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Bolivia: Enfrentamiento deja 13 muertos y 80 heridos
José Pinto
ALAI AMLATINA
Patético enfrentamiento entre asalariados y cooperativistas mineros
bolivianos Lamentable saldo: 13 muertos y 80 heridos.
Bolivia está de luto: los trabajadores mineros, histórico eje del movimiento
popular boliviano, han desarrollado un doloroso enfrentamiento interno -que
todavía no culmina-en la localidad de Huanuni, departamento de Potosí.
Al momento de redactar esta nota, la violencia e intranquilidad campean en
Huanuni. Mientras que las familias velan y se disponen a enterrar a sus muertos,
continúan los dinamitazos provenientes de los sectores en pugna: por un lado,
los asalariados de la Corporación Minera de Bolivia y, por el otro, los miembros
de las cooperativas mineras, ambos luchando por controlar el yacimiento ubicado
en el cerro Posokoni, cuyo valor se ha incrementado sustantivamente como
consecuencia de las variaciones del precio de los minerales en el mercado
internacional.
Las bases del conflicto se instalaron hace más de 20 años con las medidas de
ajuste estructural impuestas por el Decreto Supremo 21060 de 1985 y dispositivos
subsecuentes que ordenaron el cierre de operaciones mineras de la Corporación
Minera de Bolivia (COMIBOL), del Banco Minero de Bolivia, del Fondo Nacional de
Exploración Minera, y del Instituto de Investigaciones Minero Metalúrgicas.
Tal avasallamiento generalizado contra la actividad empresarial del Estado,
obligó la transferencia de las operaciones productivas de COMIBOL al sector
privado. El costo social fue muy intenso y se calcula que más de 30.000
trabajadores mineros y metalúrgicos fueron "relocalizados" (expulsados de sus
centros de trabajo). Al quedar COMIBOL reducida a su mínima expresión surgió la
minería cooperativa y la minería chica.
Desde entonces el conflicto se mantuvo latente. Los sucesivos gobiernos dieron
su prioridad a las inversiones extranjeras en los yacimientos.
Mientras tanto los cooperativistas y los asalariados de la desfalleciente
COMIBOL en Huanuni y otras áreas mineras adyacentes, continuaron trabajando en
condiciones técnicas y de seguridad deplorables.
Pero, desde los años 2003, 2004 el incremento de precios de los minerales generó
diferencias y enfrentó los intereses por acceder al control de algunas minas.
Los cooperativistas demandaron que les fueran entregadas varias concesiones y no
dudaron en tomarlas por la fuerza.
Durante la campaña electoral, asalariados y cooperativistas respaldaron la
candidatura del MAS. Los cooperativistas tuvieron un papel más descollante, al
punto que uno de sus dirigentes fue designado como Ministro de Minería, posición
que les sirvió para profundizar sus demandas.
La tensión no pudo ser controlada y se llegó a la situación límite que ha
enlutado al pueblo boliviano.
La historia de los trabajadores mineros bolivianos los ha reconocido siempre
como vanguardia de los intereses nacionales, por lo cual fueron víctimas de
innumerables episodios de represión.
Ahora se han enfrentado entre ellos y su sangre ya está sirviendo de motivo para
que asomen voces desde la oposición de la derecha y de liderazgos sindicales
radicales, que pretenden sacar réditos del drama social y de las justas
expectativas de quienes con su trabajo han sostenido la economía boliviana.
El gobierno de Evo Morales y el Movimiento al Socialismo tienen ante si, el
mayor desafío social y político desde el momento en el cual iniciaron su
gestión.