Latinoamérica
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La vuelta del stronismo
Una muralla contra las bestias (*)
A. Giménez
La dictadura de Stroessner duró 35 años. Fue la más sangrienta de toda la
historia del país. La represión a toda disidencia era brutal y exagerada para
que sirviera de ejemplo. Tenía un claro sentido hitleriano: todo lo que no
comulgaba con el jefe y el partido era arrasado. Siempre los más castigados
fueron los trabajadores, los campesinos, la gente pobre, a quienes se los hacía
sentir más miserables, se les quitaba la dignidad en base a torturas para que se
olviden de requerir lo que era justo (tierra, empleo, salario, vivienda, cese de
la represión). Y por sobre todas las cosas, sacarles la condición de clase.
En el Departamento de Investigaciones a cargo de Pastor Coronel y en la mayoria
de las comisarías se torturaba a todos los detenidos, presos políticos o
comunes. El capitán Napoleón Ortigoza (24 años en prisión) contó que durante
años pasó tendido y desnudo en un catre en una pieza de dos por dos. Schaerer
Prono murió en la tortura y dejaron su cuerpo a un costado de la famosa pileta
de Investigaciones mientras hacían pasar a los otros presos para torturarlos.
Los hermanos Ramírez Villalba, luego de ser convertidos en piltrafas humanas en
Investigaciones, fueron llevados a un sitio desconocido y hasta hoy sus restos
no fueron encontrados. El compañero Emilio Barreto estuvo trece años detenido,
pasando de comisaría en comisaría y por los golpes recibidos tiene secuelas
imborrables. El viejo camarada Odón Oviedo perdió un pulmón por las patadas
recibidas, pero aún así vivió treinta años para demostrar a sus torturadores que
no lo habían doblegado.
Las masacres de Jejui, de Misiones, de Acaray fueron atrocidades que no pueden
tener perdón, comunidades arrasadas con violencia y sangre, sin ninguna
compasión por militares y policías. Muchas personas hasta hoy tienen huellas
sicológicas y físicas de la actuación de los sicarios del régimen de Strossner.
¿¨Quién pagará la vida de Celestina Almada, despertada a medianoche para
escuchar por el teléfono los gritos de su esposo sometido a torturas?
Las seccionales colorados constituyeron una red de espionaje contra el pueblo
aportando intrigas para la represión y fueron varias las ocasiones en que
reclutaron supuestos "milicianos" para participar de las campáñas represivas,
como simples asesinos a sueldo de los poderosos que acumulaban riquezas bajo la
impunidad.
El general Patricio Colmán arrojaba presos políticos y supuestos guerrilleros
desde aviones mucho antes que los militares argentinos. Tanta era su locura que
esperaba que la población civil de Nepomuceno observara la macabra escena: los
cuerpos envueltos en sábanas caían gritando a la selva para que sus restos sean
devorados por animales.
La banda de marginales del supuesto líder de la Chacarita, Ramón Aquino,
atropelló la Universidad Católica y el Hospital de Clínicas. Tanto fue el terror
que produjo en este último sitio que un enfermo que sufrió la amputación de su
pierna trató de correr y cayó al piso, desangrándose.
El ministro del Interior, Edgar L. Insfrán, uno de los cerebros de "los planes
subversivos" inventaba conspiraciones. Una vez acusó al periodista Santiago
Moreno de poner una bomba en el arroyo Ytay, lo llevaron preso, lo destrozaron y
años después se descubrió que nunca hubo ninguna bomba. En otra ocasión organizó
un acto público en Piribebuy donde fueron presentados campesinos -supuestos
arrepentidos del comunismo- que ante la iglesia juraron contra el demonio y el
comunismo.
Tanto era el terror que todos los funcionarios públicos debían presentar
afiliación al Partido Colorado y en varias ocasiones a la hora de reprimir
fueron obligados a salir a las calles con garrotes para reprimir manifestaciones
de estudiantes. Eran las famosas "comisiones garrotes".
