Latinoamérica
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YPFB y el acuerdo energético con Argentina
Ricardo Ángel Cardona
Rebelión
El acuerdo energético con Argentina se constituye de hecho por sus alcances y
magnitud en uno de los emprendimientos económicos más importantes de las últimas
décadas realizado por el Estado boliviano, es decir en nombre de todos los
bolivianos.
Pero los bolivianos debemos entender el verdadero alcance y las proyecciones
futuras que se abre a la economía nacional en todos los órdenes de la actividad
económica y aún política, social y cultural, producto de este acuerdo
binacional.
Junto a los acuerdos económicos con Venezuela y concretamente con PDVSA para
industrializar los hidrocarburos en territorio boliviano ( léase plantas de
separación y fraccionamiento en el Chaco boliviano ) y establecer una empresa
mixta o varias para explorar y explotar los hidrocarburos en regiones poco o
nada trabajadas de la geografía nacional como el norte boliviano por ejemplo, se
encuentra este gran acuerdo con la Argentina y ENARSA, la empresa estatal que ha
sido creada para reimpulsar la estrategia nacional argentina en pos de la
seguridad energética.
Geopolíticamente Bolivia y Argentina desde siempre deberían haber construido la
llamada Patria Grande, que por diversos motivos de orden político interno no
pudo concretarse, pese a ser la mejor solución posible para ambos países y para
la región toda que incluye a Paraguay y Uruguay en primer término, y también a
Perú y Chile en segunda instancia pero hacia el mismo objetivo.
Es la Patria Grande que debía unirse a la Gran Colombia de Simón Bolívar..
Cuando Bolívar ascendió al Cerro Rico de Potosí el 26 de Octubre de 1825 hizo
izar cuatro banderas en el pico más elevado, la boliviana, la argentina, la
peruana y la grancolombiana- Es el único líder latinoamericano que pensó en la
Patria Grande, inclusive más allá de sus logros militares y políticos.
Bolívar aspiraba seriamente a que Argentina ( y con ella Paraguay, Uruguay y
Chile ) se integrasen a la construcción económica y social de Sudamérica y
Latinoamérica. Por eso Bolivia lleva bien merecido el nombre de Simón Bolívar y
su capital la de Antonio José de Sucre que también ascendió con Bolívar el Cerro
Rico de Potosí, al que se podría considerar como el Banco Mundial de los siglos
XVI y XVII y aún del XVIII.
Pero también Bolívar eliminó con decretos la mita y el pongueaje y distribuyó
tierras con ayuda de Sucre. Toda esta concepción política y social de Estado de
la Patria Grande debería ser tomada en cuenta por la Asamblea Constituyente y
los constituyentes en la refundación de Bolivia. No hay nada mejor que las
raíces bolivarianas para seguir construyendo la integración interna boliviana y
regional.
Con este acuerdo energético Bolivia recibirá por venta de gas natural, GLP,
gasolina natural, etano y petróleo asociado cerca de 50 mil millones de dólares
en 20 años, hecho que crea una dependencia mutua de ambos países. Pero el
acuerdo debería ir mucho más allá todavía, Argentina también debería importar
energía eléctrica, productos petroquímicos y manufacturas de la industria
nacional, por otros 50 mil millones los próximos 20 años. Estas ventas
adicionales lógicamente no solamente estarán destinadas a la Argentina sino a
todos los países vecinos que necesitan energía eléctrica, petroquímicos y
manufacturas industriales. Industrializando integralmente Bolivia como quieren
los bolivianos desde las jornadas revolucionarias de Octubre 2003 y viabilizando
los mercados correspondientes en la región se crearán fuentes de trabajo para
propios y vecinos. Se disminuirá con ello la emigración definitiva de cerebros
nuestros a EE.UU. y Europa principalmente. En otras palabras se estaría
conceptualizando la política endógena de y para Sudamérica.
Este planteamiento también reflejaría la primera diferencia de acuerdos
energéticos firmados con Brasil en el pasado, tratados que no incluyen plantas
de separación y fraccionamiento, tampoco venta de energía eléctrica pese a que
Brasil demanda la construcción de casi 20 millones de KW de potencia adicional
año, es decir es el 10% que crece su potencia total instalada. Si Bolivia
proveyera sólo el 1% de la demanda total adicional de Brasil debería construir
plantas de potencia termo o hidroeléctricas con capacidad de dos millones de KW
cada año. Es decir el doble de la potencia instalada boliviana actual que
solamente llega a aproximadamente un millón de KW.
Negociando con Argentina y Brasil la provisión por parte de Bolivia de energía
eléctrica, petroquímicos, productos de manufactura industrial y de química
industrial básica de los salares, entonces se estaría hablando de una verdadera
Patria Grande o en términos modernos de un verdadero MERCOSUR como nueva
potencia mundial.
Los peligros para la concreción de estos objetivos son los mismos de siempre.
Las oligarquías nacionales que juegan al TLC con EE.UU. y no a la integración
integral interna entre nuestros pueblos. También oligarquías locales dentro de
los países que tienen uno u otro negocio con EE.UU. o con Europa y supeditan
todo su accionar a sus intereses creados al margen de la estrategia grande entre
países latinoamericanos.
Felizmente la CAN tiene ahora a Bolivia en la presidencia y se supone que se
hará esfuerzos necesarios para lograr la integración energética entre los países
andinos con la construcción de gasoductos desde Venezuela y Bolivia y la venta
de energía eléctrica de países que pueden producirla en forma inmediata como
Bolivia y Ecuador a países que la necesitan urgentemente por su crecimiento
industrial y minero como Chile, Perú y Colombia. Patria Grande significa ante
todo energía accesible para todos.
Kirchner y Morales han demostrado ser líderes con proyección continental pero
solamente han puesto la primera piedra. Ahora dependerá de instituciones
energéticas como YPFB y ENARSA, profesionales y técnicos, científicos y
trabajadores, diplomáticos y empresarios, militares y sindicatos, la puesta en
marcha de este plan estratégico del cual dependerá elevar el nivel de vida de
nuestros pueblos. Y la construcción de la Patria Grande y también de una nueva
civilización social.