Argentina: La lucha contin�a
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Blumberg debut� como candidato pol�tico de la derecha
Su programa de once puntos
se reduce a uno: seguridad
se logra con "mano dura"
El candidato Blumberg organiz� su cuarto acto, esta vez en la Plaza de Mayo.
La convocatoria no fue la esperada y su programa qued� acotado a la seguridad
como surgida m�gicamente de mayores penas, incluso a menores.
Emilio Mar�n
La Arena
Para empezar, al ingeniero le fallaron los n�meros. Los locutores de su acto,
imitando los peores vicios de los pol�ticos tradicionales, agregaron un cero a
la cantidad de asistentes y aseguraron que en la Plaza hab�a 300.000 personas.
Luego, sin soluci�n de continuidad y pese a que hab�a llegado un poco m�s de
gente, retrasada, el propio Blumberg baj� a 180.000. Los diarios simpatizantes
del kirchnerismo, como P�gina/12, estimaron la concurrencia entre 15.000 y
20.000 almas, en tanto otras agencias de noticias la duplicaron, redondeando en
40.000. Querr�a decir que hubo unas 30.000 personas, de all� lo del cero de m�s
puesto por los organizadores con toda intenci�n de agrandar el suceso.
En esa man�a de los pol�ticos y funcionarios, el ingeniero se copi� de An�bal
Fern�ndez, al que el jueves dedic� varias cr�ticas. El ministro del Interior
tambi�n se fue a la estratosfera el 25 de mayo �ltimo, al calcular que en la
plaza kirchnerista hab�a 400.000 personas. �Ser� que Blumberg ha comenzado a
sufrir el s�ndrome del poder? �Agranda en su imaginario la corte de seguidores
viendo c�mo se ralea en la realidad?
Es que en su primera convocatoria, el 1 de abril de 2004, las estimaciones
fueron coincidentes en que hab�a reunido a 150.000 argentinos ante el Congreso,
con su aureola de "padre del dolor". Claro, ahora es otra cosa. Es un flamante
candidato de la derecha neoliberal, con elementos fascistas incrustados en la
c�pula de su Fundaci�n, comenzando por su abogado Roberto Durreiu, ex secretario
de Justicia de la dictadura.
Por la forma como criticaba a los dem�s pol�ticos (N�stor Kirchner, el ya citado
Fern�ndez, Felipe Sol� y Le�n Arslani�n), qued� claro que el orador era uno m�s
de la clase pol�tica. Estaba abri�ndose paso a los codazos, pisando las cabezas
de los que est�n antes que �l en la fila del poder. La onda candidato tambi�n se
trasunt� en su manera de mover los brazos y actuar delante el atril. Se not� que
los asesores le aconsejaron suprimir la insufrible muletilla "�me entiende?" y
en efecto, la delete�, pero en simult�neo le sali� otra, "digamos", tan molesta
y recurrente como la anterior.
Ante un p�blico �vido de criticar al gobierno, nombr� al presidente para que lo
abuchearan, aunque �en forma hip�crita- reconvino tibiamente a los que lo
hac�an. Despu�s mencion� al gobernador bonaerense y su secretario de Seguridad,
tambi�n para que los despedazaran, y ya no hizo pedido de silencio. En esos
detalles pol�ticos, de pedir el linchamiento de sus adversarios y actuar con
cinismo ("la picard�a pareci� m�s que obvia", acot� Fernando Laborda en "La
Naci�n"), se nota que est� lanzado a la arena partidaria. En su discurso afirm�
"en la provincia de Buenos Aires las cosas son para llorar, pero nuestra fuerza
est� en el voto. Tenemos que saber votar".
Se dir� que no tiene oficializada su candidatura. Roberto Lavagna, Mauricio
Macri y el propio Kirchner a�n no han confirmado sus f�rmulas para 2007 pero
nadie duda de que estar�n en la carrera. Blumberg est� anotado para el cl�sico
San Isidro-La Plata y correr� por el andarivel derecho. �En qu� otro podr�a
hacerlo?
Programa de "mano dura"
El sentido del acto tambi�n se vio en los elogios que recibi� Daniel Scioli.
No es una novedad que el ex menemista y ex duhaldista es la derecha del
gobierno. Fue la �nica figura del oficialismo rescatada por el orador, que as�
demostraba cierta habilidad para el nuevo oficio. Es que el vicepresidente
siempre estuvo de su lado. En diciembre de 2004, al asistir a una cena a
beneficio de la Fundaci�n Axel Blumberg donde mil personas pagaron 200 pesos el
cubierto, Scioli hab�a afirmado: "Blumberg se ha convertido en un peregrino de
la fe y la solidaridad y es para el gobierno una gu�a muy importante de nuestra
constante lucha contra la inseguridad". El otro kirchnerista en el Hilton hab�a
sido Mart�n Redrado, tambi�n proestadounidense.
