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"Las mujeres son las más oprimidas
entre los oprimidos"
Sergio Ferrari *
Entre vivencia religiosa y compromiso militante
no existe contradicción alguna. Son coincidentes y complementarios como las dos
caras de la misma luna o el día y la noche, al decir de Carmen Lorenzoni, 56,
religiosa brasilera que desde hace más de 20 años acompaña activamente los más
diversos movimientos sociales en el Río Grande del Sur, extremo meridional de
ese país-continente. En la actualidad "Carminha", la *hermana-compañera* o la
*compañera-hermana*- , hace parte de la dirección del Movimiento de Mujeres
Campesinas (MMC) en dicho Estado y vive en una comunidad de la Congregación de
"Las Misioneras de Jesús Crucificado" a la que pertenece desde hace 29 años.
Entrevista con una militante feminista fuera de lo común.
"Soy de origen campesino y trabajé la tierra con mi familia hasta
los 21 años" enfatiza Carmen Lorenzoni para explicar con total sencillez la
estrecha relación, por no decir la pertenencia innata, al Movimiento de Mujeres
Campesinas (MMC). Precisando, automáticamente, que "soy mujer, religiosa, y
militante social". Apenas unos pocos segundos y pequeñas frases para desentrañar
tanto su identidad como su historia de vida.
Que comienza en una familia de descendientes italianos. Que prosigue en el
trabajo familiar campesino. Que entra en un sendero especial cuando "a los 27
años opté por la vida religiosa en una congregación brasilera identificada con
el trabajo popular", y que se prolonga en la actualidad en un sinnúmero de
actividades en el colectivo que dirige en Río Grande del Sur la organización de
mujeres rurales más importante en la escala nacional.
"Hacia el año 1983 comencé a apoyar con otras hermanas el histórico campamento
sin tierra de Encruzilhada Natalino que fue uno de los primeros en Río Grande
del Sur, instalado al lado de la ruta. Con el tiempo se comprobó que era uno de
los más organizados y marcó toda la lucha por la tierra en esa región…" Una vez
lograda la tierra, la congregación optó por crear una comunidad en el
asentamiento. "Nos establecimos allí. Me sentía como pato en el agua, en mi
propio elemento". De la práctica a la vivencia y de ésta a la identificación
casi espontánea de una nueva prioridad para Carminha: "el trabajo a partir de
las relaciones de género". Una necesidad básica, un desafío categórico, una
tarea que a partir de entonces se convertiría casi en *obsesión* para la
religiosa.
"CADA DIA COMENZAMOS DE NUEVO"
Las certezas abundan: "hay un salto cuantitativo muy grande; cada día hay más
mujeres que participan en el movimiento y se constata un avance de conciencia
entre nuestras dirigentes y militantes". Los retos, sin embargo, siguen siendo
inmensos: "estamos siempre comenzando, ampliando el trabajo, tratando de llegar
a más y más mujeres que se acercan de a poco a la organización. Iniciando nuevos
cursos y creando nuevos grupos de base. Un proceso largo y para nada simple".
"No debemos limitarnos sólo a la lucha reivindicativa, económica y por la
tierra, que por cierto es esencial. Sin embargo, las relaciones de género, es
decir la forma de relacionarse las mujeres con los hombres y todos los seres
humanos de una comunidad entre ellos son un objetivo de cambio permanente. Hace
a cuestiones tan esenciales como la de la ciudadanía, la de la identidad, el
derecho de ser alguien", enfatiza Carminha.
Y aunque el MMC cuenta ya con un reconocimiento nacional y tiene presencia en la
mayor parte de la geografía brasilera, los desafíos a largo plazo son tan
gigantes como enormes son los problemas que se confrontan cotidianamente muchas
mujeres campesinas.
LA VIOLENCIA DOMÉSTICA
"Uno de esos problemas, tal vez el más significativo, es la violencia doméstica.
Cuya expresión es más dolorosa en el campo que en las ciudades" enfatiza
Carminha explicando de inmediato su afirmación. Mientras en las ciudades las
viviendas están una al lado del otro y cuando hay violencia también existe la
posibilidad de pedir ayuda…en el campo la distancia entre casa y casa juega en
contra de la solidaridad.
"En la ciudad si hay un problema, gritan, y la gente viene. En el ámbito rural
todo es más lejano y la violencia, muchas veces, se convierte en un verdadero
*secreto de Estado*, ya que las mujeres no hablan. Responden a una formación
religiosa predominante que no les permite reaccionar, que reivindica la
obediencia incondicional a sus maridos, su espíritu inapelable de *servicio*. Y
muchas veces asumen esta cosmovisión casi como un sacrificio de vida, desde el
propio casamiento".
