proponían, como formula de solución de los
problemas de los pobres, regresar a la sociedad del Tahunatinsuyo. Ni hablar de
los postulados de los partidos socialdemócratas y cristianos que
pretendieron impulsar en los países pobres sociedades de la caridad dentro de un
"capitalismo humano y democrático".
Los americanos fueron los más activos en la extensión de fórmulas para intentar
apaciguar la lucha de clases y detener la proyección histórica de la lucha por
el socialismo. En 1962 John Kennedy crea el "cuerpo de paz", que bajo la
dirección del Departamento de Estado Americano, se lanzó en campaña en los
países latinoamericanos, cuyo objetivo era "detener el avance del comunismo". El
cuerpo de paz, pretendió vender la idea en el seno de las clases populares que
era posible encontrar la paz y la felicidad dentro del sistema de opresión.
Antes del cuerpo de paz, Robert Broker, norteamericano también como Kennedy,
había proclamado el fin de la lucha de clases y el inicio de la paz milenaria
entre opresores y oprimidos. En Argentina, el general Juan Domingo Perón (tres
veces presidente de este país), un admirador del dictador fascista italiano
Benito Mussolini, y declarado "antiimperialista", instauró un régimen de corte
corporativo en el que intento conciliar los intereses de r
icos y pobres. En Perú, el anticomunista y reaccionario Víctor Raúl Haya de la
Torre (fundador del APRA), se llamaba antiimperialista, pero al mismo tiempo era
el principal defensor de los intereses americanos en el Perú. Mas cerca, en 1968
el genera Juan Velasco Alvarado, el mismo que en 1965 había comandado las
fuerzas militares que brutalmente liquidaron la guerrilla de Luis de la Puente
Uceda, inauguró el reinado de los "militares revolucionarios" y "nacionalistas".
Velasco se declaró "revolucionario" y dijo que construía una sociedad "ni
capitalista ni comunista", de "participación plena", pero en los hechos lo único
que hizo fue corporativizar la sociedad y favorecer los grupos de poder.
Su objetivo principal, no fue la revolución como dijo, sino proteger el Estado y
el sistema de opresión. Mas cerca aún, ahora en el siglo XXI y en pleno reinado
yanqui, aparecen los modernos antiimperialistas y ahí los tiene usted con Lula
como presidente proletario de Brasil, o Nésto
r Kirchner en Argentina, y ahora el campesino Evo Morales como jefe de gobierno
en Bolivia. Cualquiera de estos individuos, no surgen de las aguas del Titicaca,
como surgieron, de acuerdo a la leyenda, Manco Cápac y Mama Occllo los
fundadores del imperio Inca
Socialismo del siglo XXI, y otras "teorías" para hacer dormir a las masas.
Pero estos grupos y partidos políticos, supuestamente antiimperialistas, buscan
un asidero programático y para ello crean supuestas "teorías" renovadoras de las
sociedades de clase. Estas teorías no son nuevas, sino más bien refritos que
periódicamente se actualizan con algunas modificaciones y se ponen en
circulación en periodos de aguda crisis. Estas surgen, no para aliviar el drama
de los oprimidos, sino para intentar manipular y desviar la atención política de
los pobres. Las implicancias de este modo de actuar configuran una táctica
ligada a la estrategia de dominación de los grupos de poder locales
y de las potencias imperialistas. La forma como se presenta (la mascara)
depende de la coyuntura especifica que presenta la sociedad en esos momentos. La
envoltura puede ser diferente, y tiene varias coberturas, pero su
naturaleza política y de clase es la misma. Su propósito inmediato es desactivar
las tensiones sociales, y desviar las luchas populares hacia las reformas
burguesas. Participar en las elecciones, pedir nuevas leyes (que jamás
llegarán), "luchar por una nueva constitución", y ganar algún puesto en el
parlamento, son algunos de los mecanismos que sirven como cloroformo en el seno
de las masas pobres.
Si en la colonia se camuflaban en el humanismo cristiano, ahora en plena era
capitalista, se presentan como partidaria de un "socialismo democrático" o
"socialismo del siglo XXI", que en palabras de sus mentores es superior a un
marxismo envejecido y poco útil para la etapa actual. Todas estas corrientes
políticas, las viejas y las modernas, dirigidas a estafar a los pobres, tienen
una característica común. Están diseñadas, no para afectar el Estado opresor
sino más bien para defenderlo y mantenerlo como instrumento de opresión. En este
caso, el Estado (visto por sus defensores) es un aparato por encima de las
clases, y que al margen de la lucha de clases, busca el bien común de los
ciudadanos. Un ejemplo de este fenómeno es la política que se regenta en
cualquiera de los países latinoamericanos (Argentina, Uruguay, Bolivia, Brasil),
cuyos gobiernos burgueses y en esencia reaccionarios (no importa sus rasgos
raciales ni el origen social), hablan de justicia social, de antii
mperialismo, de soberanía, y de democracia, pero que en la practica actúan a
favor de los intereses imperialistas y de los grupos de poder locales que son
los verdaderos propietarios del Estado.
En todo esto, el problema fundamental de América Latina, es su condición de semi
colonia, cuyo rasgo principal es su total dependencia económica y política
frente a las grandes metrópolis imperialistas. En este marco histórico social,
los estados latinoamericanos funcionan de la misma manera que actuaban las
administraciones de la época de la colonia. Son apenas simples sucursales
administrativas en manos de vulgares testaferros del gran capital. Y mientras
subsista este problema (la semicolonialidad) inherente a las sociedades de
América Latina, el hambre, la miseria, los crímenes organizados desde el Estado,
las trampas electorales, no tendrán fin y seguirán creciendo. ¿Cómo acabar con
este problema?. No hay diez o veinte soluciones, y resolverlo no pasa ni por el
parlamento, ni por las elecciones que cada cierto periodo se realizan para
elegir a tal o cual bribón de turno. Su solución, la única que existe, es la
guerra contra los nuevos colonialistas y sus socios locales d
isfrazados de antiimperialistas y demócratas. Y aquí diríamos como Mao Tsetung:
"Salvo el poder todo es ilusión".