Latinoamérica
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Aclarando malos entendidos
Eduardo Abeleira*
Desde chicos nos enseñaron que el cambio era posible, dependía ( como decía
Artigas ) solo de nosotros mismos.
Desde chicos nos decían que los ³otros², quienes gobernaban, no realizaban
dichos cambios, no porque fuera imposible hacerlos, sino porque no tenían
voluntad política pues defendian intereses opuestos a las mayorías populares.
Oligarquía o puebloS recuerdan ? Desde chicos nos enseñaron a ser
antiimperialistas, antioligárquicos y anticapitalistas.
Tres grandes definiciones de un Frente Amplio recién nacido que nos trasmitían
con convicción, Arismendi, Erro, Michelini y tantos otros.
Desde chicos siempre supimos que Uruguay era pequeño.
Hoy algunos utilizan otra palabra para decir lo mismoS cuzquito dicen.
Somos un cuzquito.
Para todos nosotros no es novedad el escaso territorio, la poca población,
incluso podríamos discutir aún hoy la viabilidad de Uruguay.
Pero siempre fue así, su tamaño no cambió. Nosotros crecimos, Uruguay no. Su
pequeñez no es un dato novedoso ni un gran descubrimiento.
Carlos Quijano, Héctor Rodríguez, Alba Robillo, Vivián Trías, José Pedro Cardozo
lo sabían, no se engañaban en ese aspecto y por ende conocían las dificultades
de la empresa acometida en el camino de transformar a nuestro país en un
territorio liberado y digno. Lo sabían. Conocían las dificultades, no eran
³petardistas² que tiraban consignas al viento.
Fueron los creadores, junto a muchos otros, de la mayor herramienta política
generada por el campo popular con un claro objetivo: transformar al Uruguay.
No solo ganar las elecciones.
No solo administrarlo mejor.
Transformarlo.
Hoy en aras de la cultura de gobierno, del realismo político, del pragmatismo,
los límites para transformar nuestro país parecen tener una entidad insalvable.
Uno hace un ejercicio de memoria y recuerda que Fidel Castro llegó con muy pocos
hombres a la Sierra después del fallido desembarco del Gramma. En aquel momento,
si hubiesen apelado al pragmatismo políticoShubiese sido posible la Cuba
revolucionaria? A 170 km. del imperio más poderoso de la historiaS que
aconsejaba el realismo político.? Vietnam sufrió bombardeos que no tuvieron
parangón, la parafernalia bélica norteamericana se desató sin piedad en esa
pequeña nación asiática. Pero ese pueblo decidió pelear y venció. Ho Chi
Min era acaso un imberbe radicalizado que ignoraba el poderío del enemigo ? Que
hubiese hecho el tío Ho si se hubiese guiado por el pragmatismo político que hoy
campea en nuestra tierra ? Tal vez se piensa que esos momentos, que esas
decisiones eran fáciles.
La historia nos dice que en momentos claves de su historia, Cuba y Vietnam
supieron tomar las decisiones adecuadas y no claudicaron ante el enemigo interno
o externo.
Por eso aun hoy son ejemplo y admiramos su coraje y convicción.
No estuvieron dispuestos a comer pan podrido o tragarse sapos y culebras. El
sacrificio de su pueblo no permitía eso.
Son muchas, muchísimas las páginas de dignidad escritas por el hombre en aras de
avanzar en la conquista de libertades. Y esas páginas de dignidad guardan muchas
derrotas.
En nuestra tierra, Artigas, el gran derrotado.
Los tupas primigenios que asombraban y alteraban la siesta del país de ³ la cola
de paja², al decir de Benedetti.
La clase obrera, en aquella épica huelga general de 15 días y los miles de
compañeros que sufrieron cárcel, exilio, torturas, muertes, desapariciones por
creer que la historia se protagoniza, se construye entre todos y no con la
exposición mediática de unos pocos.
Hoy, el heroísmo de antaño devino en muchos de nuestros dirigentes, en la
moderación actual. El enorme prestigio ganado, es hoy, utilizado para señalarnos
unos límites muy cercanos a la docilidad.
