Latinoamérica
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Historia secreta del acuerdo que logró salvar a Haití del
incendio
Las elecciones haitianas: revelaciones de fuentes diplomáticas a Clarín
Lo negociaron los chilenos Insulza y Valdez. Hubo presión de
Argentina, Brasil y los EE.UU. El objetivo era remover la oposición del
establishment, eliminar el ballottage y que se proclame a René Preval
Pablo Biffi
enviado especial a Puerto Príncipe
Clarín
El helicóptero de Naciones Unidas levantó vuelo en Puerto Príncipe rumbo al
norte. Era el martes pasado y su destino era una finca de Marmelade en
Artibonita, una zona agrícola y la más rica del país. Allí esperaba el ex
presidente, ex premier y candidato más votado en las elecciones del 7 de
febrero, el agrónomo René Preval, de 63 años de edad. Apenas tocó tierra lo
abordó para viajar a la capital. En el aeropuerto Toussiant Loverture lo
esperaban el secretario general de la OEA, el chileno Miguel Insulza y el jefe
de la misión de paz en Haití, su compatriota, Juan Gabriel Valdés.
En esa reunión que se prolongó por poco más de una hora comenzó a destrabarse el
complicado recuento de votos que, hasta entonces, colocaban a Preval con el
48,7% frente al 11,7 de Leslie Manigat, quien reclamaba, furioso, la celebración
del ballottage tal como lo establece la ley.
Esa no sería la única reunión que Insulza y Valdés tendrían ese día, según pudo
reconstruir Clarín en base a fuentes diplomáticas: también se encontraron con
Manigat para buscar una fórmula que evitara la segunda vuelta. El argumento era
muy sencillo: Preval estaba a menos de un punto y medio de superar la barrera de
50% y la diferencia entre ambos era de 37 puntos. Demasiado para que la
incertidumbre se extendiera por semanas. Un muerto en las calles y las masivas
movilizaciones a favor de Preval hacían temer lo peor a la comunidad
internacional, en un país en donde las diferencias políticas se escriben con
sangre.
En esas reuniones, Preval se mostró dispuesto a llamar a la calma a su gente e
introdujo una fórmula para destrabar la crisis: que los votos nulos y en blanco,
alrededor del 5%, no se contaran, con lo cual podría superar la barrera de la
mitad más uno.
Manigat, en tanto, estaba colérico. Rechazó el plan y esgrimía una razón de
peso: había que respetar la ley electoral y los resultados, algo por lo que
luchó la comunidad internacional en un país en el que sólo en 1994, cuando fue
electo Jean Bertrand Aristide por primera vez, se celebraron elecciones limpias.
Por cierto su actitud no era por pureza institucional. Sino por intereses
concretos. Manigat contaba con el apoyo de los empresarios e, indirectamente, de
Francia —país con gran influencia como ex potencia colonial— que tiene un
histórico encono con Preval y todo lo que huela a Aristide.
Fuentes diplomáticas confiaron a Clarín que Insulza y Valdés advirtieron que no
podrían contar con Manigat para un acuerdo político o para lograr que se
"bajara" del ballottage, apoyado en su posición por el "Grupo de los 184",
empresarios y organizaciones sociales clave en la caída de Aristide. Y por el
G-9, un acuerdo de candidatos ligados al establishment que se prometieron apoyo
recíproco en un ballottage y hacer todo lo posible para evitar el triunfo de
Preval, a quien acusan de estar ligado al Partido Lavalas, la organización del
ex cura de los pobres y por lo tanto no confiable para sus intereses. De hecho,
Preval sucedió a Aristide en 1996 y fue primer ministro durante su presidencia.
La presión internacional, entonces, confiaron las fuentes, debía ir al Consejo
Electoral, el único organismo que podía tomar una decisión política, pero
apoyado de alguna manera en la "legalidad". Allí, vino otra batalla.
El Consejo está formado por nueve miembros y un director general. Lo integran
"independientes", representantes de lo que en Haití llaman la "sociedad civil" —lease
los empresarios y el establishment— y ningún partidario del Partido Lavalas de
Aristide. Este Consejo ya había retrasado cuatro veces las elecciones alegando
falta de seguridad. En realidad —dijo a Clarín una fuente diplomática— el
Consejo estaba haciendo todo lo posible para evitar las elecciones, dado que el
triunfo de Preval parecía inevitable. Y la rica aristocracia haitiana no estaba
dispuesta a "soportar" a un aliado de Aristide sentado en el blanco y señorial
palacio presidencial, construído en 1914.
Cuando el gobierno de Boniface Alexandre y el premier Gerard Latortue
advirtieron que la presión internacional iba en serio, el Consejo despejó el
camino a las elecciones. Igual ocurrió con el recuento de votos. El martes el
gobierno le hizo saber al Consejo que el jueves quería anunciar el ganador, es
decir Preval, y que buscaran la fórmula para hacerlo en el marco de la
"legalidad".
Las discusiones en el organismo fueron salvajes. "En una reunión, un miembro le
dijo al otro: "¿Sabés?, anoche soñé que una bala entraba en tu cabeza", contó a
Clarín un miembro de la misión de la ONU presente en el encuentro. Presionados
por el gobierno, por Insulza, Valdés, y la comunidad internacional —en
particular Brasil, con perfil más bajo que Argentina y, con más bajo aún, los
EE.UU-.-, el Consejo tomó una decisión. Y recurrió a lo que llaman el "sistema
belga": los votos blancos y nulos se cuentan, pero se distribuyen
proporcionalmente entre todos los candidatos. Así, del 48,7% que tenía sin
contar esos sufragios, Preval pasó a tener el 51,15%, suficiente para evitar el
ballotage.
Esa decisión se tomó el miércoles, mientras Valdés e Insulsa volvían a reunirse
con Preval y Manigat, por separado. En ese encuentro, Manigat dejó abierta una
puerta: si el Consejo terminaba de contar los votos y daba las cifras finales,
"yo analizaré el escenario", les dijo.
En verdad —aseguran aquí— Manigat no contaba con la variante belga y esperaba
que Preval no llegara al 50%. "En Haití, la foto es importante. Y Manigat quería
aparecer como el hombre que hace un renunciamiento en favor de la democracia,
bajándose del ballottage pero negociando algo a cambio. La variante belga le
cambió el escenario. Por eso sigue furioso. No pudo salir en la foto". A las 3
de la mañana del jueves, cuando todos los haitianos dormían, el gobierno anun
ció el triunfo de Preval. Manigat, claro, aún sigue furioso.
Fuente: lafogata.org