Latinoamérica
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Evovalores y socialismo
Félix Monasterio-Huelin Maciá
Rebelión
1. Evovalores y socialismo.
Llega un momento en que uno no sabe si es que es tonto, bobo o si se le está
escapando algo.
No pienso que yo sea idiota, ya que éste es aquél que no se ocupa de los asuntos
públicos (o de todos o de los demás) sino tan sólo de sus propios asuntos. Pero
también es idiota aquél que hace mal uso de la lengua: ¿seré idiota?
Tres valores: no ser flojo (que etimológicamente es lo mismo que no ser imbécil,
pero también significa no ser vago, holgazán), no ser ladrón y no ser mentiroso.
¿Qué significan? Para mí son los tres elementos básicos que evitan la
corrupción. La filosofía que propone Evo Morales comienza desde la
anticorrupción, antes de cualquier otra consideración, y debe recordarse que en
Cuba uno de los factores señalados por Fidel Castro, en su famosa conferencia
universitaria, que podrían destruir desde dentro la Revolución es precisamente
la corrupción.
Otro término similar es estafar, pero no queda claro que explotar sea un factor
de corrupción, y es por esto que conviene analizar el capitalismo detenidamente,
ya que los anteriores parecen tomar solamente en consideración aspectos
subjetivos de satisfacción o el cumplimiento de una colección de reglas de juego
cuando de lo que se trate es de distribuir las mercancías, por ejemplo. La
satisfacción podría ser resignada y las reglas simplemente injustas. Que las
reglas se apliquen a todos por igual no garantiza la justicia ya que ésta no se
fundamenta en la igualdad sino en la diferencia, es decir las leyes y las normas
nada tienen que ver con la justicia. No es injusta la igualdad, ni mucho menos,
cuando los conceptos que maneje sean mujeres, niños, etc. y hagan referencia a
la desigualdad en derechos constitucionales. Pero la justicia requiere
microdecisiones que atiendan a las diferencias, y un ejemplo son las
reivindicaciones de las minorías, no entendidas en términos de c antidad sino en
términos de poder. Los indígenas bolivianos eran (o son, ya veremos) una minoría
en este sentido a pesar de ser más del 70% de la población. Los indígenas pueden
ser constitucionalmente iguales ante la ley, pero sus reivindicaciones pueden
ser antagónicas a las del hombre blanco. La justicia debe atender estas
diferencias, o se estaría presuponiendo que sólo hay una ética aplicable
universalmente, o lo que es lo mismo, que alguien tiene la Verdad. Pero también,
no caer en un relativismo cultural es la tarea que se impone a cualquier
planteamiento justo de justicia.
Como digo, no queda claro que explotar sea un factor de corrupción sino en su
más alto grado: una corrupción elevada a la enésima potencia que habría que
llamar crueldad. Yo le pediría a Evo Morales que añadiese a su ideario ético, no
ser cruel. Pude oír durante la fiesta que hubo tras la toma de posesión de Evo
Morales, a Carlos Lage, vicepresidente de Cuba, añadir sutilmente, en lengua
aymara y en castellano, un cuarto valor: no ser servil. No estoy seguro si sirve
de algo hacer una lista de no-seres para llegar a ser, porque mientras no
logremos el dominio de lo afirmativo sin pasar por la negación, no nos
libraremos de la representación trascendentalista que entre sus armas está la
afirmación como resultado de una doble negación.
No quisiera con lo que digo ser un troll, porque no es discordia lo que
pretendo, pero por otro lado, sí quisiera ser un troll si con mis palabras se
mueve un poco el polvo acumulado por la repetición monótona de lo mismo.
Me refiero a qué se entiende por socialismo, y aún más cuando leo en
""Revolución socialista o caricatura". en Bolivia" de Celia Hart - http://www.rebelion.org/noticia.php?id=25593
- [1]: "El socialismo (sin confusos apellidos) será el único capaz de conquistar
la justicia de los olvidados del mundo.". Y no me refiero a la conquista sino a
los confusos apellidos, porque en este caso habría que escribir Socialismo con
mayúsculas. Pero también dice: "¿Para hacer el socialismo es necesario construir
el capitalismo?, o sea, pasar de un capitalismo neoliberal al capitalismo andino
y de ahí al socialismo ¿El etapismo del siglo XXI? Espero que no."