Desde mucho antes de la década del 60 trabajaban en la policía y otros centros
de detención torturadores profesionales que gozaban de total impunidad para
destrozar a golpes a los que caían bajo sus garras. Algunos de los más célebres
fueron el ex jefe de policia Duarte Vera, Riveros Taponier, Erasmo Candia,
Planás, Alberto Cantero, Kururu Pire, Sapriza, entre otros. Luego apareció la
Operación Condor para dar un golpe de exterminio a izquierdistas y disidentes de
Argentina, Paraguay, Uruguay Bolivia y Chile, bajo la dirección de Pinochet,
Stroessner, Videla y la mirada complaciente de padre benefactor de Estados
Unidos.
Muchos de los detenidos y torturados en aquella época no tenían ninguna relación
con lo que les acusaban, fueron simplemente intrigados por informantes,
seccionaleros o personajes del entorno palaciego. Nunca estos crimenes fueron
castigados, lo mismo que la represión a las Ligas Agrarias, a los sindicalistas
que hicieron la huelga de 1958, a los responsables del campo de concentracion de
Emboscada. No se conoce el número de exiliados durante la dictadura de
Strossner, la cantidad de militares apresados y torturados bajo la acusación de
conspiración, las familias enteras que dejaron el campo y fueron a la Argentina
para sobrevivir.
El Archivo del Terror (aunque incompleto) muestra con fidelidad el registro de
los atropellos a los derechos de los ciudadanos sin ninguna vergüenza, se
controlaba a todo aquel que era sospechoso y se informaba diariamente. Hubo un
caso que podría alimentar páginas de una novela de uno de los grandes escritores
latinoamericanos: en todas las facultades de la Universidad Nacional, cuyos
centros de estudiantes fueron tomados por opositores, pasaba a ser controlada y
era habitual un informante ubicado frente a la entrada que no disimulaba su
actividad. Frente a la facultad de Ingeniería, entonces ubicada en la avenida
España casi Brasil, se instalaba siempre un hombre obeso, moreno, de bigote
corto, que se sentaba en una pequeña silla en la vereda y anotaba todo en una
libreta durante años. Caída la dictadura en febrero de 1989, sin embargo, la
actividad de este supuesto informante de la policía continuaba extrañamente,
hasta que un día se descubrió el fondo de la cuestión: era un esquizofrénico que
asumió como natural la personalidad de un informante de la policía ¿Por qué hizo
esto? ¿No será que estaba demostrando en forma de burla una realidad cruda
y violenta cuyo objetivo era expandir y profundizar el miedo?
Es increíble que en estos días se hable de la vuelta del stronismo con total
impunidad, después de haber arrasado este país con demagogia, culto al líder,
corrupción y represión a todos los niveles para sellar el miedo en cada uno de
nosotros. Y al mismo tiempo se sostenga que es una alternativa para el país.
¡Jamás! Ni olvido ni perdón a sus cr¡menes. El stronismo está manchado de
sangre de punta a punta y sus seguidores son adulones que quitaron ventajas
económicas, con adulonerías e intrigas como muestra de supuesta fidelidad, pero
bien que el día en que ocurrió el golpe y los tanques salieron a las calles
ninguno de ellos salió a defender "hasta las últimas consecuencia" a su líder.
Son y fueron siempre cobardes y aprovechadores.
No es posible llegar a una derrota tan catastrofica. La vuelta de Stroessner es
una derrota de las organizaciones democráticas, de derechos humanos, de las
iglesias humanistas, de las organizaciones del campo popular y de la izquierda
socialista, con sus miles de muertos y torturados que no perdonarán jamás haber
permitido esta infamia.
Duele ver que muchos de aquellos antiguos luchadores, comprometidos con la lucha
del pueblo, apresados alguna vez, torturados y exiliados, hoy están compartiendo
las migajas del poder, sentados en la mesa donde se devora el botín de ocasión.
Heridos o abandonados debemos seguir la lucha, aunque seamos pocos hagamos una
muralla para no retroceder ante las bestias, hay crímenes que nunca se pueden
olvidar o perdonar.
(*) Material: carta a los compañeros y compañeras
Partido Convergencia Popular Socialista (PCPS)
Asunción, Paraguay
Enero 2006