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La mitad de los niños fallecidos antes de cumplir un año no son registrados en Brasil
Juan Arias
El País
Según el Instituto Brasileño de Estadística y Geografía (IBGE), la mitad de los
niños muertos antes de cumplir un año en el país pasan por la vida sin existir
oficialmente, ya que no son registrados ni sepultados legalmente. El 50,9% de
dichos niños no aparecen registrados en ningún lugar y suelen ser enterrados en
el patio de las casas o junto a pozos, con el peligro que las aguas se
contaminen. Se debe a razones culturales, según el investigador Claudio Crespo.
En algunas regiones, las más pobres del pais, como en los Estados del
noroeste, la situación de estos niños sin existencia legal es dramática, con un
índice de bebés muertos no registrados y enterrados irregularmente que llega al
69,4%. En algunos Estados, como los de Piauí, Río Grande do Norte, Ceará y
Alagoas, el índice supera el 70%.. En Maranhão, el 28% de los bebés nacidos en
2005 son hijos de adolescentes y la mayoría de los que fallecen antes del año
son enterrados sin registrar.
En 2006, 42.000 adolescentes se quedaron embarazadas en ese Estado. Para cuidar
de sus hijos tienen que renunciar a estudiar y trabajar. Según José Augusto
Messias, especialista en medicina juvenil de la Academia de Medicina, para estas
adolescentes, que suelen crecer en la miseria, tener un hijo es la única manera
de conseguir protagonismo en la sociedad, de poseer algo suyo y, por eso, muchas
de ellas se resisten a abortar. Si los bebés mueren antes del año, los entierran
clandestinamente.
Por ironías de la vida, muchos de esos niños que no son registrados oficialmente
llevan nombres de personajes famosos, del fútbol o de las telenovelas. En Belén,
a las puertas de la Amazonia, señalaba ayer el diario O Globo, esos niños, que
para la sociedad no existen, no pueden ir a las guarderías ni después a la
escuela. "Se pasan el día vagabundeando a las orillas del río muerto, el
Tucunduba, en la periferia de la ciudad", señala el diario.
El diario recoge el caso de una mujer de 44 años con cuatro hijos pequeños, dos
de los cuales fueron registrados con la ayuda de un concejal, a cambio de su
voto. Los otros dos siguen sin existir oficialmente. Ella dice que tiene que
encargarse de muchas cosas y que todo el tiempo le es poco "para poner comida en
las bocas de sus hijos". Dice que vive lejos de la ciudad y que "no tiene tiempo
para perder corriendo a la búsqueda de documentos para sus hijos".