Me pregunto si una definición "esencial" de socialismo podría ser la de
Francisco Umpiérrez en "Los modelos socialistas" - http://www.rebelion.org/noticia.php?id=24989
- [2]: "Socialista es aquella sociedad donde está asegurado el derecho al
trabajo propio y negado el derecho de apropiación de trabajo ajeno", que según
afirma es consecuencia de una negación del rasgo económico del capitalismo. Es
decir, socialismo sería anticapitalismo con trabajo asegurado. Pero en realidad
sólo atiende a las dos clases antagónicas de propiedad privada. Pero también
Umpiérrez dice que atendiendo a la propiedad el socialismo sería: la "sociedad
donde la propiedad pública sobre los medios de producción predomina sobre la
propiedad privada". Hay en este artículo dos intentos más de definir al
socialismo. Uno atendiendo a la distinción plan/mercado y otro atendiendo a las
concesiones al capitalismo. Este último es así: "el socialismo necesita de
momento de la pequeña producción mercantil, del capital privado y del
capitalismo de Estado para poder existir". Yo imagino que este "de momento" no
haya que medirlo en términos astronómicos, años luz o algo así, sino ¿cómo? Pero
como he dicho que puede que yo sea bobo, me tranquilizaré pensando que quizás mi
hija disfrute del socialismo, ¿o mis nietos? Me pregunto también si, como
consecuencia de esta tranquilidad, debo cruzarme de brazos o luchar a brazo
partido. Sospecho que si es esto último no voy a poder tranquilizarme, y
entonces ya no es que sea tonto, bobo, estúpido, idiota o im bécil sino que
tendrán que encerrarme en un manicomio, y no por loco, sino por disidente, o en
una cárcel de alta seguridad, y no por nada, sino por terrorista.
Celia Hart no intenta darnos una definición positiva de socialismo, más bien
entiende que hay un único socialismo, y que no quiere el "etapismo". Entiendo
que es justo lo contrario de lo que afirma Francisco Umpiérrez. Y si no me
equivoco ambas posturas son harto conocidas en la historia y en los textos.
Sin embargo creo que ambas posiciones no son incompatibles, pero a la vez creo
que no nos hablan de socialismo sino de otras cosas. Le doy vueltas a ambos
artículos tratando de no leerlos con ideas preconcebidas.
2. ¿Socialismo occidentalizante? ¿Puede haber un panteísmo socialista o un
socialismo panteísta? Contra la mercantilización de cualquier cosa.
En [2] leo: "El problema no está en que la tierra sea una mercancía, sino en que
sea un medio para apropiarse de trabajo ajeno. Se trata de luchar contra el
capital, no contra las mercancías."
Pero si la tierra no fuese una mercancía, es decir si no fuese propiedad de
cambio de nadie ni de nada (léase Estado) o no se explotaría o el producto de
cualquier explotación de la tierra sería de los explotadores, es decir de los
trabajadores. La tierra sería simplemente un fin, si se trabaja para la tierra
que nos recompensa con su fruto. O la tierra sería un medio, propiedad de uso,
que hay que cuidar si queremos obtener buenas cosechas. El efecto siempre es el
mismo, pero "a la tierra miramos". Entonces entiendo, que si el problema no es
que la tierra sea una mercancía, es porque a priori se afirma que no lo es, o
porque se tiene alguna evidencia al respecto. La primera es insostenible y la
segunda conviene ponerla sobre la mesa, no sea que la FAES aznartesca la utilice
en petícomité.
Si por otro lado, la tierra dejase de ser un medio para apropiarse del trabajo
ajeno sólo podría serlo de dos formas: o porque la tierra dejase de ser un
medio, es decir, se convirtiese en un fin, o porque siendo la tierra medio o
fin, se abandonase la práctica de apropiarse del trabajo ajeno.
