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Un conflicto minero deja 21 muertos y pone en evidencia la débil gestión del ministro del área
Terra Actualidad
Europa Press
El enfrentamiento minero en la localidad boliviana de Huanuni, que se saldó ayer
con 21 fallecidos y más de 50 heridos, puso en evidencia la débil gestión del
ministro del área, Walter Villarroel, quien defendió a los cooperativistas en
detrimento de los obreros estatales de la compañía Corporación Minera de Bolivia
(Comibol) en el conflicto que mantienen por las tierras de esta región y en la
crisis por la que atraviesa el sector minero del país.
Al menos diez personas murieron ayer, entre ellas dos mujeres, y otras 57
resultaron heridas cuando mineros que trabajan por cuenta propia en cooperativas
atacaron con dinamita a obreros estatales del subsuelo en la localidad andina de
Huanuni, según anunció el portavoz presidencial, Alex Contreras. En este
municipio se encuentra el más rico yacimiento de estaño del país, que está
encerrado en los bolsones del cerro Posokoni.
Según los informes de prensa, parte de los 4.000 mineros cooperativistas que se
han asentado en Posokoni, situado a 288 kilómetros de La Paz, atacaron a unos
1.000 mineros de Comibol, que trabajan para el Estado y a quienes se llama
'sindicalizados'.
La pelea por el control de las minas comenzó a materializarse la semana pasada,
cuando centenares de cooperativistas ocuparon por la fuerza el centro estatal
minero de Colquiri y tomaron por asalto los almacenes de la mina Viloco,
mientras miles de sus compañeros bloqueaban las principales carreteras del
occidente boliviano, logrando paralizar el alza de impuestos para la minería
privada y frenando el potenciamiento de la Comibol. Estas acciones provocaron la
reacción de los mineros y campesinos de Huanuni.
La postura de los mineros estatales constituye la concreción práctica de la
decisión asumida en la asamblea general del pasado 4 de julio, donde proclamaron
la necesidad de nacionalizar sin indemnización todas las minas manejadas por las
transnacionales y los consorcios privados, de consolidar a Comibol como la única
encargada de explotar los recursos mineralógicos para beneficiar al pueblo y de
gestionar la empresa a través del control obrero colectivo, explica la prensa
local, recogida por Europa Press.
Debido a lo ocurrido ayer, el Ejecutivo ordenó el repliegue de los soldados
apostados en Huanuni hace cuatro meses, cuando los cooperativistas, que ya
habían tomado parcelas, intentaron apropiarse de más sectores de la mina local
ante el rechazo de los mineros estatales. Los militares se retiraron porque,
según explicó el ministro de Presidencia, Juan Ramón Quintana, estaban siendo
'hostilizados, provocados' por los mineros.
Para hacer frente a la situación, que se vio desbordada ayer con el
enfrentamiento con dinamita, armas de fuego, palos y piedras, la Administración
de Evo Morales envió una comisión de 'pacificación' a la zona para intentar
apaciguar este 'enfrentamiento fratricida'.
INSATISFACCIÓN DEL SECTOR Pero la respuesta gubernamental no fue bien acogida
por los trabajadores públicos de la empresa Comibol, ya que le acusaron de estar
a favor de los cooperativistas, que suman unos 63.000 en todo el país, porque
habían apoyado la campaña de Evo Morales a la Presidencia. Así, el secretario
ejecutivo de la Central Obrera Boliviana (COB), el minero Pedro Montes, acusó al
mandatario de tener responsabilidad en la tragedia por no detener el conflicto
con tropas oficiales.
'Dicen que no van a mandar a los militares, ahora... que den cajones para los
muertos', señaló Montes, quien exigió a Morales que deje de 'mancharse las manos
con sangre', y anunció que podría ordenar un bloqueo de carreteras en el oeste
del país en señal de protesta.