Durante las semanas previas, las acusaciones contra el cruzado fueron tres: que
ser�a candidato de la derecha, que propon�a la "mano dura" policial y que lo
rodeaban personajes que apoyaron a la dictadura militar.
El primer cargo ha quedado demostrado. El hombrecito de las carpetas ya es
candidato de ese sector y s�lo falta develar la o las siglas que lo llevar�n a
candidato, en principio a gobernador. No se puede descartar que, en parte su
ambici�n personal, y en parte los desaguisados de Macri, Lavagna, Ricardo L�pez
Murphy y Jorge Sobisch, terminen proyect�ndolo para el sill�n de Rivadavia como
aglutinante de la derecha y centro-derecha.
La segunda cr�tica al empresario tambi�n fue corroborada en la Plaza. Su
programa de once puntos, que trat� in�tilmente de entregar en Balcarce 50, tiene
su n�cleo en el rechazo a la reforma democr�tica del C�digo Penal. El candidato
dijo: "le pido de coraz�n al presidente que archive el proyecto oficial de
reforma del C�digo Penal, dicen que no es oficial, pero lo hizo una comisi�n del
Ministerio de Justicia encabezado por el secretario de Pol�tica Criminal, Sergio
Slokar, a los que nosotros les pagamos el sueldo, est�n todos locos, quer�an
sacar el concepto de reincidencia que existe en todos los c�digos del mundo."
Lamentablemente, el proyecto de Justicia, que sube la edad de imputabilidad de
los menores, despenaliza el aborto y grad�a las penas de modo menos arbitrario y
brutal que las reformas Blumberg, ha sido congelado. El ingeniero quiere que
Kirchner lo archive, sepulte o desaparezca.
Otro de los puntos del petitorio fue precisamente la baja de la edad de
imputaci�n penal. El letrado Durreiu hab�a fundado esa criminalizaci�n de la
minoridad en una columna en "La Naci�n": "un asesinato cometido por un individuo
de 15 a�os queda impune; un hurto cometido por un menor, la violaci�n de
domicilio, la acci�n piquetera: todos estos delitos, si son cometidos por un
menor de 18 a�os, quedan sin castigo".
Semejantes barbaridades motivaron la contramarcha del jueves del Nobel Adolfo
P�rez Esquivel, quien rechaz� esa baja de la imputabilidad e insisti� en
contener a esa franja et�rea marginada con educaci�n y mejores ingresos para las
familias.
"�D�nde est�n los fascistas?"
Hablando del acto en el Obelisco, el �nico aspecto favorable al ingeniero fue
el cortocircuito producido all� entre P�rez Esquivel y Luis D�El�a, que frustr�
la realizaci�n de algo conjunto. M�s all� de las diferentes cantidades de gente
convocada en uno y otro lado, la derecha sali� gananciosa en cuanto a que se
mostr� m�s unida.
La Plaza concit� b�sicamente a la clase media y alta de la Capital y el
conurbano, pero en menor medida abri� su puerta a personas humildes del
conurbano, v�ctimas de delitos, robos y cr�menes. Sin llegar al extremo
menemista, el ingeniero tambi�n est� haciendo el fraude pol�tico de embretar a
gente pobre detr�s de los propietarios de La Horqueta de San Isidro y Zona Norte
(muchos de los cuales, incluido Blumberg, eran en 2005 deudores impositivos por
un total de 25 millones de pesos).
Desde el punto de vista pol�tico, Macri, L�pez Murphy y otros referentes
macristas fueron los soportes del acto, confirmando la tercera objeci�n al
mismo.
Ra�l Castells, que tambi�n estuvo, se ufanaba que no hab�a all� fascistas. Si
hubiera mirado bien habr�a distinguido al mencionado Durreiu, Santiago de
Estrada, ex funcionario de la dictadura; Mariano Grondona, ex asesor de la
Fuerza A�rea; Cecilia Pando, activista por la libertad del genocida Jorge
Videla; Luis Patti, con causas por desapariciones y asesinatos; teniente coronel
Emilio Nanni, que devolvi� sus condecoraciones luego del indulto a los presos de
La Tablada; Vicente Massot, de la familia propietaria de "La Nueva Provincia"
("Gaceta Marinera") y ex viceministro de Defensa que defendi� la tortura y
propuso los ascensos de Antonio Pern�as y Juan Carlos Rol�n, con actuaci�n
criminal en la Esma, etc.
Castells le confes� a L�pez Murphy que estaba necesitando ir al psic�logo porque
coincid�a mucho con �l. Habr�a que mandarlo tambi�n al oculista, porque no vio
pasar los elefantes delante suyo.