Creo que es cierto que hay un panteísmo en la postura de la Madre Tierra, pero
hay algo más. No que la tierra sea para el que la trabaja, sino que el producto
de la tierra obtenido trabajando sea para el que la trabaja. La cuestión es que
una vez que se haya obtenido ese producto puede comercializarse. Y es en este
punto donde podría empezar el capitalismo. Luego, lograr que nadie se apropie
del trabajo ajeno es absolutamente independiente de que la tierra sea medio o
fin. Si los campesinos se dedicasen exclusivamente a consumir lo que producen no
habría capitalismo, pero podría haber explotación de unos sobre otros a través
de la dominación, sea utilizando la violencia física o la violencia de las
creencias religiosas. Pero hay que hacer distinciones. El que una madre dé de
comer a sus hijos nunca ha sido considerado una apropiación de trabajo ajeno por
parte de los hijos, más bien ha sido al revés, cuando los hijos son explotados
por sus padres, pero sí podría ser un caso d e explotación flagrante si se diese
de comer a unos sacerdotes (diezmos) o a unos soldados (impuestos) o a unos
comerciantes (plusvalía) o a unos profesores (¿impuestos?). Es decir, la
especialización exige que unos trabajen para otros y la cuestión es saber cómo
hacerlo para que nadie se apropie indebidamente del trabajo ajeno. Creo que es
ilusorio imaginar una sociedad donde todos hagan de todo, pero no una sociedad
donde las especialidades se racionalicen, e incluso se flexibilicen y se
modifiquen según las circunstancias. La profesionalización entra de lleno en
este debate. Mi opinión es que esta cuestión está siempre implícita o aún peor,
está tácitamente implantada en los razonamientos, que a veces se simplifican
distinguiendo entre trabajos manuales y trabajos intelectuales, pero raras veces
se hace hincapié en las posibilidades de una completa automatización de la
producción, ni aún menos en las posibilidades de que haya máquinas que fabriquen
otras máquinas (por for tuna para todos, Marx sí lo tuvo algo en cuenta).
Se puede estar claramente, no sólo contra el capital sino también contra las
mercancías, pero también contra una determinada especialización laboral frente a
otra cualquiera. Y si no, ¿a qué vienen las batallas contra Monsanto y su
apropiación de las semillas? Porque no es sólo un problema de capitalismo sino
de apropiación indebida; no es una reivindicación de conocimiento libre, como
hacemos con Wikipedia, sino de semilla libre. ¿A qué viene también la crítica a
los sacerdotes como profesión parásita? Porque no es sólo una cuestión de un
ideario ateo sino una cuestión económica antiparasitaria. Esto último vale
también para la monarquía, y sus esplendorosas bodas y bautizos.
Es contra la mercantilización de muchas cosas lo que anima a muchas
organizaciones y movimientos sociales. Porque ahora se mercantiliza hasta el
aire, y esto podría seguir ocurriendo incluso en una sociedad no capitalista.
Yo siempre digo cuando hablo sobre la propiedad, que mis calzoncillos son míos,
¡y que nadie me los robe! Pero hombre, ¿los latifundios? Lo sé muy bien: hay que
tranquilizar, como hace Chávez que dice que la revolución bolivariana respeta
las propiedad de un coche o incluso dos, o de una vivienda (lo oí en Telesur),
pero (y esto no se lo he oído decir a Chávez) ¿edificios enteros deshabitados?
Hay un límite para la propiedad. Que Evo Morales nacionalice sin confiscación
nos lo tendrá todavía que explicar. Pero tranquiliza. ahora a los empresarios.
Por otro lado, al ser la tierra limitada podrían surgir conflictos de
competencias, no por la propiedad sino por el derecho a trabajarla. Si un pueblo
crece demográficamente irá ocupando más y más tierras hasta llegar a los lugares
ocupados por otras poblaciones. El problema entonces se convierte en cómo
organizarse para que no surjan conflictos. Una solución obvia es el control
demográfico. La derecha católica se opone al aborto con argumentos dogmáticos
que sacralizan la vida de un óvulo y un espermatozoide pues dicen que cuando se
juntan ya tienen un alma insuflada por dios (creo que con un tercio de dios es
suficiente, pero no me hagáis mucho caso), o incluso antes, ya que ese dios ha
hecho nacer el amor en un matrimonio, etc. Claro que así cualquiera: primero,
amor. ¿y las violaciones? Segundo, matrimonio: (sin comentarios). Se olvidan de
tantas cosas que incluso algunos católicos ya admiten a regañadientes la idea de
la libre elección. Pero no admiten de ninguna manera que en China se limite la
natalidad a uno o dos hijos. O sea que la solución del control demográfico tiene
que funcionar o por arte de magia (porque no valen los preservativos, o bueno,
según la ley de la hipocresía) o ¿cómo? Porque si en Europa no se tienen ahora
muchos hijos es porque nadie se atreve a tenerlos, sea porque el salario no
llega o porque se quiere disponer de tiempo libre: ¿será verdad esto último? Es
de Perogrullo que si no se controla el crecimiento de la población habrá
conflictos o genocidios. o habrá que confiar en la NASA y llevar a la Luna y a
Marte al excedente humano a trabajar en las minas ultrarobotizadas.
