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Elecciones
Representación femenina baja y estancada
Mario Osava
IPS
Una nueva frustración soportan las mujeres que luchan por una participación
menos desequilibrada en el poder político de Brasil. Las elecciones del 1 de
octubre interrumpieron el lento e insuficiente aumento de la representación
femenina en el Congreso legislativo.
A la Cámara de Diputados sólo fueron electas 45 mujeres, poco más que las 42
elegidas en los comicios anteriores, en 2002. La participación subió de 8,19 a
8,77 por ciento. El Senado, que renovó un tercio de sus 81 escaños, presenta
resultados mejores, con cuatro nuevas senadoras, pero la proporción es la misma
de cuatro años atrás, 14,81 por ciento del total.
"Hubo estancamiento y retrocesos", en relación a las elecciones de 2002, cuando
había aumentado en 45 por ciento el número de diputadas, dijo a IPS la
codirectora del no gubernamental Centro Feminista de Estudios y Asesoría (Cfemea),
Natalia Mori, que acompaña políticas públicas y leyes de interés para las
mujeres.
En 2002, solo cinco de los 27 estados brasileños quedaron sin representantes
femeninas en la cámara baja, ahora son ocho, ejemplificó. Además hubo "pérdidas
importantes", pues algunas líderes de la "bancada" (bloque legislativo) femenina
no lograron ser reelectas, como Iara Bernardi y Luci Choinacki, ambas del
gobernante Partido de los Trabajadores (PT), o disputaron sin éxito otros
cargos.
Es el caso de la diputada Jandira Feghali, del Partido Comunista de Brasil, que
aspiró a un escaño de senadora por el sudoriental estado de Río de Janeiro. Las
encuestas previas le daban un amplio favoritismo, pero finalmente perdió, pese a
obtener 37,4 por ciento de los votos válidos.
Su sorpresiva derrota, a manos de Francisco Dornelles, del conservador Partido
Progresista, es atribuida a una campaña de miembros de la Iglesia Católica
carioca, que la acusaron de defender "la liberación total del aborto". Panfletos
llamaban a la ciudadanía a "votar por la vida", considerando que las posiciones
de Feghali equivalían a "matar niños indefensos".
La coalición izquierdista que apoyó su candidatura logró que la justicia
electoral ordenara una búsqueda de panfletos en la sede de la Arquidiócesis de
Río de Janeiro, que no arrojó ningún resultado, pero agravó la confrontación dos
semanas antes de los comicios. No fue acogido otro pedido, para que la justicia
impidiera la prédica "irregular" contra la candidata en las iglesias.
Feghali, que sigue ocupando un escaño de diputada hasta febrero, reconoció haber
perdido votos decisivos debido a esa campaña religiosa, que en vísperas de las
elecciones se intensificó a través de mensajes a miles de teléfonos celulares.
El ataque conservador a la diputada se debe a que es relatora de un proyecto de
ley que si bien no legaliza la interrupción voluntaria del embarazo, busca
despenalizarla para que el sistema de salud pública pueda atender a las mujeres
que sufren secuelas de abortos clandestinos, causa de miles de muertes en este
país de más de 187 millones de habitantes.
La interrupción del embarazo es condenada como un delito en este país --con
excepción de la practicada en casos de estupro o riesgo de vida de la madre--,
lo que impide el tratamiento de sus secuelas en el servicio público de salud, el
único al que tienen acceso las mujeres pobres. El hecho contribuye a la elevada
mortalidad materna.
Esa realidad fue destacada por la organización no gubernamental Católicas por el
Derecho a Decidir, en defensa de Feghali, "que como parlamentaria ha acogido con
seriedad los reclamos del movimiento de mujeres". Como la legisladora es médica,
fue natural su elección como relatora del proyecto de ley que trata el aborto
como una cuestión de salud pública.
Esa batalla particular de la candidata a senadora ilustra bien uno de los
obstáculos que enfrenta el movimiento por mayor participación de las mujeres en
los poderes políticos. Los derechos reproductivos y sexuales, una bandera
feminista, sufren el rechazo de religiosos y conservadores, dividiendo inclusive
a la bancada femenina en el parlamento, que actúa de modo coordinado en otros
asuntos.
Pero el movimiento celebra algunos triunfos de las elecciones del domingo. Cinco
mujeres disputarán 10 gobiernos estaduales en la segunda vuelta electoral, que
tendrá lugar el 29 de octubre, algunas como favoritas.
Manuela D'Ávila, periodista y estudiante de sociología de 25 años, fue elegida
diputada por el Partido Comunista con la mayor votación en el sureño estado de
Rio Grande do Sul. Tendrá así capital político para representar a la juventud
femenina y a la renovación parlamentaria, destacó Mori.
Otras candidatas obtuvieron excelente votación, indicando que la bancada
femenina podrá mejorar en su "actuación cualitativa" en la próxima legislatura,
aunque no aumentó la cantidad de diputadas, sostuvo.
La batalla de las mujeres en el parlamento se articula con la lucha por acciones
afirmativas también a favor de otros grupos sociales que "enfrentan más
dificultades" de participación política, como los negros e indígenas, reconoció
Mori. Las minorías étnicas están incluso excluidas de las estadísticas
oficiales, por lo que ni siquiera se puede conocer la historia de su presencia
en el Congreso, observó.
Los resultados decepcionantes de estos comicios confirman, para las activistas,
la necesidad de una reforma electoral que, a ejemplo de la adoptada en Argentina
a inicios de los años 90, promueva un aumento efectivo de mujeres en las
instancias del poder político.
El financiamiento público de las campañas electorales, para que las mujeres
puedan competir en igualdad de condiciones financieras, y la elección por listas
partidarias cerradas son condiciones indispensables, según Almira Rodrigues,
investigadora de Cfemea.
Pero las listas tienen que ser ordenadas con alternancia de sexo, de manera que
las mujeres estén también entre los primeros lugares, para resultar electas,
destacó. Si se adopta la paridad, a cada candidato le sigue una candidata y
viceversa. Si se fija una cuota de un tercio femenino, serán dos hombres por
cada mujer.
En Brasil, los electores no votan por partidos, sino por la persona del
candidato identificado con un número. Por ello, poco resultó de la cuota
estipulada en 1997, que recomienda a los partidos presentar 30 por ciento de
mujeres entre sus postulantes.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=38967