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El Senado norteamericano aprueba reforma migratoria y allana el terreno para la formalización del esclavismo moderno
Armando Salé
El pasado jueves 25 de Mayo el Senado de los EE.UU aprobó, tras unos breves días
de discusión y sin la presión social de semanas atrás, una reforma migratioria
alejada de las demandas de los movimientos de inmigrantes y en la línea de la
polémica HR.4437 aprobada por la Camara de Representantes. Los movimientos
sociales tienen ahora un papel muy difícil que jugar.
Las gigantecas manifestaciones que hace semanas protagonizó la comunidad
inmigrante a lo largo y ancho de los EE.UU se dieron mientras los senadores se
tomaban unos días de vacaciones formales.
Los objetivos de los movimientos sociales eran crear presión popular justo antes
del comienzo del debate en el Senado y comenzar a tejer la red social necesaria
para mantener la lucha. La presión fue efectiva en la medida en que el propio
discurso de los políticos perdió unidad e incluso algunos intentaron tomar más
apariencia pro-inmigrante. Si bien nunca asumiendo todas las reivindicaciones,
sí haciendo algunos guiños con vocación de rebañar votos o para sacar el poder
de la calle y llevarlo a las oficinas de los burócratas del senado. Esto dividió
a la clase política y les forzó a moverse en terreno pantagoso. Mostrando sus
propias contradicciones y deslegitimándose a sí mismos como representantes.
Sin embargo los movimientos sociales, aunque comenzaron a crear un nuevo tejido
social político, no consiguieron mantener el mismo nivel de lucha cuando los
Senadores aplazaron el discurso en el Senado. Una estrategia, la de estos
últimos, que se unió a la de intimidación a través de un aumento de redadas y
controles policiales anti-inmigrantes por todo el país. Se buscaba sin duda
crear las condiciones necesarias para desmovilizar y así legislar sin la presión
social de semanas atrás.
El pasado jueves 25 de Mayo, tras la aprobación de la nueva reforma, tanto
representantes republicanos como demócratas se daban palmaditas en la espalda y
realizaban declaraciones llenas de satisfacción.
La nueva reforma apobada por el Senado
La nueva reforma consolida la militarización de la frontera con México.
Aprobando la construcción de un muro de 595 kilometros, barreras para evitar el
paso de vehiículos, la autorización para el despliegue de la Guardia Nacional,
la contratación extra de 4.000 ajentes fronterizos y 2.500 inspectores
adicionales para todos los puertos de entrada al país. Si a esto le sumamos la
aprobación de aumentar de 10.000 a 20.000 las camas en los centros de detención,
nos podemos ir haciendo una idea de lo que se avecina.
El futuro reservado para los que ya están en el país también se torna oscuro y
divide a éstos en tres categorías. Los inmigrantes con más de cinco años de
permanencia deben de pagar una multa de 2.500 dólares, los impuestos atrasados y
los gastos de los trámites. Deben además aprender inglés y para colmo ponerse a
la cola detrás de los 3.3 millones que ya están a la espera desde sus países de
origen. Algunos calculan que el proceso tomaría seis años. Y muchos se preguntan
si no se trata del timo del siglo...
Los inmigrantes con más de dos años de estancia y menos de cinco deben de ir a
un puesto de entrada al país para pedir el reingreso como trabajadores
temporales. Algo que seguro piensa más de uno es una trampa, vista la
militarización de las fronteras y la más que sospechosa actitud del gobierno.
Los inmigrantes con menos de dos años solo tienen la opción de volver a sus
paises de origen y solicitar la entrada como trabajadores temporales.
En este sentido la reforma contempla un cupo de 200.000 por año.
Las cifras y los procedimientos hablan por si mismos de las intenciones si
hacemos cuentas.
En EE.UU hay más de 13 millones de indocumentados a los que el gobierno
animaría, en el mejor de los casos, a ponerse a la cola detrás de otros 3.3
millones de paisanos y en el peor a aplicar por una de los pocas, precarios y
esclavizantes 200.000 plazas como trabajador temporal que serán creadas para la
ocasión.
Si a esto le sumamos que ahora dicha reforma tiene que pasar a conciliarse con
la polémica propuesta HR-4437 que ya aprobara la Cámara de Representantes, las
perspectivas se ponen aún peor. Una propuesta de ley que si recordamos
criminaliza a los inmigrantes indocumentados tipificando la estancia ilegal en
el país como delito criminal y que considera ilegal cualquier tipo de ayuda a
éstos.
Los movimientos sociales tienen ahora un papel muy difícil que jugar. Los
políticos tienen la pelota donde querían y podemos esperar una rápida
conciliación entre Senado y Camara de Representantes, dado que ambas propuestas
comparten el mismo espíritu y no difieren en lo básico. El juego burocrático
está definitivamente muerto para los que querían una amnistía general porque, en
la conciliación entre las dos Cámaras, esta posibilidad ya no está contemplada
ni como parte de la discusión.
Los movimientos sociales se sitúan pues en un plano de pura lucha popular de
base, ausente de representantes burócratas y que debe romper con el orden
impuesto por éstos. Las movilizaciones tienen que incrementarse y la lucha se
tiene que radicalizar hasta el punto de forzar una crisis profunda en la clase
política norteamericana capaz de frenar un proceso que busca la perpetuación del
esclavismo moderno en el sistema capitalista estadounidense. No es un deseo, es
la única alternativa.