Una sociedad puramente campesina es imposible. En Bolivia deberían saberlo, y
supongo que lo saben. Tanto en [1] como en [2] se observa esta preocupación,
pero supongo que será porque saben que si los campesinos panteístas produjesen
excedentes podrían comercializarlos, y en este caso habría que poner en duda si
tienen derecho a ellos, ya que obtienen de la misma tierra una plusvalía, que
entraría en contradicción con sus propios planteamientos de mínima explotación.
Además, esos excedentes serían obtenidos con la finalidad de alimentar a la
población urbana, y en este caso se estarían apropiando de una tierra para sus
fines personales de comercialización. Podría llegarse a producir un enorme
conflicto entre la ciudad y el campo. Pero ¿qué clase de conflicto? ¿No podría
ocurrir que la gente de ciudad se fuese al campo y no al revés como lleva
sucediendo desde hace varios siglos en Europa, y en casi todas partes del mundo?
¿Puede afirmarse que es irreversible la migración de l as zonas rurales a las
zonas urbanas? Si pienso en la automatización generalizada, creo que puede
llegar a ocurrir que si se liberasen las tierras de propietarios inútiles,
podría darse una cierta inversión migratoria, pero en estos momentos no lo veo
por ningún lado. Sólo veo paro por todos lados como efecto de la automatización
y muy pocos trabajos que puedan realizarse a distancia. Creo que pensar en esta
posibilidad exigiría, no sólo la desaparición del capitalismo, sino un giro
radical de paradigma de organización social, y creo que poca gente anda
analizando estas cuestiones.
3. Socialismo sin confusos apellidos ni claros y distintos nombres propios.
Cualquier concepción que se tenga de sociedad como un conjunto de individuos
especializados, no es socialista. Pero no al revés, es decir que puede
entenderse que la sociedad no es un conjunto de individuos especializados, y no
ser socialista.
Una comunidad de hormigas no es socialista. Una comunidad que deje su
funcionamiento en manos de la buena o mala voluntad individual no es socialista.
Una sociedad empieza a ser socialista cuando las relaciones entre individuos son
tomadas en consideración, pero no es socialista cuando esta relación se limita a
variables extensivas. Comienza a ser socialista cuando la relación son variables
intensivas.
Ejemplos de variables extensivas en física son la masa y el volumen. Se dice que
son aditivas. La masa total de dos objetos másicos es la suma de las masas de
cada uno de ellos. Lo mismo ocurre con el volumen, pero no con la temperatura.
Al mezclar dos gases de diferentes temperaturas, la temperatura resultante no es
su suma. La temperatura es una variable termodinámica intensiva.
Si se juntan diez personas para mover un mueble han hecho uso de variables
extensivas, y en consecuencia su actividad no es socialista. Las fuerzas se
suman como si fuesen masas, perdiendo incluso su carácter vectorial. Podemos
decir lo mismo de ciertos comportamientos simpáticos como los que se dan en el
fútbol, cuando tras un gol se oye un vocerío al unísono: no es socialista, ya
que los decibelios se suman. Hay una psicología de masas del fascismo como supo
analizar Wilhelm Reich. Los más matemáticos dirán que los decibelios son
logaritmos, funciones no lineales, pero también sabrán que no todas las
relaciones no lineales permiten encontrar transformaciones que las linealicen, y
también sabrán que aunque las haya a nivel local no las tiene por qué haber a
nivel global.
Sólo podemos empezar a hablar de socialismo cuando los comportamientos y
actividades impliquen que la sociedad no es una suma de individuos. El
neoliberalismo, como ideología, es lo opuesto a un socialismo por esta simple
razón, y en su práctica tampoco lo es porque hace todo lo posible por crear
masas (en su variante fascista) o fragmentar individualizando (en su variante
ultraneoliberal). El estalinismo que propugna que el Estado tiene derecho a
movilizar grandes masas de obreros según las necesidades de un plan económico,
no es socialista por las mismas razones. Las relaciones entre dos individuos es
infinitamente más rica que la de un millón de individuos contemplados como una
masa que pesa P=1.000.000 in. El peso de dos es P=2p, donde p es una incógnita
incierta, abierta a acontecimientos inesperados. O mejor P= p1*p2, un producto
más que una suma. O mejor, no hay P que valga.
