Latinoamérica
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Evo Morales y sus compromisos de campaña
Carlos Fernández-Vega
En los primeros cien días de gobierno, el presidente Evo Morales concretó uno
de sus principales compromisos de campaña: recuperar para la nación los recursos
energéticos de Bolivia, y obligar a las trasnacionales del ramo que operan en
aquel país no sólo a adecuarse a la nueva circunstancia, sino a entregar la
totalidad de su producción al Estado para que sea éste el que la comercialice.
Los consorcios que no estuvieran de acuerdo con las nuevas reglas del juego
deberían abandonar el país a más tardar en los primeros días de noviembre.
Seis meses después de aquel primero de mayo de 2006, el plazo parece haber
llegado a su fin. De acuerdo con la información de la corresponsal de La
Jornada en Bolivia, Rosa Rojas, "en la recta final de las negociaciones de
la empresa estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales de Bolivia con las
trasnacionales petroleras que operan en el país -el plazo para que firmen nuevos
contratos que las convierten en sólo prestadoras de servicios o salgan del país,
vence el próximo sábado 28- el ministro de Hidrocarburos, Carlos Villegas,
señaló que en los nuevos contratos las empresas tendrán la obligación de
descubrir reservas, mediante planes de exploración e inversiones para el
desarrollo de los campos. En las negociaciones con las compañías nada está
firmado, indicó Villegas, quien apuntó que ninguna empresa ha solicitado
ampliación del plazo citado, si bien este lunes el presidente Morales subrayó
que no se ampliaría el mismo. Las tratativas continuarán hasta el último minuto
del sábado..."
Todo indica que se acabó la novela rosa de las trasnacionales a costillas de la
miseria boliviana. Y, como es de suponer, que en unos cuantos días esos
consorcios firmarán las nuevas condiciones o harán las maletas, va un recuento
del gran negocio que para ellas han implicado los recursos energéticos de aquel
país sudamericano.
Las trasnacionales de la energía que operan en Bolivia reportan uno de los más
altos índices de ganancia en la industria petrolera mundial. Informes oficiales
del gobierno boliviano señalan que esos consorcios controlan y explotan los
ricos yacimientos de petróleo y gas con los costos de producción más bajos del
mundo, al haber recibido sin mayores inversiones los gigantescos pozos y campos
desarrollados por el Estado, cubriendo impuestos casi simbólicos (en el
quinquenio 1998-2002, Repsol apenas pagó 4.3 millones de dólares como promedio
anual, y 5.2 millones Amoco).
Repsol y Amoco, que tomaron el control de la empresa estatal boliviana YPFB,
presentan los costos unitarios de producción y de exploración de hidrocarburos
más bajos entre 200 empresas analizadas en el mundo. El costo internacional
promedio para la producción de un barril equivalente de petróleo es de 5.6
dólares, pero en Bolivia se reduce en el caso de Repsol a sólo un dólar y en el
de Amoco a 0.97 centavos de billete verde. Unicamente la petrolera Niko
Resources tiene un costo de producción más bajo (0.87 centavos), según consigna
la publicación internacional Global Upstream Performance Review 2003.
Los otros corporativos que operan en Bolivia, como Total, Maxus, Petrobras,
British Gas, Panamerican Gas y Shell, también tienen costos muy bajos, producto
de las excesivas y onerosas concesiones que el Estado boliviano otorgó en la
década de los años 90, cuando se "capitalizó" (léase privatizó) la industria
energética boliviana y se desmanteló la empresa estatal. Los costos de
producción incluyen gastos operativos y administrativos, mantenimiento de pozos,
infraestructura y equipamiento e impuestos de producción.
Todas las inversiones y trabajos de prospección, exploración y desarrollo de
campos realizadas por el Estado boliviano beneficiaron directamente a las
petroleras extranjeras, que sin invertir demasiado encuentran gas y petróleo a
raudales. No es casual que el informe oficial establezca que las trasnacionales
que operan en el país tengan también los costos más bajos en la búsqueda y
desarrollo de un barril equivalente de petróleo, que es de 8.58 dólares a nivel
mundial y de 5.66 dólares el promedio latinoamericano. En el caso de Repsol en
Bolivia dicho costo es de 40 centavos de dólar por barril equivalente de
petróleo, 20 veces por abajo del promedio internacional y 14 veces menos que el
latinoamericano.
Las demás trasnacionales energéticas que operan en Bolivia tienen similares
indicadores y sus perspectivas para acrecentar sus ingresos son enormes. Con una
escasa tributación, costos tan bajos y aprovechando al máximo el trabajo
anterior desarrollado por el Estado, invertir en Bolivia se convirtió en negocio
redondo: altas ganancias, escasos riesgos.
El informe subraya que la tasa de éxito para encontrar gas y petróleo en Bolivia
es una de las más altas del mundo: 50 por ciento, contra 20 por ciento en otros
países. A nivel internacional 8 de cada 10 intentos por encontrar gas y petróleo
fracasan; en Bolivia cinco de cada 10 intentos dan resultado. Sin embargo, los
consumidores bolivianos pagan un elevadísimo precio por carburantes, como si
fueran importados de Kuwait o Arabia Saudita.
Las rebanadas del pastel
Y ya viene el decreto que nacionaliza la minería, otro gran negocio a costillas
de la miseria boliviana.