Tras esta constatación, no sólo una larga práctica cotidiana de proximidad sino
también, todo un trabajo científico de encuesta entre mujeres del MMC que Carmen
Lorenzoni realizó en los últimos meses para un estudio de post grado
universitario. "Las respuestas a casi 200 cuestionarios que distribuí en todo el
Estado me produjeron un choque. Los resultados son muy preocupantes. No esperaba
que fueran de esa magnitud. Nunca imaginé que el problema fuera realmente tan
grave si se considera que toca incluso a las mujeres organizadas y con mayor
nivel de conciencia".
Sólo la confianza humana en Carminha y en su rol de religiosa facilitaron que
las mujeres hablaran, vulnerando el *secreto de Estado*… "Confiaron en mí casi
como si sus respuestas serían una confesión sacerdotal. Sin embargo para abrirse
tuvieron que derrotar todos los miedos imaginables. El miedo al marido, el *qué
dirá* de la comunidad, el temor a la familia, a las amenazas abiertas o
veladas…"
UN COMPROMISO INTEGRAL
Y en esas mujeres campesinas, la hermana Carminha encuentra no sólo una familia
extendida sino también el sujeto esencial de su fe y de su práctica. "Lo que me
mueve es la idea de la liberación integral del ser humano. Ese es mi motor
existencial. Y por eso el trabajo junto con las mujeres del campo… Aposté a la
liberación del pueblo sin tierra; me comprometí en el combate por su
sobrevivencia y sus reivindicaciones más sentidas…Y finalmente opté por el
movimiento de mujeres porque ellas siguen siendo las más oprimidas entre los
oprimidos".
La mirada atrás, impregnada de una enérgica crítica –que también es autocrítica-
le obliga a no negociar sus juicios. "La lucha por la tierra avanza pero no se
trabaja suficientemente la cuestión de género, y de allí mi esfuerzo redoblado".
Y su propia autoexigencia sobre la naturaleza de su práctica: "lo que me mueve
es la liberación integral, de fondo. Nunca podría aceptar un trabajo de simple
asistencia social porque estoy convencida que no aportará al cambio y a la
liberación de fondo".
Hombres y mujeres nuevas como objetivo: "el proyecto de Dios concretizado en
Jesús y el Evangelio" al decir de la hermana Carminha, para quien la dimensión
política y religiosa van de la mano. "Quiero servir al pueblo y al Evangelio; mi
oración no se separa de mi acción".
*Sergio Ferrari de regreso de Brasil
Colaboración de Prensa de E-CHANGER
Cuadrito 1
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LA IGLESIA DE LOS POBRES
La iglesia brasilera transita un momento complicado, según señala la hermana
Carmen Lorenzoni. "La jerarquía se cierra; predominan las corrientes
carismáticas –con débil compromiso social-; se intenta silenciar a nuestros
teólogos de la liberación; da la impresión que no quedan casi más profetas…"
Radiografía cuestionadora de la iglesia católica del país donde nacieron y se
multiplicaron en los años 80 y 90 las comunidades eclesiales de base y donde más
prosperó, en igual época, los enunciados transformadores de la Teología de la
Liberación.
"La explosión de los movimientos sociales en esa época ayudó a que la iglesia se
abriera. Por otra parte, a la base de esa dinámica estuvieron activamente miles
de agentes pastorales progresistas. En muchas regiones las Comunidades de Base
fueron la puerta de entrada y uno de los condimentos principales para la
constitución de esos movimientos".
El análisis, sin embargo, no crea zozobra ni desaliento en la
religiosa-militante. "Pienso que se trata sólo de un momento de la historia de
la iglesia, pero estoy convencida que no murió la idea de cambio y compromiso,
que en unos años vuelve. El fermento sigue estando ahí" (SFi)
Cuadrito 2
EL MMC Y LA LUCHA CONTRA LA VIOLENCIA DOMESTICA
La encuesta, realizada por Carmen Lorenzoni en 2005, muestra las caras más
perversas de la violencia doméstica contra la mujer campesina en Río Grande del
Sur. Más de la mitad de las mujeres entrevistadas - 54,5% - ya sufrieron
violencia sexual en casa. 30% vivieron violencia física; 31% violencia
psicológica y 82% violencia moral. 38,4% son víctimas de limitaciones de su
libertad: sus maridos o compañeros les prohiben viajar, participar en reuniones,
salir de casa...
La lucha contra la violencia doméstica es un eje clave de la actividad política
del MMC. El movimiento, que es feminista y campesino, lucha tanto por la
liberación de las mujeres como por un proyecto popular de agricultura campesina,
diversificada y ecológica para garantizar la biodiversidad, la permanencia en el
campo y el auto sustento de las familias.
El MMC está presente en 19 Estados del Brasil. Nació de una historia de 20 años
de organización de las campesinas que luchan por sus derechos sociales y por la
construcción de nuevas relaciones entre los seres humanos y con la naturaleza.
En 2004, se unificaron las organizaciones de mujeres de los diferentes Estados
en un movimiento nacional, al que se denominó MMC Brasil (CL+CD/E-CHANGER)
Fuente: lafogata.org