Los trabajadores de la compañía estatal acusan también al Gobierno de ser el
responsable de las supuestas arbitrariedades de los cooperativistas, que tienen
en el ministro de Minería, Wálter Villarroel, a uno de sus antiguos dirigentes.
De hecho, éste acusó a los empleados de Comibol de ser los responsables de la
violencia por no estar de acuerdo con ceder más espacios a los cooperativistas.
EL MINISTRO SE DEFIENDE Esta posición en contra de los trabajadores públicos
podría ser un serio obstáculo a la hora de pacificar el centro minero, pero
Villarroel se defendió alegando que su autoridad 'en ningún momento se ha
parcializado' y confirmó que no renunciará a su cargo a pesar de que los obreros
le habían advertido de que Huanuni era una 'bomba de tiempo' y que podría
'costar' la Presidencia a Evo Morales.
Por todo ello, el cargo de ministro de Minería está ahora en el aire en Bolivia
debido a todo lo ocurrido en Huanuni y, además, por las declaraciones que
realizaron distintas autoridades del Ejecutivo. Por un lado, el vicepresidente,
Álvaro García Linera, declaró anoche que el Gobierno no ha considerado por el
momento cambios en el gabinete.
Por su parte, el portavoz presidencial, Alex Contreras, reconoció que se tendrá
que analizar con detenimiento la incapacidad de algunas autoridades de la
minería para prevenir sucesos como los de ayer. Según avanzó, una vez que se
pacifique la región se iniciará una minuciosa revisión de la gestión de
Villarroel, ya que consideró que el Gobierno 'no puede permitir que por una
actividad minera, campesina, obrera o estudiantil se registren víctimas fatales,
hechos que deben ser evitados a toda costa sobre la base del diálogo y la
búsqueda de consenso'.
Mientras se producía este cruce de declaraciones, el Defensor del Pueblo, Waldo
Albarracín, viajó hasta Huanuni, donde reunió a los dos bandos del
enfrentamiento y, en la iglesia de la localidad, se llegó a un acuerdo
preliminar que abrió paso a la pacificación y desarme simultáneo entre
cooperativistas y trabajadores asalariados del Estado, según informa la prensa
local.
El principio de acuerdo comprometía a los líderes de ambos sectores a calmar a
sus bases, las cuales, mientras tenía lugar el diálogo, continuaban
atrincheradas en los alrededores al pueblo de Viluyo, entre Huanuni y la ciudad
de Oruro. 'Inicialmente el acuerdo es de paz', declaró Albarracín, quien viajó a
la región junto al presidente de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos,
Guillermo Vilela.
DIEZ FALLECIDOS MÁS Sin embargo, todo esto cambió a lo largo del día de hoy,
cuando se registraron en Huanuni otros diez fallecimientos por la violencia
desatada en las minas, lo que elevó a 21 los muertos y aumentó el número de
heridos, según confirmó al diario 'La Razón' el Defensor del Pueblo.
Minutos antes de este anuncio, los ministros de Gobierno, Alicia Muñoz, y de
Defensa, Walker San Miguel, y el comandante de la Policía, general Isaac
Pimentel, anunciaron el envío de 700 policías al centro minero con el objetivo
de lograr la pacificación y crear las condiciones necesarias para instalar una
mesa de diálogo que evite más enfrentamientos en esa localidad.
Asimismo, el Defensor del Pueblo emitió un comunicado desde Oruro en el que
aseguró que hoy no ha habido avances en la negociación entre las partes iniciada
ayer y que posibilitó él mismo. Según explicó, no existe predisposición de los
dos bandos del conflicto para impulsar el diálogo.
El problema podría agravarse aún más si fueran ciertas las informaciones de hoy
de la emisora local 'Ebrol', en las que destaca que al menos cuatro autobuses
con trabajadores de las cooperativas habían llegado esta mañana (por la tarde en
España) a Huanuni, aunque Albarracín subrayó que este extremo ya había sido
desmentido.