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Europa

Texto integral de sus palabras, en el teatro de la Main d’Or, París, a 24 de enero de 2006
Conferencia de prensa del cómico negro Dieudonné Mbala Mbala, candidato a las elecciones presidenciales francesas de 2007

Dieudonné
Rebelión
Traducido del francés para Rebelión y Tlaxcala por Maria Poumier; revisado por Manuel Talens. Ilustración de J. Kalvellido

He tomado la decisión de ser candidato a la presidencia de Francia en las próximas elecciones.
Se trata de una decisión muy pensada, de largo aliento, pues me propongo crear también una estructura política y presentar mi programa en las elecciones legislativas siguientes, con candidatos en cada circunscripción electoral.
Mi objetivo es antes que nada combatir el neoliberalismo, también llamado neoconservadurismo, cuyos estragos se perciben tanto en el ámbito nacional como internacional. Este bando constituye la extrema derecha del siglo XXI.
Entre todas las experiencias y todas las alternativas que se están dando para contrarrestar el neoconservadurismo avasallante, una me llama mucho la atención: la República Bolivariana de Venezuela y su presidente Hugo Chávez.
El proyecto de república social, universalista y basada en la democracia participativa del presidente Hugo Chávez representa una inmensa esperanza para todos los pueblos y sitúo mi candidatura al amparo de su ejemplo. En francés, mis amigos me llaman Dieudo, lo cual rima con Hugo (pronunciados diedó y hugó, Nota de la traductora); en esta campaña, podríamos entonar el lema: ¡Hugo-Dieudo son uno solo!
La amenaza neoconservadora es una ideología neoliberal y belicista, antisocial y reaccionaria. No nos engañemos, en Francia esta corriente está aflorando y aspira a tomar paulatinamente el poder.
Ya estamos viendo hasta qué punto los medios convencionales son receptivos. Nicolas Sarkozy, el principal representante del neoconservadurismo, perrito faldero de Bush, ya encuentra en los medios un espacio abierto para una increíble y permanente campaña de promoción, incluso si no oculta el objetivo último que persigue: importar en Francia el modelo usamericano y desmantelar lo que queda de nuestra república.
Sarkozy, nuestro Bushy o Bushito, recomienda el desmantelamiento del Estado, el reino absoluto del liberalismo, el comunitarismo, la revisión del Código del Trabajo, la marcha atrás en cuanto a protección social, la modificación de la ley de 1905 que garantiza la neutralidad religiosa del Estado: Bushito es en Francia el representante de intereses que no son los nuestros, es el hombre del "Eje del Bien".
El Partido Socialista Francés se está amoldando a la misma línea. Hoy en día, su principal preocupación es que no se le note o, en todo caso, que no se le note demasiado.
¿En qué se distinguen de Sarkozy los Strauss Kahn, Kouchner, Hollande, Ségolène Royal [esposa de este último]?
En el fondo, el Partido Socialista ya se ha conformado con el neoliberalismo y el comunitarismo. He aquí el verdadero contenido de la palabra "reformismo" que viene cacareando. Es un partido de mentirosos y traidores, son ni más ni menos sarkozistas vergonzosos y me odian porque soy el que los desenmascara como tales.
Hoy en día, entre los que aspiran a ser candidatos a presidente presenciamos una danza del vientre ante los lobbies del Eje del Bien. Cada uno se contonea y menea la cintura para caerle en gracia al amo, para aparecer como el más neoconservador entre todos.
Así vemos cómo a Bushy-Sarko se le ocurrió nombrar a un ciudadano israelí, el abogado Arno Karlsfeld, para encabezar una comisión sobre la relación entre ley, historia y memoria [a raíz de la protesta oficial argelina por una ley reciente que celebra los "efectos positivos" de la colonización francesa en África]. ¡Tal parecería que nuestro Bushito quiere premiar al tal Karsfeld por haber realizado su servicio militar entre los guardafronteras israelíes, denunciados por su ferocidad hasta en el diario israelí Ha’Aretz!
Como para no quedar rezagado, el cabecilla del Partido Socialista, François Hollande, abogaba hace poco por una desarabización del ministerio de Asuntos Exteriores [para complacer a quienes encuentran la política internacional francesa excesivamente tercermundista].
Es posible que no me inviten este año a la cena que organiza el CRIF (Conseil représentatif des Institutions juives de France), órgano que suele convocar a principios de año a nuestros dirigentes para comunicarles algo así como la hoja de ruta; lo lamento, pues va a ser un espectáculo bastante divertido.
Toda esta gente, señoras y señores, ha renunciado a la República y le ha dado la espalda al pueblo para ponerse al servicio de los poderosos. En cuanto a mí, lo que pretendo es hacer lo contrario: darle la espalda a los poderosos y a sus prebendas para restaurar o tal vez instaurar la República y ponerla al servicio de los ciudadanos franceses, de cualquier origen y de cualquier religión.
Quiero volver a poner el Estado al servicio de los ciudadanos y luchar contra la pauperización de la sociedad francesa, saqueada por el neoliberalismo. Quiero programar un verdadero plan Marshall para las clases populares, en materia de educación en primer lugar, pero también en cuanto a empleo, salarios, salud, cultura y concienciación política.
Donde algunos procuran tener consumidores dóciles yo quiero ciudadanos rebeldes.
Por primera vez, en la oportunidad del referéndum sobre la constitución "para una Europa liberal y estadounidense", los ciudadanos, y más que otros los ciudadanos de izquierda, se rebelaron contra los celadores del neoconservadurismo. Al votar "no" por mayoría proclamaron de forma inequívoca su voluntad de rehabilitar el poder político frente al poder mercantil.
Con la reciente revuelta de las banlieues [en este contexto, barriadas pobres, Nota de la traductora], lo que se expresó es un idéntico rechazo al neoliberalismo. Me van a objetar que los muchachos levantiscos son nihilistas, carecen de conciencia política y aspiran al consumo desenfrenado. ¿Y qué? Esto no quita que su brote de ira es revelador de la incapacidad del neoliberalismo para garantizar su dignidad y proponerles un marco que permita salir adelante en su formación escolar, empleos y salarios decentes.
