Latinoam�rica
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La otra conspiraci�n
Homar Garc�s
Desde 1999, cuando fuera aprobada mayoritariamente por el pueblo venezolano la Constituci�n de la Rep�blica Bolivariana de Venezuela, se dio inicio a un proceso de cambios coyunturales que, si bien es cierto no se han concretado plenamente, le dieron un vuelco al escenario pol�tico, econ�mico y social que se mantuvo indemne por espacio de cuarenta a�os de predominio bipartidista con Acci�n Democr�tica y COPEI. No obstante, la senda escogida se ha caracterizado por una serie de baches que, a�n hoy en d�a, conspiran grandemente contra la vigencia y el desenvolvimiento del proyecto revolucionario bolivariano enarbolado y sostenido, principalmente, por el Presidente Hugo Ch�vez Fr�as. A esta conspiraci�n silenciosa se le agregan elementos abiertamente desestabilizadores, instigados y financiados por el imperialismo estadounidense, repiti�ndose la historia de ataques y desgastes sufridos por el Frente Sandinista de Liberaci�n Nacional (FSLN) cuando ocup� el gobierno de Nicaragua. Por ello llama poderosamente la atenci�n el hecho de que, tras siete a�os de gesti�n del Presidente Ch�vez y de sus arremetidas por demoler el viejo orden instaurado por el Pacto de Punto Fijo, se contin�e observando c�mo la nueva clase pol�tica usufruct�a el poder y mantiene al pueblo bajo los mismos esquemas de la democracia representativa, a pesar del aparente cambio que �sta sufriera constitucionalmente para convertirse en democracia participativa. Tal situaci�n es general y los reiterados llamados hechos por Ch�vez para que se modifiquen las conductas y los procedimientos institucionales no encuentran eco sino en las bases populares, las cuales intentan desmantelarlas con pocos resultados positivos.
Todo esto configura una conspiraci�n, quiz�s m�s efectiva que las protagonizadas por la oposici�n antinacional en todo momento, sin alcanzar el objetivo m�ximo de derrocar al gobierno de Ch�vez y, con �l, acabar con el proceso revolucionario bolivariano en Venezuela para benepl�cito de la Casa Blanca. Es una conspiraci�n que tiene sus tent�culos en las mismas organizaciones pol�ticas y sociales que dicen defender y aupar el cambio revolucionario y que se expresa con mayor nitidez con la vigencia del viejo Estado que fuera armado para represar la voluntad del pueblo, haciendo in�til cualquier ensayo democr�tico que �ste pudiera fijarse o crear por s� mismo. De ah� que las diferentes Misiones implementadas por el Presidente Ch�vez hayan servido para saltarse los tr�mites burocr�ticos engorrosos caracter�sticos de este Estado, montando �en la pr�ctica- un Estado paralelo, de manera que la continuidad del proceso revolucionario no se viera afectado por la falta de respuestas oportunas a la grave problem�tica estructural confrontada por los sectores excluidos de la sociedad venezolana. Sin tal iniciativa presidencial es posible que el mensaje opositor hubiera cosechado sus frutos hace un largo tiempo porque, lamentablemente, la nueva clase pol�tica surgida a la sombra de Hugo Ch�vez no ha sabido corresponder al ideal de hacer la revoluci�n y, contrario a ello, evidencia un alto grado de ostentaci�n de s�bitas riquezas que llaman a sospecha.
De ah� que se noten, a grandes rasgos, dos segmentos bien diferenciados (y enfrentados) en el interior de este proceso revolucionario: uno, ubicado en las distintas instancias del Estado y de los partidos pol�ticos chavistas, due�o de todos los resortes de poder que pudieran ayudar a crear un clima revolucionario, con las masas de protagonistas, pero que no se esfuerzan en hacerlo; y, otro, representado por �stas y algunos movimientos pol�ticos y sociales con una clara visi�n revolucionaria, que comienza a disputarle espacios a aquel, a�n con desventajas, pero con un discurso m�s radical y m�s cercano a lo que debiera ser la revoluci�n bolivariana. Ambos, hasta ahora, han requerido de la imagen del Presidente Ch�vez para ocupar un espacio y hacerse sentir, lo cual les ha limitado en la discusi�n, elaboraci�n y puesta en pr�ctica de propuestas que vayan m�s all� de la simple b�squeda de votos.
Por todo ello, el proceso revolucionario bolivariano pareciera maduro para
que sus enemigos declarados se abalancen sobre �l y lo destruyan por completo,
acabando con un ensayo revolucionario de infinitas posibilidades reales para
concretarse en el tiempo. Tal perspectiva obligar�, de uno u otro modo, a que se
adopten medidas consideradas extremas, pero que le permitir�an sortear las
diferentes amenazas que se ciernen sobre �l y, de esa manera, reorientarse y
consolidarse con bases m�s firmes y definidas.
Fuente: lafogata.org