Podemos distinguir trabajos cooperativos extensivos o intensivos (no confundir
con cultivos intensivos, por ejemplo.). Mover un mueble entre varios es
extensivo, aunque lograr coordinarse requiere una voz que sincronice los
movimientos, mientras que la distribución de tareas para un único fin es de
carácter intensivo, como en un quirófano (anestesista, cirujano, ayudante de
cirujano, enfermero). Es extensivo también el trabajo de dos herreros golpeando
un metal sobre un yunque de forma rítmica. Sin embargo el ritmo emergente así
como la velocidad a la que se mueva el mueble son variables intensivas ya que ni
las frecuencias de cada herrero ni las velocidades y aceleraciones de
desplazamiento de cada mozo de carga se suman, pero sí se suman las fuerzas, y
el trabajo es siempre proporcional a la fuerza por desplazamiento. El trabajo
humano debe también valorarse en términos de variables biológicas y
fisiológicas, y de esta manera podría establecerse un criterio de justicia que
distinga entre ancianos y jóvenes. No puede exigirse el mismo rendimiento
productivo a unos que a otros, lo que en definitiva quiere decir que la
distribución de tareas según las capacidades entra en el terreno de un análisis
de la justicia distributiva, y no solamente la distribución de tareas requeridas
para un determinado fin, como por ejemplo que en un hotel haya un portero,
servicio de limpieza o contable. En cualquier caso contemplar las diferencias
tanto en cuanto a las tareas como a las capacidades introduce variables
intensivas y no extensivas.
En los trabajos competitivos las fuerzas o se oponen o se orientan
distintamente. Es chocante ver cómo la producción se da en un régimen
cooperativo (división del trabajo, que puede llegar a ser, como decía Marx, una
mutilación del desarrollo individual) mientras que la distribución de productos
en una economía de mercado se da en régimen competitivo. Para mí un mercado con
un régimen cooperativo de tipo extensivo es un desastre en términos económicos.
En este caso es prácticamente imposible que no aparezca un régimen competitivo
en la distribución de productos. Pero si el régimen cooperativo es de tipo
intensivo puede lograrse un régimen cooperativo en la distribución de productos,
pero también competitivo. Para que haya justicia es necesario que la
distribución tenga también carácter intensivo y no extensivo, o también sería un
desastre económico. Por lo tanto lo que se trata de analizar es cómo hacer
intensiva la economía de tal manera que cualquier régimen sea cooperativ o, en
aras de la justicia.
¿Por qué las economías extensivas son desastres económicos? Porque a nivel
macroscópico o global desaparece la variedad. Las variables emergentes globales
serán extensivas, y en el extremo podrán resumirse en una única variable
obtenida como suma. Desaparecen las posibilidades de que aparezcan variables
nuevas que se propaguen hasta lo local. La segunda ley de la termodinámica
sugiere que a la larga las variables extensivas desaparezcan como un calor que
se pierde, que es siempre irrecuperable. Esto quiere decir que la sostenibilidad
entendida en términos exclusivamente conservacionistas conduce a un desastre.
Deben contemplarse mecanismos de cambio para que la sostenibilidad tenga futuro.
De aquí que los regímenes competitivos no estanquen la economía, pero sí
produzcan desajustes que a la larga exigen que se esté operando en un espacio
ilimitado. Al imponer condiciones de limitación del espacio (o recursos
naturales, etc.) nos vemos obligados a plantear un régimen cooperati vo que para
evitar el estancamiento o la degeneración económica debe ser de carácter
intensivo. Se mire como se mire la economía debe ser ecológica pero nunca
conservacionista. Que el régimen sea cooperativo no garantiza el socialismo,
pero la intensividad cooperativa sí. La competitividad siempre es intensiva a
cierto nivel, pero al no garantizar la justicia no es socialista, y al no
contemplar límites en los recursos puede llegar a ser extremadamente
destructiva.
