Médico denunciado por asistencia a torturas sigue trabajando
para la intendencia de Maldonado
Guillermo Garat
La Diaria
El asesinato en Maldonado de Eduardo Mondello, detenido por la dictadura en
Maldonado, será presentado pronto ante la Justicia.
Al Doctor Picana lo conocían todos los presos políticos de la dictadura
detenidos en el Batallón de Ingenieros IV, de Laguna del Sauce, Maldonado.
Egresó de la Facultad de Medicina y se especializó sin postgrado en la
asistencia a la tortura. En la madrugada del 9 de marzo de 1976 hizo llamar al
médico forense policial Moisés Salgado. ¿Se les había ido la mano con Eduardo
Mondello, militante del Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, o fue un
asesinato premeditado? En cualquier caso se trató de un homicidio por móviles
políticos.
Mondello ya había caído en 1972 por su apoyo al movimiento guerrillero. Cuando
viajaba todos los días desde Piriápolis, donde residía junto a su familia, hacia
Minas, donde trabajaba en una casa de fotografía con su padre, dejaba pan cerca
de una tatucera tupamara. En la sesión de tortura le quebraron un brazo. Los
Abogados que lograron que Mondello fuera enviado al Penal de Punta Carretas en
1973, año en el que terminó recuperando su libertad, hoy ocupan Ministerios:
eran Azucena Berrutti y José Díaz.
Pero luego de la liberación fue llevado a cuarteles en tres ocasiones, y
hostigado en varias otras por represores. Desde que salió de Punta Carretas se
dedicó al comercio, explican sus amigos. Había pensado en el exilio, y llegó a
comprar un pasaje a Buenos Aires. Pero pocos días después, el 6 de marzo de
1976, hombres de particular llegaron en un auto negro, a las tres de la mañana,
a la casa de Pepe Mondello, el padre de Eduardo, que tuvo que salir de la cama
en calzoncillos para decir que su hijo no estaba allí. Lo fueron a buscar y lo
encontraron. Y se lo devolvieron muerto y desfigurado a su familia, con la orden
explícita de velarlo con el cajón cerrado. Tres militares pedían identificación
a cada uno de los deudos en la casa de Pepe, donde velaban a Eduardo. Los
parientes desobedecieron, y al abrir el féretro vieron que a Eduardo le faltaban
partes de sus orejas y nariz, entre otros signos de brutal tortura.
El 10 de junio de 1985, el forense Moisés Salgado explicaba al detalle las
lesiones que certificó delante de militares y del Doctor Picana. Las
explicaciones estaban dirigidas al médico Carlos Laborde, integrante en aquel
año de una comisión formada por ciudadanos que buscaban conocer el destino de
desaparecidos fernandinos. La autopsia fue espantosa. Reveló los
sufrimientos que Mondello atravesó antes de morir asfixiado cuando se le
aplicaba "el submarino".
Salgado expresó por escrito en 1985 que se "sentía desconcentrado y asustado"
esa noche de marzo del 76. Primero fue trasladado al Hospital Marítimo por
personal militar, cumpliendo una orden judicial. Luego lo llevaron a la morgue,
donde un Teniente a cargo de seis soldados le pidió que firmara el certificado
de defunción sin realizar autopsia. El Doctor Picana estaba presente. Salgado se
negó, le brindaron los materiales para trabajar y regresó a su casa de
madrugada, luego de firmar copias del documento forense para el Batallón y el
Juez.
"Queremos que nuestra gente sepa lo que pasó, no queremos venganza, buscamos
justicia", señaló el martes la Edila frenteamplista Beatriz Jaurena (Partido Por
la Victoria del Pueblo) en la Junta Departamental de Maldonado. El caso de
Mondello es el tercero que Jaurena expone en el Plenario de la Junta. El primero
ya es investigado por la Justicia, y los restantes seguirán ese camino. El
Doctor Picana se llama José Luis Braga, y la edila no sólo informó en la Junta
que "ha sido denunciado reiteradamente como asesor en las sesiones de tortura",
sino que añadió que actualmente trabaja para la comuna fernandina en una
Policlínica de Maldonado Nuevo.
La Intendencia "debería tomar las medidas necesarias para que el cargo que ocupa
sea acorde a su estatura moral, y de ninguna manera debería de ejercer una
profesión que tiene como fin preservar la vida", opinó Jaurena.