Giulietto Chiesa
Megachip
Traducido para Rebelión y Tlaxcala por Gorka Larrabeiti

Todo lo que habíamos escrito, dicho y gritado durante todos estos años era cierto, exacto: la televisión berlusconiana ha modificado Italia. O mejor dicho, una mitad de ella. La ha cambiado a peor, y profundamente.

Vaya como vaya el recuento final, tenemos que saber que el problema que afrontamos es el de reconstruir la Italia democrática. No es un problema nuestro, que somos pocos, sino del conjunto de millones de italianos cuyo DNA ha sido alterado, modificado y que hoy se ven obligados a constatar atónitos que media Italia ha votado contra sí misma, contra la civilización del derecho, contra todo criterio ético y gestión de la cosa pública.

Todo esto la izquierda no lo ha entendido pero lo ha favorecido con su ausencia de análisis, con su provincialismo, con su espíritu de tendero que le ha impedido unificarse.

Creo que, una vez echadas las cuentas, una izquierda unida sería hoy el tercer partido, detrás de Forza Italia y de los DS, por delante de la Margherita y Alleanza Nazionale.

Quien no lo ha querido ver deberá hacer autocrítica.

Pero también en los sectores más moderados y dóciles del centroizquierda –pienso en los DS- y en los sectores más abiertos del mundo católico se impone una reflexión. A menos que se ceda ante el remolino casi inevitable de un chanchullo centrista (en el que muchos pensaban antes de este resultado y que ahora retomarán como necesidad para gobernar) que terminará con toda hipótesis de alternativa al desastre.

Quiero añadir solo una nota con vistas al futuro. En la campaña electoral no se ha hablado del mundo, de política exterior, precisamente los asuntos que forzarán a un brusco despertar.

La batalla por otra izquierda "en lugar de esta izquierda" tendrá lugar en un contexto internacional de gran dramatismo que hará palidecer las discusiones sobre alianzas y demás alquimias provinciales que ustedes oirán hasta el infinito durante los próximos días.