La sociedad humana es por su propia naturaleza socialista pero permanentemente
surgen fuerzas que la dislocan con el fin de controlarla, porque es más sencillo
sumar que realizar otras operaciones. Las leyes de mezclas de gases (en física)
son no lineales (el producto o la división, por ejemplo, son operaciones no
lineales) y dependen del tipo de gases. El crecimiento de la población tiene
tendencias no lineales, en este caso exponenciales.
Una cadena de montaje no es socialista en cuanto al trabajo en sí, pero sí lo es
en cuanto al producto final. El producto es socialista, pero si se
individualizan a los trabajadores el producto nunca podrá ser de ellos, ya que
ha sido realizado entre todos. Sólo será un grupo socialista de trabajadores
cuando se apropien colectivamente del producto final. Podemos decir que el
producto es un producto social y que los trabajadores forman un grupo social
cuando no sean contemplados en términos másicos o aditivos, sino como una
colectividad.
En cualquier caso siempre ha habido participación, pero sólo coparticipación
cuando toman posesión del producto social.
4. Capitalismo de estado y justicia. Lo global y lo local. La intervención es
necesaria.
Si es el empresario o el estado el que se apropia del producto a cambio de
un salario para cada trabajador ha roto la socialización del trabajo, incluso
con convenios colectivos. Pero también puede entenderse que los trabajadores se
han apropiado de sus productos y se lo venden a alguien a cambio de un dinero.
Este alguien podría ser el mismo empresario y el dinero justamente el salario
anterior, con lo que no habría ninguna diferencia, excepto la puramente formal,
que en el caso anterior. Entonces ¿es socialista el grupo de trabajadores? No
necesariamente, porque el comprador no tiene por qué ser un trabajador
socializado, quiero decir que el grupo parece social pero al entrar en contacto
con el comprador individual aparecen dos agentes: grupo y comprador individual,
rompiéndose (o pudiéndose romper) la socialización. El trueque entre grupos
sociales es socialista debido a la heterogeneidad de los productos (no se
suman), pero cuando aparece el dinero la cosa se complica, n o por el hecho del
intercambio de un producto por dinero, sino porque al ser el dinero un producto
homogéneo adquiere un valor según el producto que intercambie. O sea que al
cambiar un producto por dinero aparece un valor que es una especie de
diferencial con respecto al dinero que se paga por otros productos. Este
diferencial es el capital. El dinero no es capital, aunque hablemos así cuando
está guardado en el banco (tesoro). Se convierte en capital cuando se pone en
movimiento, es decir cuando se utiliza para comprar o para invertir (que es otra
forma de comprar), cuando se consume. La formación de capital es inevitable
mientras haya dinero en circulación, pero el capitalismo es la doctrina que
individualiza el capital permitiendo que haya individuos que no sean
trabajadores sociales, es decir individuos que se apropian directa o
indirectamente del trabajo social. Estos individuos capitalistas aprovechan la
transformación de dinero en dinero a través de la mercancía, y e s por esto que
no son trabajadores sociales, los cuales lo que hacen es transformar la
mercancía en mercancía a través del dinero (El Capital, Marx). Sin embargo la
generación de capital es inevitable mientras haya dinero en circulación, pero no
es inevitable que haya capitalismo. Para evitar el capitalismo es necesario que
el capital global desaparezca, pero no necesariamente localmente. Para evitar
que haya capitalistas es necesario que aunque el capital global no haya
desaparecido, se realice una distribución entre los trabajadores. Si el
capitalismo fuese inevitable debido a los errores en la generación de capital
todavía podría evitarse la existencia de capitalistas.
La lucha contra el capital puede ser una lucha perdida mientras haya dinero en
circulación, pero no la lucha contra el capitalismo como ideología ni contra los
capitalistas.