La sociedad mercantil no se interesa en las aspiraciones ciudadanas de estos jóvenes, sino que les tiene miedo.
Éste es el sentido de la surrealista ley que prohíbe el uso del velo a las chicas musulmanas en nombre de la lucha contra el atraso y el oscurantismo, pero con el resultado de que esas chicas ya no pueden ir a la escuela.
Ahí radica también la función ambigua de esas asociaciones falsamente antirracistas, fomentadas por el Partido Socialista desde hace unos veinte años: tal parecería que lo único que han logrado es mantener a estos jóvenes en una actitud de hostilidad a la República, para encajarles el neoliberalismo y favorecer las tensiones comunitarias, de las cuales son hoy en día las víctimas sociales.
Estos hombres, estas mujeres, la fuerza de las banlieues, aspiran consciente o inconscientemente a una verdadera ciudadanía; éste es el sentido verdadero de su rebeldía, cualquiera que sea la forma que tome.
A ellos va dirigida mi candidatura. A ellos les propongo que edifiquemos juntos una República nueva, que le dé sentido y credibilidad a la trinidad: Libertad, Igualdad, Fraternidad.
En el resto del mundo, también, el neoconservadurismo prosigue y ensancha su empresa de destrucción y alienación.
Por la guerra, obviamente, la que está devastando Iraq y Palestina, amenazando a Irán, a Siria y, tal vez, luego a Venezuela.
Cabe observar, por cierto, que el neoconservadurismo esgrime en todas partes la misma herramienta para intentar desacreditar a sus adversarios y justificar sus estragos: la acusación de antisemitismo.
En fechas recientes el presidente Chávez se vio acosado con semejante pretexto: todo empezó con un artículo del diario Libération, propiedad de Rothschild, artículo en el cual se tergiversaron deliberadamente las palabras del presidente venezolano.
Digámoslo sin rodeos: esa acusación es más que una calumnia, es una estafa redonda, concebida e instrumentada con un objetivo único: encubrir y tapar los proyectos hegemónicos del supuesto Eje del Bien.
La propaganda que cunde actualmente en torno a Irán se inscribe dentro de esta lógica y debo decir que me entristece ver que nuestros medios transmiten sin reserva alguna esta propaganda de guerra.
Es cierto que las autoridades iraníes están, lo mismo que todo el mundo árabe, muy resentidas contra el Estado de Israel, así como contra su política colonial y racista. Esto no significa en absoluto que sean antisemitas; además el Estado israelí es el que menos puede aleccionar a nadie en materia de racismo o derechos humanos.
Irán ha firmado el tratado de no proliferación nuclear, el cual le otorga expresamente el derecho a producir uranio enriquecido con fines civiles. Pero la propaganda mediática da a entender que Irán no respeta dicho tratado. En realidad, son los Estados Unidos y el triunvirato europeo, por desgracia, quienes no respetan este tratado, ya que le niegan a Irán un derecho que el propio tratado le reconoce.
Además, ¿cómo es posible que se parlotee sobre no proliferación nuclear en el Oriente Próximo sin evocar jamás el arsenal nuclear y biológico israelí?
Esta adopción sistemática de dos medidas diferentes para valorar a Israel y a sus vecinos es insoportable y explica en gran medida las graves tensiones de dicha región.
Para salir definitivamente de la crisis, preconizo la creación de un Estado palestino único, multiconfesional, con iguales derechos para todos, que vivirá en paz con sus vecinos.
El mantenimiento de la situación actual y la colonización israelí sólo pueden llevar a la prolongación de la guerra y al final, a la propagación del incendio a la región entera.
Palestinos, árabes y musulmanes no tienen por qué pagar con sus vidas el iluminismo delirante de los neoconservadores.
En esta campaña me opondré con todas mis fuerzas a cualquier nueva guerra en la región y, de manera más general, a cualquier guerra o amenaza de guerra originada en el Eje del Bien.
Para empezar, exijo la retirada inmediata e incondicional de las fuerzas de ocupación en Iraq y el fin de las sanciones económicas contra cualquier país que las padezca.
Las sanciones económicas, que afectan en primer lugar a los pueblos, como sucede con el bloqueo usamericano de Cuba, nacen de la barbarie y deben desaparecer del arsenal del Consejo de seguridad de la ONU.
Deseo que Francia se desolidarice, tal como lo hizo cuando la agresión contra Iraq, de las ambiciones belicistas y criminales del Eje del Bien y las denuncie claramente.
La República Francesa debe sumarse al campo de las naciones resistentes al nuevo orden mundial neoconservador y trabajar para el advenimiento de relaciones internacionales bien pensadas, fundadas sobre el respeto mutuo, el diálogo y la cooperación.
Francia debe ser la Venezuela de Europa y promover un verdadero diálogo, una verdadera cooperación con el sur, con África.
La mención de África me ofrece la transición óptima para evocar un último punto, lo que algunos, siguiendo a Marx [cuando escribió su libro La cuestión judía], llaman la "cuestión negra".
La voluntad cada día más afirmada de la población negra de acceder a la plena ciudadanía, de liquidar los prejuicios negrofóbicos y conseguir al fin que los historiadores y los medios informen cabalmente sobre los crímenes contra la humanidad que fueron la esclavitud y la trata trasatlántica, esta sana voluntad parece ser un problema para alguna gente.
¿Será eso una señal de que haría falta una ley "antitrust" contra la monopolización de la memoria?
En serio, observo que la llamada "ley Taubira" [ley de 2001 que declara la trata trasatlántica de negros y la esclavitud colonial crímenes contra la humanidad] en vez de favorecer un verdadero trabajo de cuestionamiento sobre el asunto, ha servido como las baratijas espejeantes que se ofrecían a los caciques indígenas para desviar su atención del peligro real: ha conseguido el efecto opuesto al que se buscaba, ha distraído la atención.


