Latinoamérica
|
Industria de las flores en Ecuador:
Dólares para empresarios, espinas para trabajadores
Eduardo Tamayo G.
Minga Informativa / ALAI
"No compres flores, porque compras muerte", "Si al trabajo con dignidad",
"dólares para los empresarios, espinas para los trabajadores". Los gritos
resonaron fuerte en las inmediaciones del Aeropuerto Mariscal Sucre de Quito,
Ecuador. Un centenar de trabajadores /as de la empresa Rosas del Ecuador, en
huelga desde hace 3 años, apoyados por la Confederación de Nacionalidades
Indígenas del Ecuador (CONAIE) y la ONG austriaca Swedwind - ConAccion hicieron
una demostración pública el pasado 7 de febrero en los hangares donde las
empresas "embarcan" las flores con rumbo a Europa y Estados Unidos. Similares
acciones se realizan en Viena, Austria, en los lugares de donde se distribuyen
las flores procedentes de América Latina.
El propósito de estas manifestaciones - cuando se acerca el día de San Valentín
y el regalo mas usual son las flores- es llamar la atención sobre una
problemática que se encuentra oculta y que ha sido escasamente abordada: las
difíciles condiciones de trabajo, de salud y de vida de los trabajadores/as de
la industria florícola del Ecuador, y al mismo tiempo proponer algunas
soluciones.
Una de las convocantes de la protesta es Christina Schoroeder , perteneciente a
Swedwind - ConAccion, una asociación austriaca que desde hace 25 años trabaja
activamente "para un desarrollo global y sostenible".
"Nuestra tarea es informar -dice Christina- a los consumidores europeos lo que
se esconde detrás de una rosa que uno compra para dar alegría a otra persona.
mediante este trabajo informativo queremos que el consumidor de Europa no tome
en cuenta solo el precio y la calidad sino también las condiciones de trabajo en
la producción florícola".
Aclara que su intención no es boicotear a la industria florícola ecuatoriana,
"porque sabemos que es importante y genera trabajo en condiciones donde para la
gente es difícil conseguir trabajo, sabemos que para muchos es la fuente
principal de ingresos y eso no lo queremos destruir, pero exigimos que se
produzcan cumpliendo los estándares internacionales de la Organización
Internacional del Trabajo (OIT) y el Código Internacional de Conducta para la
Producción de Flores Cortadas para Exportación".
Este Código, elaborado por sindicatos y ONGs europeas, contiene algunos
principios relativos a la libertad de asociación y negociación colectiva,
igualdad de tratamiento a los/as trabajadores, salarios dignos, jornadas
laborales acordes con las normas legales, salud y seguridad, no utilización de
plaguicidas o químicos prohibidos, estabilidad laboral, protección del medio
ambiente, no utilización del trabajo infantil y del trabajo forzoso.
Este código, en definitiva, propone algunas reformas para lograr una "producción
social, ambientalmente responsable y no dañina para los trabajadores".
Este instrumento internacional de carácter voluntario está muy lejos de
cumplirse en el Ecuador. De las 400 empresas dedicadas a la producción de
flores, el 80 % "incumplen dramáticamente códigos internacionales de
comportamiento social, laboral y ecológico", expresó el doctor Jaime Breilth,
quien pertenece al Centro de Estudios y Asesoría en Salud, CEAS.
Bajos salarios y prohibición de organizarse En materia de sueldos y salarios, la
mayoría de empresas pagan el mínimo vital o algunas incluso menos, cuando se
trata de menores de edad. A todas luces, los ingresos de los empleados que
producen las flores son insuficientes para llevar una vida digna, puesto que el
salario mínimo vital es de 160 dólares en tanto que la canasta familiar básica
para 4 miembros es de 440,81 dólares, según el Instituto Nacional de Estadística
y Censos.
A los bajos salarios, se agrega el hecho de que "el trabajo se hace con la
modalidad de tarea, lo que ha permitido limitar el pago de horas extras, no se
reconocen horas extras después de la jornada de 8 horas, se ha extendido el
período de trabajo más allá de las 8 horas y cinco días a la semana incumpliendo
con lo que dice el Código de Trabajo de tener dos días continuos para el
descanso", señala la economista demógrafa, Norma Mena Pozo.