De hecho en una economía nunca hay propiamente beneficio, ya que cualquier
intercambio de productos entre grupos sociales a través del dinero neutraliza
las diferencias, ya que es difícil valorar en términos de dinero el trabajo de
cada cual (debe tomarse en consideración la cuestión ecológica, que es casi como
afirmar que siempre hay pérdidas.). Si se midiese en horas de trabajo, por
ejemplo, podría hacerse una contabilidad para ajustar el precio de un producto,
pero lo cierto es que también habría que considerar otros factores, como por
ejemplo, el esfuerzo realizado o el gasto de las máquinas utilizadas en la
fabricación del producto. En consecuencia el grado de satisfacción podría
parecer, como en el trueque, suficiente, pero no es así. La razón es que en el
dinero no está inscrito el trabajo realizado. El capitalismo se aprovecha de
esta dificultad de cuantificación y observando conjuntos de productos puede
establecer los precios, de tal manera que se desprenda un benefi cio, que no
puede ser otra cosa que el que algún grupo de trabajadores haya recibido menos
de lo que le corresponde, o un efecto de la disparidad en las formas de
producción (capacidad productiva del trabajo). El concepto de Mano Invisible
consiste en que no es necesario atender al conjunto de productos para establecer
los precios, y esto quiere decir que la naturaleza del mercado (donde se lanzan
los productos) se encarga por sí mismo de los precios y que no hay mala fe en el
capitalismo. Sin embargo afirmar esto último es cuanto menos cínico ya que una
vez visto que la Mano Invisible produce desigualdad ya hay mala fe en quienes se
aprovechan de ello. Que la economía pueda dejarse en manos de la naturaleza no
garantiza nada, y tan sólo nos dice que es necesaria la intervención, de la
misma manera que es necesario intervenir cuando alguien se pone enfermo. La Mano
Invisible es garantía de crueldad. Cualquier filosofía o religión exclusivamente
naturalista es en esencia crue l, ya que a la naturaleza no le preocupa el
sufrimiento. A quienes preocupa son a los que sufren, lo que les obliga a
intervenir contra la naturaleza si es preciso. Un ecologismo naturalista es
inadmisible desde esta perspectiva. La lucha contra las plagas destructivas es
un ejemplo ya que aunque desde un punto de vista naturalista la plaga se
extingue por sí misma, como se extingue el fuego cuando ha terminado de arrasar
el bosque, puede entenderse que la plaga es una desestabilización que si se
detiene por medios artificiales, como por ejemplo un cortafuegos, no se habrá
alterado a la naturaleza de manera negativa. La explicación está en que las
plagas surgen localmente pero se propagan hacia lo global, lo que quiere decir
que para evitar la plaga no sólo basta con detenerla en su propagación sino que
es necesario alterar los elementos locales que la han producido, y esto en
muchas ocasiones puede provocar a su vez otra clase de desestabilizaciones. El
crecimiento demográf ico humano puede considerarse una plaga en este mismo
sentido, lo que exige una intervención, tanto en relación con la desaparición de
la propia especie humana como de otros animales, plantas, minerales, etc.
Siguiendo con lo anterior, el capitalismo es explotación, y el capitalista que
tras haber distribuido los productos de un lado a otro se queda con una parte es
un explotador. Para evitar el capitalismo es necesario tener una visión global
de los flujos de productos, para así fijar un precio que no resulte en
beneficios. Sin embargo la visión global tiene el inconveniente de que aunque no
haya beneficios la distribución de precios puede no ser justa, porque
globalmente 4 = 2+2=3+1. Para que no haya capitalismo se necesita una visión
global, pero para que haya justicia se necesita una visión local o una absoluta
y completa homogeneización, lo que es imposible en la práctica dada la
disparidad de productos que se manejan. En términos estadísticos esto quiere
decir que lo global sólo atiende a los promedios mientras que las desigualdades
locales requieren el uso de otras variables estadísticas, como la desviación
típica, por ejemplo. Una política económica que minimice la desviac ión es más
justa que otra que se preocupe exclusivamente de la minimización de los
beneficios. Por otro lado la minimización de la desviación no garantiza tampoco
la minimización de los beneficios, lo que podría dar como resultado el derroche,
y es por esto por lo que se hace necesaria una ecología que imponga a lo local
un equilibrio productivo. Pero aún así sigue sin quedar garantizada la evitación
del derroche, ya que los ecosistemas no tienen un único punto de equilibrio. La
elección entre este conjunto de posibilidades debe hacerse aumentando la
localidad, y en el extremo contemplando la globalidad.
Es tremendamente difícil tener una visión global, incluso con los ordenadores
actuales, y es por esto que el comunismo recurre a un plan de producción
exhaustivo, que si se cumpliese garantizaría que no hubiese capitalismo, pero
salvo con criterios cuantitativos (como el número de horas dedicadas a la
producción) o subjetivos de satisfacción, no resulta nada sencillo que haya
justicia.
