Internacional
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George w. Bush y el congelamiento frívolo de los mass media
Juan Francisco Coloane
El Mostrador
En el caso de George W. Bush, y del matrimonio frustrado entre medios y Casa
Blanca, la responsabilidad es compartida. Bush no se dejó guiar o no pudo
absorber el consejo, por su excesivo acento en la tesis de la guerra. Los medios
no solamente han creído a medias en esa guerra, sino que se quedaron sin epopeya
al no tener un proyecto propio que no sea la mantención del sistema con algunas
reparaciones.
Guerra y terrorismo han estado ocupando un espacio político importante en los
EEUU y en muchos otros países. Tanto los que están en contra de esta situación,
como los que la utilizan con beneficios de poder han contribuido, de alguna
forma desde perspectivas opuestas, a que este estado de cosas se desarrolle.
Aquí están todos o casi todos en el saco. Un analista me decía el otro día:
"Políticamente no hay nada más inútil que los movimientos por la paz. La paz, en
la ecuación del crecimiento económico, destruye las variables".
En la raíz de este fenómeno, se ubican los medios -por los cuatro costados del
globo- que han contribuido a que se forme esa visión de la política. Al centrar
el objeto de su análisis en George W. Bush, y homologarlo con la estrategia de
guerra y lucha antiterrorista, es en el fondo reducir el espacio de la política.
Se practica otro tipo de fundamentalismo.
Por ese excesivo candor en centrar el análisis político en G. W. Bush y su
figura respecto a una guerra, los medios de mayor "pegada" pública, han
contribuido a que lo sustancial se transforme en trivial. Para coronar este
proceso, a pocos días de la elección del 7 de noviembre, la tapa de la revista
Time de la semana al 6 noviembre, es una ópera selecta. Retrata a G.W. Bush como
"The Lone Ranger", o El Llanero Solitario. Recurre al personaje de una
caricatura popular pero pueril. Sin embargo, allí reside la equivocación en la
conclusión del análisis. Time se retrata a sí mismo y de alguna forma, el rol de
los medios de este tipo, en construir entelequias.
En el trayecto se esfuma el hecho de que George W. Bush y su Presidencia, han
estampado seis años que han conmovido al mundo. Si no fuera así, basta ver la
inversión en páginas e imágenes que tratan el "fenómeno Bush". Este "número" de
Time es un hito porque es un medio capital en el sistema que llevó a G.W.Bush al
poder, y que ahora en sarcasmo grotesco, le vuelve la espalda, en su estilo. "Te
apoyo si ganas, si pierdes, estás fregado".
Este ejemplo exhibe la desproporción entre el esfuerzo y los recursos que
invierten los medios por transmitir determinada idea y los resultados, por su
incapacidad en definir el objeto del análisis. No es solo con Time el problema.
Si se panean los medios, ese sarcasmo en torno al personaje político Bush, se
repite como un recurso. No es posible detectar si es pura frivolidad o pereza
para hacer bien la tarea.
Profesores de Ciencia Política y analistas importantes ( Nye, Walt, Tucker,
entre otros), sostienen que la invasión a Irak y otras políticas impulsadas bajo
la administración Bush como el bilateralismo exacerbado, la oposición al
multilateralismo inocuo e ineficiente y a la creación del Tribunal Penal
Internacional, están alterando algunos de los principios sobre los cuáles
funciona la teoría política internacional (digamos la más tradicional).
El problema de los medios, en este caso representado por la caricatura de Time,
es su incapacidad de definir una idea política, que esté basada en un proyecto
de nación, y de mundo. Cuando gana Bush por primera vez en 2000, se abre la
expectativa de un proyecto que trae el candidato vencedor consigo y que no se
explica a cabalidad. Lo que importa en los medios- es transmitir la derrota de
su adversario Al Gore y en las circunstancias en que pierde. El rol de la Corte
Suprema y la validación de un supuesto fraude eran más importantes del proceso
que comenzaba. Pocos medios auguraron las implicancias. Inclusive los más
fervorosos opositores a Bush, y a su claque de neoconservadurismo, sospechaban
lo que se venía.