Todas aquellas palabras, todos aquellos actos, hoy están puestos al servicio de
realizar ³un capitalismo en serio²,de mejorar lo mejorable, de arreglar pero no
romper.
Agitar esas banderas que conmovieron a millones y que determinaron la fortaleza
de una herramienta política que fue ferozmente reprimida es, hoy, infantilismo
político, radicalismo trasnochado.
Quienes reclaman utilizar la gestión de gobierno para habilitar cambios
profundos, son, según los oráculos del gobierno, idiotas útiles que le dan
argumentos a la derecha.
No es la primera vez que la clase dominante utiliza su poder en acallar,
domesticar, imponer. Sus portavoces, en el Parlamento, se dan el lujo de mofarse
y apostrofar a nuestros legisladores. ³Bienvenidos al club de serviles al
imperio² les dicen.
¿ Cómo la derecha no va a aplaudir la Carta de Intención con el FMI que nos
condiciona severamente durante tres años ? ¿ Cómo la derecha no va a
aplaudir el apoyo al Operativo Unitas ? Si siempre lo hicieron. ¿ Cómo no van a
disfrutar cuando nuestros legisladores votan por unanimidad un Tratado de Libre
Comercio con EEUU si ellos lo propusieron ? Pero los culpables parece que están
en las barras que protestan, en los militantes que putean, en el voto contrario
de Chiffet y ahora de Lorier.
A la derecha le produce escozor la ley de fuero sindical, la convocatoria a los
consejos de salarios, las relaciones con Cuba y Venezuela.
Le molesta profundamente la ley de humanización de las cárceles, la anulación
del decreto que permitía a la policía desalojar, sin orden judicial, las
fábricas ocupadas.
Hay cosas que para la derecha son herejías. En todos estos casos no hubo burlas
ni aplausos. En la derecha hubo preocupación.
Pero en las barras y en la militancia, hubo aplausos, porque allí hubo sabor a
dignidad, a trabajo bien realizado, a Frente Amplio.
Se firman decretos y se votan leyes que jamás hubiésemos apoyado en años
anteriores.
A la militancia forjada en el reclamo, la protesta, la lucha contra la dictadura
le dicen que se calle, que no alborote pues ello le puede abrir las puertas a la
derecha.
Según este razonamiento, no son las malas medidas de gobierno las que suman
desaliento, decepción o desánimo.
No es el decir una cosa y hacer otra, ni parecer que todos somos iguales al
momento de asumir el gobierno.
Según estos pragmáticos, a la derecha la traen esos grupos ( sectas les
dicen a veces ) de ultraizquierda, esas barras que se desmadran, esos que no
acatan la sagrada disciplina. Grupos que no han podido colocar un solo diputado
tienen la fuerza suficiente para destruir al Frente Amplio. Algo que ni la más
feroz dictadura de la historia del Uruguay pudo lograr.
Les va a crecer la nariz como a Pinocho, pues nadie puede creer tamaño dislate.
Si al Frente Amplio le va mal es porque ministros, senadores y diputados están
haciendo gala de un pragmatismo rayano en la obsecuencia.
Si al Frente Amplio le llega a ir mal es porque nuestro presidente toma
decisiones inconsultas y luego impone que se las acompañe.
Es por estar borrando con el codo lo escrito con la mano durante tantos años.
No son los reclamos por izquierda sino las políticas que desmienten toda una
lucha la que puede abrir las puertas a la derecha.
Las llaves de esas puertas las tienen quienes gobiernan pues lo hacen en nombre
de una historia que reclama coherencia.
Los votamos para que fueran, junto a nosotros, en busca de la utopía. Son los
que tienen las llaves.
De un lado está el pueblo esperando para cruzar el Rubicón.
Del otro la derecha.
No se equivoquen al abrir la puerta.
*Eduardo Abeleira es integrante de la Mesa del Frente Amplio uruguayo en
Argentina.
Fuente: lafogata.org