El neoliberalismo podría creer que puede haber justicia aunque haya capitalismo,
lo que a mi entender es una contradicción en sus términos, porque aunque no
hubiese capitalismo no quedaría garantizada la justicia, y el capitalismo es por
definición injusto. Lo más razonable es que crea que aunque sea injusto lo será
en menor medida que de cualquier otra forma, y esto sí que conviene discutirlo.
Desde luego que la experiencia muestra que se producen unos pocos ricos muy
ricos y el resto muy pobres, por lo que no solo no hay justicia en la
distribución de la riqueza sino que tampoco la hay en las diferencias entre
ricos y pobres. Todos los estudios en esta dirección de la distribución de la
riqueza responden críticamente a la anterior cuestión.
Si no se pudiese lograr una justicia completa, al menos debería intentarse
reducir la injusticia al mínimo, y cualquier razonamiento de sentido común dice
que si te duele el pie porque te aprieta el zapato, lo mejor es que te lo
quites. Si el capitalismo ya es de por sí injusto, es fundamental un
anticapitalismo, pero al ser necesaria una visión global se impondría un sistema
muy centralizado. Si se quiere evitar esta centralización será preciso incluir
mecanismos locales anticapitalistas, y que la centralización sólo atienda a los
ajustes globales, y es posible que buena parte de esta tarea pudiese hacerse con
medios informáticos.
5. Un ejemplo: el transporte de mercancías debe socializarse.
Otro aspecto importante es qué producir, porque si no hay un cierto equilibrio
entre oferta y demanda de productos, que no de precios, se podrán producir
carencias y sobrantes. Esto requiere una coordinación, que puede servir, no sólo
para decidir qué productos fabricar sino también para realizar estimaciones de
precios. En cualquier caso también se necesitarían ajustes. Hacer un puente, una
carretera, un hospital o un colegio también entra en esta categoría, si bien ya
no se trata de oferta y demanda sino de servicios.
En la actualidad funciona el capitalismo porque se generan necesidades
artificialmente, es decir porque se logra mantener una dinámica de consumo que
no detiene la producción. Cualquier alternativa anticapitalista puede cometer el
error de centrarse en la producción exclusiva de necesidades, y esto sería un
fracaso. ¿Por qué? Ya no sólo porque se paralizaría toda posible innovación sino
porque las necesidades responden exclusivamente al segundo principio de la
termodinámica, y la consecuencia sería que el flujo de productos se detendría.
Sería un desastre. Es necesario incentivar permanentemente la producción, pero
puede hacerse a unas u otras velocidades. No es necesario que sea como en el
capitalismo actual cuya aceleración desborda la capacidad de asimilación, y en
consecuencia se derrocha enormemente, hasta el punto de que a la producción no
le da tiempo a llegar a todas partes. Se pierde por el camino o se desecha
porque el gasto de transporte es excesivo para las expect ativas de los
capitalistas. Es imprescindible que se generen localmente productos que cubran
las necesidades de esa localidad, y los restantes productos pueden disponer de
una idiosincrasia local. Pueden utilizarse las vías de comunicación informática
para que los productos más deseados puedan ser fabricados en diferentes lugares,
cancelando todo los derechos de propiedad intelectual e industrial, el copyright
y las patentes. No obstante hay muchos problemas abiertos para que se pueda
generar una completa localidad como son los relativos a los recursos naturales y
a la fabricación de componentes o piezas de máquinas. El transporte debe
socializarse, ya que no sólo implica a transportistas sino también a carreteras.
6. Conclusiones.
Una teoría económica del valor, como la que propugna Heinz Dieterich en "Despega
el Socialismo del Siglo XXI en Europa" - http://www.rebelion.org/noticia.php?id=25871
- no estará completa mientras siga utilizando promedios y variables extensivas.
Lo que se necesita es una economía completamente "cualitativa" en el sentido de
contemplar lo local y lo global en términos de variables intensivas. Mi opinión
es que en caso contrario no podremos hablar de socialismo, si entendemos que
éste incluye como mínimo una noción justa de justicia, y ésta pasa por
contemplar en la teoría económica las diferencias en las formas de producción o
también llamadas capacidades productivas del trabajo, y no sólo "las matrices de
input-output de volúmenes".