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Preparativos de golpe de Estado en Bolivia
Heinz Dieterich
Hace pocas semanas, oficiales de la policía boliviana se acercaron a
generales de las Fuerzas Armadas de Bolivia (FAB) investigando su disposición
para dar un golpe de Estado, entre ambas fuerzas. Uno de los militares claves
para el éxito del golpe se negó a participar e informó al Presidente. Siguen los
preparativos sin él. Y siguen los anuncios en la radio que elogian al "ejército
patriótico que mató al Che Guevara y la subversión".
Los militares nunca dan un golpe de Estado en el aire, me dijo hace siete años
el amigo, General Alberto Mueller Rojas, hoy día, miembro del Estado Mayor
Presidencial de Hugo Chávez. Es esta lógica que se observa desarrollar
actualmente en Bolivia. Todo un bloque conspirativo compuesto por diferentes
fuerzas sociales y estatales trabaja aceleradamente para acabar con el
Presidente Evo Morales.
Los prefectos (gobernadores) de los Estados energéticos y separatistas Beni,
Pando, Santa Cruz de la Sierra y Tarija, promueven la conformación de los
llamados "Comités Civiles", que son las cabezas de lanza de la subversión
política visible. Tanto los prefectos como los comités cívicos han entrado en
franca rebelión contra el gobierno constitucional de Evo Morales, al declarar
que "no acatarán la Constitución Política del Estado emergente de la Asamblea
Constituyente, en caso de que esta no sea aprobada en todos sus artículos por
los dos tercios de votos" de los constituyentes. Advierten avanzar en las
"autonomías departamentales", si no se cumple esa condición suya.
Cuentan, por supuesto, con el apoyo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación
---tan reaccionaria y corrupta como sus demás homólogos burgueses en el mundo---
que le proporciona a la insubordinación planeada la apología del delito.
Ante la reciente declaración de la Asamblea Constituyente de considerarse
"originaria, plenipotenciaria y funcional", es decir, no restringida en su
construcción del nuevo Estado por la normatividad existente, los magistrados
sostienen la posición de los prefectos facciosos. Dictaminan que según el
derecho constitucional el poder de la Asamblea Constituyente no es
"originario-fundacional" sino "derivado-reformador" y, por lo tanto, sometido a
la legislación vigente que exige los tercios de los votos.
Los comités civiles cuentan con el financiamiento de sectores empresariales y
la colaboración de altos oficiales de la policía, por ejemplo, coroneles.
Sus actos son inflados y promulgados por los medios de comunicación
privada, muchas veces con los patrones de la propaganda fascista. Algunos de los
más importantes medios están en manos de magnates capitalistas con fuertes
inversiones agrícolas en las provincias separatistas y que temen la reforma
agrícola del gobierno.
En lo social, las asociaciones de padres de familia ---generalmente
reaccionarias y controladas por la Iglesia--- en alianza con sectores del
magisterio y los colegios y universidades privadas promueven paros, bloqueos y
manifestaciones contra el gobierno. Sectores energéticos tratan de generar
escasez de diesel y gasolina, a fin de producir malestar entre la población.
Al igual que en Chile, los transportistas tienen la función de quebrar la
economía y la paz pública con un paro nacional, convocado para el inicio de la
próxima semana, con la intención de hacer confluir todos los sectores anti-gubernamentales
en un gran frente desestabilizador. Refiriéndose explícitamente al paro
subversivo de los transportistas chilenos contra Salvador Allende (1972),
financiado por la CIA estadounidense, Evo Morales calificó hace dos días al paro
boliviano como un paro "ideológico": "Es la lucha del poder", dijo el líder
popular y dejó claro lo que está en juego: "o los grupos gamonales (elite, H.D.)
, o los movimientos populares".
A este frente desestabilizador amenaza asociarse la Central Obrera Boliviana (COB),
que ---aprovechando el enfrentamiento armado entre cooperativistas y asalariados
mineros en Huanuni, Departamento de Potosí, que ha dejado alrededor de quince
muertos y sesenta heridos--- está tomando una posición antagónica frente al
gobierno.
El conflicto de Huanuni es de origen económico. Se produjo por el intento de
unos cuatro mil cooperativistas mineros, cercanos al Ministro de Minería Walter
Villarroel, de quedarse con la explotación de la más rica mina de estaño de
Bolivia, Possokoni, expulsando de manera violenta a unos mil mineros asalariados
de la empresa estatal COMIBOL. El Estado fue tomado por sorpresa. Ante la
disyuntiva de matar a mineros con las Fuerzas Armadas, por una parte, o de ser
acusado de "negligencia y ausencia del Estado", por otra, pasaron 36 horas
que se convirtieron en una mina de oro propagandística y política para la
derecha. Esta aprovechó al máximo su hegemonía en los medios de comunicación y,
muy semejante a la manipulación mediática durante los días del golpe de Estado
en Venezuela, ha golpeado incesantemente al gobierno.
En Bolivia se sigue minuciosamente el manual de la subversión estadounidense. La
máquina facciosa es lubricada con dinero, patrones propagandísticos y
programación política por el imperialismo estadounidense que después del 11 de
septiembre, 2001 puso a Evo Morales en la lista de posibles terroristas que usan
las fuerzas de seguridad de Estados Unidos para rastrear a los terroristas.
Los cómplices de la Unión Europea y las transnacionales energéticas complementan
la falange subversiva. "BP-Tony", Primer Ministro británico y agente político de
la British Petroleum, ha sugerido a las empresas energéticas del Reino Unido que
no inviertan en el gas de Bolivia.
Esta es la política que ya practica Petrobrás, la transnacional
brasileña-internacional, cuya actitud depredadora y neocolonial frente a
Bolivia y los demás países latinoamericanos, hace palidecer el comportamiento de
algunas otras transnacionales occidentales; política neocolonial que requiere
urgentemente la organización de un boicot de todos sus productos en toda América
Latina, para quebrar a su parasitaria tecnocracia chovinista, igual a la de
PdVSA antes del gobirno bolivariano.
Todos quieren remover al "indio" Evo que perturba los negocios, al igual que al
"negro" Chávez en Venezuela. Para Chávez, después del golpe militar fracasado,
el medio de "remoción" seleccionado es el veneno o el accidente.
En Bolivia, los gamonales y sus padrinos imperiales coinciden en que un golpe
militar podría ser el medio adecuado. Solo que un golpe militar, como dice
el amigo Mueller Rojas, no se puede dar en el "vacío". Lo que vemos en Bolivia
es el intento de la derecha mundial, de llenar este vacío.
Hoy, más que nunca, la Revolución boliviana necesita nuestra solidaridad
mundial.