El derecho a la libertad de asociación prácticamente ha sido anulado en las
empresas que producen flores. "En el Ecuador, en el año 2003 de las 400 empresas
había 4 con sindicato, en la actualidad sobreviven 2 empresas con sindicato y
Rosas del Ecuador que se encuentran en huelga desde hace cerca de tres años. El
año anterior se despidió a 37 trabajadores porque quisieron organizarse", agrega
la economista Mena.
Con la expedición de la Ley de Trabajo Compartido se está generalizando la forma
de trabajo subcontratado, favoreciendo la presencia de las terciarizadoras en
este sector. Las terciarizadoras, en muchos casos, incumplen las leyes laborales
negándoles a los trabajadores el derecho a la Seguridad Social y otros
beneficios legales.
Blanca Chancoso, integrante de la Campaña contra el ALCA y el Tratado de Libre
Comercio, señala que "hay mucha injusticia que se está cometiendo con las
industrias de las flores en el trato hacia las mujeres, no se cumple el Código
del Trabajo ni el Código de la Niñez respecto a la maternidad en materia de
licencias y horas de lactancia, las mujeres que están embarazadas, como casi
todos, entran firmando la renuncia, solo les dan una semana para dar a luz".
Muerte lenta Jaime Breilth, quien realiza en el terreno varias investigaciones
sobre la agroindustria de las flores y la salud, manifiesta que "el hecho de que
la producción en el campo esté girando alrededor del negocio y de la
rentabilidad por encima de los intereses sociales está provocando un verdadero
efecto dominó en una serie de situaciones humanas, sociales y de salud". Entre
los problemas de salud y medioambientales, anota los siguientes: - Uno de los
principales es el "asesino oculto de la toxicidad crónica", o sea el exponerse
crónicamente a baja intensidad de químicos tóxicos que provocan en los/as
trabajadores/as efectos neurológicos y en la médula ósea, efectos en el hígado y
en los riñones, afectando la estabilidad genética y a través de los daños
genéticos puede producir o un cáncer o una malformación congénita.
- Seis de cada 10 trabajadores/as están con problemas de salud, con el agravante
que muchos de ellos ni lo saben. "Lo malo es que cuando hay problemas de este
tipo, la gente no se alerta ni le tiene miedo pensando en que a mí no me pasa
nada. A mediano plazo desembocará en un cáncer o una incapacidad severa de
carácter neurológico, trabajadores que a los 40 años han perdido una notable
capacidad de memoria y las funciones neurológicas superiores y que puede
proyectarse a las generaciones que vienen".
- Contaminación de las aguas superficiales y de la cadena alimenticia. "En un
estudio que hicimos, ya reportamos 12 hallazgos en los sistemas de agua de
Cayambe y Tabacundo - dos municipios ubicado en el norte ecuatoriano- en los ya
hay contaminación de aguas superficiales, afectando a los cultivos, a los
animales, a la leche de vaca y a la cadena alimentaria".
- Elevados consumos de agua por parte de la industria de las flores. "En un
libro que estamos preparando vamos a reportar las cifras enormes de consumo de
agua, hay una diferencia muy grande en la distribución de la misma, el
porcentaje que se va a las floricultoras es muy alto, por ejemplo una hectárea
de una floricultura consume por sobre los 900 metros cúbicos por mes, una
hacienda tradicional entre 5 y 6 m3 por mes y un campesino menos de un metro
cúbico por mes".
La producción florícola, en las condiciones actuales, es socialmente injusta y
ecológicamente destructiva. Aunque se debe reconocer que hay entre un "15 al 18%
que está haciendo esfuerzo por cumplir el código verde, la lucha es porque este
código sea una ley del Estado para que ninguna industria pueda violarla", señala
Jaime Breilth, agregando que "el esfuerzo final será cuando la floricultura sea
democrática y cooperativa y no sea propiedad de los grandes capitales".