El funcionamiento autónomo de la economía capitalista llevada a nivel mundial
tiende a realizar la profecía de Marx: destruir sus dos fuentes de riqueza, que
son la naturaleza y los seres humanos. Para universalizar su proyecto
necesitaría otras tres Tierras iguales a ésta. Como eso es imposible, sigue
acumulando sólo para sí, creando desigualdades crecientes y devastando la
naturaleza. ¿Qué alternativas se presentan? En la reflexión mundial circulan
algunas visiones que vamos a referir.
La primera es intrasistémica, el social-liberalismo o neokeynesianismo. Éste
acepta la lógica del mercado como motor de la economía, pero procura regularlo,
para disminuir sus efectos perversos. Es una solución contradictoria, pues la
esencia del mercado es no tolerar ningún límite. Sería como pedir al lobo que
dejara de devorar a las ovejas.
La segunda es el ecosocialismo. Tiene amplias posibilidades a condición de
incorporar en su análisis no sólo la consideración de lo social, de las clases y
de los conflictos, sino también la base biológica de los problemas. Es
importante abrirse al nuevo paradigma, derivado de la nueva cosmología, que
muestra el proceso evolutivo universal dentro del cual surge la vida, y al ser
humano como cuidador y guardián de la Casa Común. Purificado de sus desvíos
históricos, está renaciendo como nueva promesa mundial, que era su vocación
original.
La tercera alternativa es el poscapitalismo. Éste procura redefinir el sentido
de la economía, ya no como actividad destinada a la acumulación ilimitada, sino
como producción de los bienes necesarios a la vida. Su función sería crear las
bases materiales para el bienestar físico, cultural y espiritual del conjunto de
los seres humanos. En realidad se trata de un intento de rescatar el sentido
clásico y etimológico de la economía. La cuestión es cómo llegar a eso, pues
implicaría negar la dinámica de la economía vigente, que en modo alguno acepta
autonegarse. Es una utopía necesaria, pero en el actual cuadro político y social
resulta prácticamente irrealizable, por ilusoria.
La cuarta alternativa es la de la Carta de la Tierra. Ésta parte de una opción
radical por la vida y por la Tierra. La nuestra es una Sociedad de Crecimiento
Industrial exponencial que hace de la Tierra un cajón de suministros y
contenedor de basura al mismo tiempo, poniendo en peligro el futuro de la
especie humana. Si queremos sobrevivir, tenemos que inaugurar la Sociedad de
Sustentación de toda la Vida. Ésta se mueve dentro de la capacidad de apoyo de
la vida regional y planetaria, tanto en los recursos que consume como en los
residuos que produce. Su propuesta es «por un modo de vida sostenible» en todos
los niveles. Esta alternativa representa la utopía real necesaria, es decir, la
visión que mejor sintetiza las aspiraciones colectivas. Su concretización apenas
ha comenzado, pero está cargada de promesas.
En todas partes del mundo hay grupos, iniciativas y formas de producción que,
conscientemente, colocan la vida y la Tierra en el centro de sus preocupaciones.
Si el desastre que prevemos ocurriera, serán éstos los que tendrán la ciencia
necesaria y la experiencia acumulada para continuar el proyecto civilizatorio
humano sobre otras bases más esperanzadoras para la vida y para la humanidad. De
ahí la importancia de que su número crezca.
La vida humana durante el proceso evolutivo pasó por terribles crisis que casi
exterminaron la especie, principalmente en las grandes glaciaciones, pero
siempre sobrevivió. Ojalá esta vez no sea diferente.