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Hay que frenar a la derecha y derrotar a Alckmin
João Pedro Stedile
Alai Amlatina/Folha de Sao Paulo
Los movimientos sociales debemos movilizarnos, levantarnos y salir a las calles
para derrotar la candidatura de Alckmin.
De 1990 a 2002, las clases dominantes implementaron un programa neoliberal
desastroso para la economía y para el pueblo. Entregaron al capital financiero e
internacional nuestras mejores empresas, estatales y privadas. Dilapidaron los
servicios públicos. La deuda pública interna creció vergonzosamente, y el
gobierno pasó a dedicar el 30% de toda la renta federal para pagar intereses. El
pueblo, las empresas y el gobierno comenzaron a pagar las más altas tasas de
interés del mundo. Resultado: la economía no creció, y se produjo mayor
concentración de la riqueza. Al pueblo le quedó la pobreza, más desigualdad y el
mayor desempleo de toda la historia.
Sintiendo en carne propia esos problemas, en las elecciones de 2002, el pueblo
votó contra el neoliberalismo y eligió al presidente Lula.
En los últimos cuatro años, hubo un gobierno de coalición, como acostumbra decir
el ministro Tarso Genro, y las fuerzas del capital continuaron ejerciendo su
influencia para mantener la política neoliberal. Por otro lado, fuerzas de
izquierda consiguieron avances en la política externa, en la defensa de las
estatales y en algunas áreas sociales, como la educación pública y el salario
mínimo.
Los movimientos sociales hemos sido críticos de la política económica. El
Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) ha manifestado y luchado
contra la lentitud de la reforma agraria, la prioridad dada al agronegocio (el
cual, sea dicho de paso, votó contra el gobierno) y el incumplimiento del plan
nacional de reforma agraria.
Comprendemos que el contexto político de ese período fue adverso para las
fuerzas populares, por la ausencia de movilización de masas y por el marasmo de
la mayoría de los sindicatos y movimientos. Algunos se acomodaron o sus
direcciones fueron cooptadas ideológicamente. Otros fueron arrasados por la
ofensiva neoliberal que acabó con diversos sectores de la clase trabajadora. Hay
un reflujo del movimiento de masas, que influyó decisivamente en la actual
correlación de fuerzas.
Vinieron las elecciones de 2006. Defendíamos la necesidad de aprovechar la
campaña para debatir un nuevo proyecto popular para el país. Desgraciadamente,
predominaron visiones oportunistas y de marketing y la repetición de métodos
espurios, con un uso abusivo del dinero, compra de cupos electorales etc. Todo
financiado por la contribución de empresas interesadas en favores
gubernamentales. El resultado fue una campaña sin entusiasmo, sin militancia y
sin interés del pueblo.
Cuando todo parecía ya cocinado, y los resultados previsibles, ocurre que, en la
última semana, por graves errores de la campaña Lula, la derecha encuentra
motivos para unificarse alrededor de Alckmin (como con Collor, en 1989).
Pasó a la ofensiva y, usando intencionalmente sus medios de comunicación, llevó
la elección hacia una segunda vuelta. Lo mismo ocurrió en diversos Estados, con
la llegada al segundo turno de los candidatos derechistas.
No obstante, como todo en la vida, hay contradicciones. La unidad de la derecha
en torno a Alckmin provocará el debate de ideas y proyectos. La campaña deberá
dejar claros los intereses de clase que hay detrás de cada candidatura.
La candidatura Alckmin, que representa los intereses del capital financiero, de
las transnacionales, del gobierno Bush, de la burguesía brasileña y de los
hacendados del agronegocio, está ansiosa por retomar las riendas del gobierno.
Defienden todos los días en los periódicos la necesidad de seguir privatizando -Petrobras,
Correos, carreteras y bancos estaduales-. Quieren reformas laboral, tributaria y
del Seguro Social para ampliar sus ganancias. Proponen la garantía del pago de
intereses dentro de la Constitución, por el insólito plan déficit cero. Plantean
de nuevo el ALCA como una necesidad, y de esta manera subordinarían todavía más
nuestra economía y el país a los intereses del imperio.
Y, si los pobres osan luchar, llamarán a los "capitães-do-mato" (cazadores de
esclavos fugitivos ) y responderán con policía y cárcel. Por ello, los
movimientos sociales y todos sus militantes debemos movilizarnos, levantarnos y
salir a las calles para derrotar la candidatura de Alckmin y sus intereses de
clase. No podemos vacilar. Vamos a transformar la campaña en un debate de
proyectos y de ideas. Una victoria de Alckmin sería una derrota gravísima para
el pueblo brasileño.
Y, en el próximo mandato del gobierno Lula, vamos a seguir movilizados para
derrotar la política neoliberal y debatir en la sociedad un nuevo proyecto para
el país. Brasil necesita encontrar su rumbo. Necesita de un proyecto que ponga
como prioridad del Estado y de la política la solución de los principales
problemas del pueblo, como el desempleo, la educación, la reforma agraria, la
vivienda y la distribución de la renta, para todos y todas. No hay cambios
sociales sin la participación del pueblo, sin la movilización popular.
(Traducción ALAI).
- João Pedro Stedile, 52, economista, es miembro de la coordinación nacional del
MST (Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra) y de la Vía Campesina
Brasil.