El rumbo de hacia donde iba la nación que más gravita en el mundo, y hacia donde
se dirigía ese mundo, se desvanecía en la trivialidad o en la explicación de
panfleto. Ahora ad portas de una elección, se repite el fenómeno. La portada de
Time caricaturizando a Bush, trivializa lo que ha sido sino una revolución en
política internacional, un proceso que a todas luces ha generado profundas
presiones y cambios en las políticas de los países.
El sheriff está solo, entonces, en qué quedamos. ¿La lucha internacional contra
el terrorismo, con todos sus defectos a cuestas en su implementación, es o no es
una nueva concepción en la seguridad global? ¿En qué queda ese liberalismo, esa
social democracia, ese social cristianismo, repartidos en sus ligas locales y
mundiales, que han apoyado esta nueva estrategia y concepción de la seguridad
internacional, y de la política internacional? Asombra y asusta creer que todo
quede en un espejismo. ¿Está tan solo efectivamente George W. Bush,
exclusivamente, porque el plan de invadir Irak, estaría fracasando al faltarle
ese componente político indispensable?
¿En qué están los mismos planes de las Naciones Unidas para apoyar las reformas
políticas de los países del Medio Oriente y del mundo árabe y musulmán que hoy
tienen sistemas políticos cerrados? Es decir, toda esa masa crítica de planes y
proyectos para mejorar el sistema de convivencia sin terrorismo, con mercado
libre y con sistemas políticos abiertos y democráticos- que emana de la
administración Bush, de pronto, por los errores, quedan en suspenso o van al
tacho de la basura.
La ausencia de la mirada sobre un proyecto de nación y de mundo internacional,
en los medios occidentales de la escuela Time, con muy pocas excepciones, impide
que el cuestionamiento tenga resultados. A pesar de que las evaluaciones estén
allí presionando a este Llanero Solitario y la política que implementa, la falta
de conexión de estos medios, con un proyecto a largo plazo de nación o de
convivencia mundial, le sustrae eficacia a su cuestionamiento.
Inclusive, la ironía puede ser de mal gusto. Se detecta así, un periodismo que
se fragua en los happy hours de los estamentos y sectores con glamour en las
grandes ciudades, y que no parece ensamblar en un marco de responsabilidad que
tenga esa visión de construir otra sociedad. Por carencia de un análisis
político más profundo y condicionado para recoger pulsos verdaderamente
ciudadanos, el razonamiento crítico que deben sustentar a los medios en este
plano, permanece en suspenso. O, es mediatizado por el interés de la
supervivencia (del medio). Como resultado, no se logran construir conclusiones
lógicas.
Estos medios, al no contribuir con seriedad y compromiso a la formación de
proyectos de nación, como ha sido en el papel una parte importante de su misión,
por el exceso de acento en la mecánica, o en el formato de la exposición, o por
el excesivo celo en la matriz del crecer para no perecer, no obstante el
esfuerzo incomparable en la aplicación de esta mecánica, se han quedado sin
sujeto y objeto de análisis.
En el caso de George W. Bush, y del matrimonio frustrado entre medios y Casa
Blanca, la responsabilidad es compartida. El principal habitante del Salón Oval
no se dejó guiar o no pudo absorber el consejo, por su excesivo acento en la
tesis de la guerra. Los medios no solamente han creído a medias en esa guerra,
sino que se quedaron sin epopeya propia, al no tener un proyecto que no sea la
creencia -en alianza con la política- de que están más posicionados y dotados
que nunca como un gran poder.
Frente a los resultados electorales adversos a este "Llanero Solitario" que
abandonaron a mitad de camino, la ubicuidad de este tipo de medios, se expresa
en la nueva excitación expandiendo los límites reales de los resultados
tranformándolos en una especie de cambio de época, en la política interna y
externa en los EEUU, y por qué no en el mundo. El sistema financiero que
sustenta el mundo mediático tiene la palabra. Se podrían quedar sin el Sheriff
territorial principal, pero lo que es peor, no tienen proyecto que no sea la
mantención del sistema con algunas reparaciones. Es probable que para ese
sistema financiero- ni la reforma democrática en los países sea parte de su
itinerario.