Latinoamérica
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26 años de historia
Emir Sader
Sinpermiso.info
Al cumplir 26 años, el PT vive su mayor dilema en la circunstancia más
difícil de su historia. Si no consigue imponer la prioridad de lo social y de la
ética en la política, que incluye obligatoriamente el presupuesto participativo,
no conseguirá movilizar de nuevo a su militancia.
Los 26 años pasados desde la fundación del PT vieron algunas de las más
radicales transformaciones de la historia de la humanidad. Si miramos al Brasil
—y a América Latina y al mundo— en aquel momento, y lo miramos ahora, podemos
tener una idea de las trasformaciones de que el PT fue agente, pero también
paciente.
El de 1979 fue un año crucial.
Después de la derrota de los EEUU a manos de la extraordinaria resistencia
vietnamita, siguió el escándalo Watergate y la renuncia de Richard Nixon,
conjuntamente con la independencia de las colonias portuguesas de África. En
1979 tuvimos también la caída del régimen del Sha de Irán, la victoria de la
revolución sandinista y de la revolución en Granada. En ese mismo momento –
entonces muy representativo—, el movimiento de países no alineados elegía a
Fidel Castro como su presidente.
La correlación entre las fuerzas populares y las del bloque imperialista a
escala mundial –en los tres continentes del sur del mundo— se alteraba de una
forma mucho más favorable a aquéllas. Mientras tanto, se gestaba en ese momento
una contraofensiva imperial de proporciones inéditas desde la segunda posguerra.
El ascenso de Reagan fue hecho en nombre de un lema: Volveremos a ser fuertes
como antes, mediante la combinación de una ofensiva militar con una ofensiva
liberal. Junto con Thatcher, nacía la dupla que llevaría adelante la
introducción del nuevo modelo hegemónico: el neoliberalismo. Por otro lado, la
invasión soviética de Afganistán y la guerra Irak-Irán abrieron brechas en el
frente antiimperialista que facilitaron la contraofensiva conservadora.
El PT fue fundado en el vértice de dos períodos históricos radicalmente
distintos. Comenzaba la revolución sandinista, comenzaba también el gobierno
Reagan y la ofensiva neoliberal del bloque anglosajón en el mundo, contando con
el apoyo y la acción concreta del nuevo Papa.
El desarrollo del PT en las más de dos décadas y media de su existencia
coincide, en gran parte del periodo, con esa ofensiva conservadora y con la
construcción de la hegemonía liberal y neoliberal en todos los continentes. En
América Latina, coincide con el fin de las dictaduras militares en el Cono Sur,
a las que sucedieron regímenes democrático-liberales.
El problema para todos nosotros, en esta región del mundo, es que el
neoliberalismo se trasformó en la ideología de esos nuevos regímenes
democráticos, llevándolos rápidamente a la desfiguración de gran parte de sus
rasgos y al agotamiento de su carácter democrático. En Brasil, la década de los
80 trascurrió a contrapelo de la nueva ola: fundación del PT, de la Central
Única de Ttrabajadores, del Movimiento de los Sin Tierra, Asamblea constituyente
y nueva Constitución.
Fue en ese escenario en el que el PT desarrolló más o menos la mitad de su
existencia, hasta la campaña electoral de 1994. A partir del gobierno Collor, de
manera más concentrada, el neoliberalismo pasó a existir también en Brasil –
después de haber surgido en Chile y en Bolivia—, extendiéndose después hacia
México, el Perú y la Argentina.
La tendencia a la moderación que fue adoptando el PT –en relación a la deuda
externa, al ajuste fiscal, a la reforma de la Seguridad social, a la reforma
agraria, entre otros temas— ha de verse en el marco de ese contexto. De
instrumento de lucha contra el neoliberalismo –y por el socialismo, en sus
inicios—, el partido se convirtió en un campo de luchas entre tendencias
divergentes, centrado en la táctica para promover los fines inicialmente
enunciados, pero estratégicamente centrado en la reproducción del modelo
neoliberal.
Al cumplir 26 años, el PT vive su mayor dilema, la circunstancia más difícil de
su historia, amenazado por el relajamiento de su espíritu militante y por la
crisis de confianza en ese partido que embarga a grandes sectores de los
movimientos sociales.
Al mismo tiempo, siendo víctima de un gran aislamiento social en relación a
varios de sus entornos sociales inmediatos –buena parte de la clase media, los
sindicatos de funcionarios públicos, los formadores de opinión de los grandes
medios monopolísticos privados—, el PT encara la mas difícil campaña de su
historia de 26 años.
Enfrentado al descrédito de la política –que incluye al propio PT, por primera
vez—, y ante la posibilidad de que no sea incluida programáticamente en la
plataforma de lucha por el segundo mandato la superación del modelo económico
neoliberal –con todas las consecuencias nefastas para el desempeño del
gobierno—, el PT ha de responder a los desafíos de lo que considera factible. Si
no consigue imponer la prioridad de lo social –que incluye otro modelo
económico, dado que el actual mantiene la prioridad puesta hasta ahora en
objetivos económico-financieros que inhiben el crecimiento económico e impiden
la distribución de la renta— y la ética en la política –que incluye
obligatoriamente el presupuesto participativo— , no conseguirá movilizar de
nuevo a su militancia política y no conseguirá superar el aislamiento social en
el que ahora se halla. Terminará entonces recayendo en los errores del pasado
reciente: publicidad, en lugar de campaña ideológica; gente pagada, en lugar de
militancia; alianzas espurias, en lugar de la construcción de un bloque político
y social coherente.
En suma, o el PT llega a su próximo aniversario con esos dilemas resueltos, o
será devorado por ellos. El Brasil agradecería la primera alternativa y
lamentaría la segunda, porque el destino del país está hoy en las manos de un PT
que acaba de cumplir 26 años.
Emir Sader , analista político y profesor universitario en Rio de Janeito
y en Sao Paulo, es miembro del Consejo Editorial de SINPERMISO.
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