Latinoamérica
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¿Existe una izquierda en Nicaragua?
Francois Houtart
En vísperas de las elecciones, uno puede preguntarse si existe realmente una
izquierda en Nicaragua. Sin embargo, esta interrogación sobrepasa las fronteras
de esta nación centroamericana y plantea el problema del conjunto de los países
latinoamericanos.
En la campaña electoral nicaragüense se presentan de manera predominante cuatro
partidos políticos: dos liberales y otros dos que se refieren al sandinismo. Los
dos partidos liberales son claramente de derecha. Se trata, por una parte, del
partido Alianza Liberal Nicaragüense, que tiene como candidato a Eduardo
Montealegre, y el otro es el Partido Liberal Constitucionalista, del cual José
Rizo es su candidato. El primer partido está ligado con el actual presidente de
la república, Enrique Bolaños, un terrateniente y empresario de origen
conservador, y el otro se sitúa como la herencia de Arnoldo Alemán, de siniestra
reputación. La división entre estos dos partidos es más personal que ideológica.
El de Montealegre tiene una base tradicional de tipo clientelista mucho más
grande que el otro partido liberal.
A pesar de los esfuerzos de Estados Unidos para llegar a la unidad de los dos
partidos liberales, lo que podría llevar a la victoria electoral de la tendencia
políticamente cercana de ellos y económicamente en acuerdo con la lógica
neoliberal, las dos organizaciones no han podido reunirse hasta el momento.
Frente a la división de la oposición sandinista, tal unidad podría garantizar la
consolidación del proceso actual.
Las corrientes sandinistas son representadas por el Frente Sandinista y por el
Movimiento de Renovación Sandinista (MRS). Este último está gratificado en los
sondeos de más o menos 15 por ciento de los votos. El MRS se presenta como una
fuerza de izquierda, inspirada por la gran tradición de la lucha de Augusto
César Sandino. De hecho, las declaraciones de sus dirigentes y los documentos
del partido no permiten estar muy seguro de su carácter de izquierda. El
candidato a la presidencia es un antiguo alto funcionario del Banco
Interamericano de Desarrollo y tanto la política interna como las posiciones
frente a la coyuntura latinoamericana de hoy, no ofrecen muchas garantías en
este sentido.
Sus principales críticas al Frente Sandinista son el autoritarismo que prevalece
en el interior del partido (danielismo), la falta de ética de varios dirigentes,
la alianza dudosa que se realizó con el partido del ex presidente Alemán (el
Pacto) y su reconciliación a sentido único con una jerarquía eclesiástica que no
reconoce ningún error. No hay duda que estas críticas son, en gran parte,
pertinentes. No obstante, tendrían más credibilidad si el MRS presentara una
real perspectiva de izquierda, como es el caso del Partido del Socialismo y de
la Libertad en Brasil. No se puede acusar al movimiento de ser, como se ha
dicho, un lacayo de Estados Unidos. Sin embargo, no hay duda que el hecho de
dividir la oposición no puede sino favorecer el proyecto imperial sobre la
región. Es lo que se manifestó con la visita en septiembre del senador Burton
(tristemente famoso por la ley Helms-Burton, que refuerza el embargo contra
Cuba), donde marcó claramente el deseo de encontrarse sólo con el partido
liberal de Montealegre y con el MRS.
Analizar la situación en términos de izquierda no permite abandonar un análisis
de clase. De hecho, el MRS es, ante todo, iniciativa de clase media y media
alta, con personajes de alto nivel intelectual y moral, donde la dimensión ética
inmediata predomina sobre lo político.
Por su parte, el Frente Sandinista ha sido perjudicado por varios factores. El
primero fue la falta de ética de varios de sus dirigentes presentes y pasados.
La segunda razón fue la lógica de las alianzas políticas constituyentes de la
democracia parlamentaria, a fin de garantizar partes de poder, que llevaron a
contradicciones insoportables política y éticamente. Empero, el Frente
Sandinista cuenta con un apoyo popular real. Tiene también un programa de
gobierno más claramente de izquierda que incluye una aproximación con el eje
progresista latinoamericano. En la situación actual de Centroamérica, tal
aspecto político es fundamental frente a la dominación neoliberal promovida por
los intereses estadunidenses aliados con las clases compradoras en América
Central.
A título de conclusión podemos proponer algunas consideraciones. De hecho, no
existen partidos realmente de izquierda en Nicaragua, pero el que se acerca más
a esta perspectiva es el Frente Sandinista. Dejar la vía abierta al triunfo del
liberalismo político en el país y de la línea neoliberal de Estados Unidos en la
región sería suicida para los que quieren construir una sociedad sobre otras
bases, es decir, una alternativa de izquierda.
La problemática nicaragüense plantea además un problema de base: ¿cuál es la
lógica de la democracia parlamentaria, que en su funcionamiento mata los fines
(transformar la sociedad) para privilegiar los medios (acceder al poder), este
último transformándose en un fin? Es la lógica electoral que se impone, los
partidos (aun los que se llaman de izquierda) actúan en función de las
elecciones y olvidan tanto la reflexión de fondo sobre lo que es un proyecto de
izquierda como la formación de sus cuadros.
Las elecciones nicaragüenses permiten también reflexionar sobre la importancia
central de la ética en política, lo que se puede situar a tres niveles.
En primer lugar, la ética de la vida, es decir, como lo dice Enrique Dussel, la
producción, la reproducción y el desarrollo de la vida humana. El sistema actual
es un factor de muerte. En Nicaragua sus efectos son dramáticos. Frente a un
desarrollo espectacular de 15 a 20 por ciento de la población, se ha creado una
vulnerabilidad fuerte de la clase media y una extensión de la miseria y de la
pobreza en el campesinado y en las poblaciones urbanas del sector informal. Es
el conjunto del sistema neoliberal que construye este modelo, no solamente su
sistema económico, sino también político y cultural. La lucha contra el
neoliberalismo es el imperativo moral más importante. Se trata del nivel ético
que tiene que orientar todos los otros y que constituye la base de cualquier
izquierda.
La ética interna a los sistemas políticos (partidos) es un segundo nivel que
tiene también su importancia. La opinión popular es severa en este sentido. La
falta de ética política ha tenido un precio, tanto en Brasil como para el Frente
Sandinista en Nicaragua. Se trata, tanto de la organización democrática interna
como del rechazo de todas las prácticas de corrupción o de alianzas que
contradicen los principios. El tercer nivel es la ética personal de los actores
políticos. Hemos visto en muchos casos, y particularmente en Nicaragua, que
también esta ética importa y que el precio político de su ausencia puede ser
alto.
Ninguna duda que para una posición de izquierda, los tres niveles de la ética
cuentan. Sin embargo, es el primer nivel el que debe ser la base fundamental de
todo juicio político. Los dos otros tienen que ser reivindicados de manera
permanente, pero en subordinación al primero. Eso tiene consecuencias para las
elecciones en Nicaragua, donde el acento puesto por el MRS sobre los dos últimos
niveles de la ética podría acabar con el primero, es decir, una victoria de la
derecha.