Si tenemos ahora en Francia una "cuestión negra" planteada a plena luz, los negros saben perfectamente a qué se debe: a cierto humorista [el propio Dieudonné, Nota de la traductora] que se negó a dejar que se siga tratando la historia de los negros con desprecio y que decidió denunciar el monopolio de la memoria que algunos reivindican.
Hace poco, la ley acerca de la "colonización positiva" ha creado una legítima inquietud. Ha puesto en evidencia el hecho de que no le corresponde al parlamento dictaminar sobre cuestiones históricas; y lo que vale para un período vale para todas las épocas históricas.
Por este motivo, he propuesto la abrogación de todas las leyes francesas que intentan fijar la historia de modo dogmático y prohibir el debate sobre determinadas cuestiones; la primera de las cuatro leyes de este tipo, la ley Gayssot de 1990 [que impide la discusión sobre la magnitud del holocausto judío durante la segunda guerra mundial, Nota de la traductora] es un modelo de totalitarismo.
Los negros no tienen por qué tenerle miedo al debate, muy al contrario.
El debate es libertad y la libertad sirve a la verdad.
Permitir el debate, exigir el debate, es a corto plazo darles a los crímenes de la esclavitud y la trata de negros el lugar que les corresponde, es decir, en mi opinión, el primero, junto con los genocidios amerindios.
Por eso preconizo la adopción en la Asamblea de una "Ley Mbala" que denuncie la deportación, la esclavitud, la trata de seres humanos y la limpieza étnica como crímenes contra la humanidad, sin referencia a acontecimientos históricos precisos.
A los historiadores les corresponderá, en plena libertad, establecer cuáles son los hechos que merecen tales calificativos.
Para eso, en lo que se refiere a la trata de negros, deseo que Francia tome una iniciativa decisiva.
Pido la creación de una comisión francoafricana, que incluya a historiadores antillanos, que se encargue de establecer el coste humano, económico y cultural de la trata atlántica, pero también de aclarar las raíces filosóficas, religiosas o políticas de esos crímenes.
Deseo que Francia, como miembro permanente del Consejo de Seguridad, presente este informe a la ONU y lo tome como base para pedir que se tomen medidas de acuerdo con el daño padecido, en el marco de un plan mundial para África, que deberá apoyarse en los pueblos africanos.
No me cabe la menor duda de que semejante proceder, al inscribirse en un espíritu de reconciliación, formará parte de la grandeza de Francia, no ya en el pasado, sino en el presente.
Gracias por vuestra atención.
Dieudonné Mbala Mbala.
(Traducido del francés por Maria Poumier y revisado por Manuel Talens; ilustración de Juan Kalvellido; todos ellos son miembros de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística (
transtlaxcala@yahoo.com; esta traducción es copyleft). 

Fuente: lafogata.org